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domingo, 27 de octubre de 2013

Los jóvenes preguntan ¿Qué hay de malo en decir palabrotas?

“Quería ser como mis compañeros de escuela. Creo que por eso soltaba groserías.”—Melanie.

“No pensé que las palabrotas fueran tan malas. Las oía en la escuela, en casa... en todas partes.”—David.

¿POR qué suele verse normal que los adultos usen lenguaje vulgar, pero resulta escandaloso en boca de los jóvenes? ¿Acaso es la edad lo que determina si está bien o mal?
En vista de que mucha gente emplea lenguaje obsceno
—y que al parecer existe una norma diferente para jóvenes y mayores—, es razonable que te preguntes: “¿Qué hay de malo en decir palabrotas?”.
La presión del lenguaje vulgar

No cabe duda de que estamos hablando de algo muy común. De hecho, algunos jóvenes aseguran que si les dieran una moneda por cada palabrota que oyen en la escuela, se harían ricos. Eva, de 15 años, menciona: “Las conversaciones de mis compañeros están plagadas de malas palabras. Me bombardean tanto que me es muy difícil no hablar igual”.
¿Te rodea la gente vulgar, igual que a Eva? ¿Tienes la costumbre de decir groserías? En tal caso, detente un momento y piensa en las razones que te llevan a hablar así. Cuando lo tengas claro, te resultará más fácil deshacerte de este mal hábito.

Con esto presente, responde a las siguientes preguntas.

¿Por qué digo palabrotas la mayoría de las veces?
Para expresar ira o frustración
□ Para llamar la atención
□ Para ser como mis compañeros
□ Para hacerme respetar
□ Para desafiar la autoridad
□ Otras razones .....

¿Cuándo me veo más tentado a hacerlo?

□ En la escuela
En el trabajo
□ Cuando escribo correos electrónicos, mensajes instantáneos o mensajes de texto
□ Cuando estoy solo

¿Qué excusas doy?
□ Mis compañeros lo hacen
□ Mis padres lo hacen
□ Los maestros lo hacen
Se oyen todo el tiempo en la radio, el cine y la televisión
□ Tampoco es tan grave; no son más que palabras
□ Solo lo hago con la gente a la que no le molesta
□ Otras .....

¿Por qué quitarte esta costumbre? ¿Será tan malo decir palabrotas? Reflexiona sobre lo siguiente.

No son solo palabras. Jesús dijo: “Las palabras que salen de tu boca muestran lo que hay en tu corazón” (Lucas 6:45, Traducción en lenguaje actual). Ten en cuenta que lo que dices no solo refleja la clase de persona que te gustaría ser, sino la clase de persona que ya eres. Y si eres mal hablado sencillamente porque lo son los demás, estás dando a entender que no tienes una personalidad formada y que te dejas ‘arrastrar por la muchedumbre’ (Éxodo 23:2).

Pero eso no es todo. El lingüista James V. O’Connor menciona: “Quienes dicen groserías normalmente son desagradables, críticos, cínicos, iracundos, conflictivos y quejumbrosos”. Por ejemplo, los que maldicen siempre que algo les sale mal demuestran que creen que todo debería irles bien; es como si no pudieran aceptar los fracasos. Por otro lado, los que no emplean obscenidades “suelen ser personas calmadas [...] y maduras que [...] saben hacer frente a los inconvenientes diarios”, señala O’Connor. Entonces, ¿qué tipo de persona prefieres ser tú?

Las palabrotas arruinan tu reputación. Como a la mayoría de los jóvenes, a ti también te preocupa la apariencia porque quieres dar una buena impresión. Pero ¿sabías que tu forma de hablar puede impresionar mucho más que tu forma de vestir? La realidad es que el modo de hablar puede influir en...

▪ ... quién te elegirá como amigo.
▪ ... si te contratarán para un trabajo en particular.
▪ ... lo mucho o lo poco que te respetarán los demás.

Así es: a menudo la primera impresión que causamos con nuestra apariencia puede desvanecerse en cuanto abrimos la boca. O’Connor dice: “No hay manera de saber cuántas oportunidades de hacer nuevos amigos has echado a perder o cuántas veces alejaste a alguien o perdiste cierta medida de respeto por emplear irreflexivamente lenguaje obsceno”. ¿Qué lección encierra este comentario? Cuando usas palabras vulgares, solo consigues arruinar tu reputación.

Las palabrotas demuestran falta de respeto por el Creador del don del habla. Supón que le regalas a un amigo una camisa. ¿Cómo te sentirías si utilizara tu regalo como un trapo o una alfombrilla para limpiarse los zapatos? Piensa, entonces, en cómo se siente nuestro Creador cuando no empleamos bien el don del habla. No es de extrañar que la Palabra de Dios exhorte: “Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa, junto con toda maldad” (Efesios 4:31).

Como ves, hay razones de peso para dejar de decir palabrotas. Ahora bien, si ya se ha convertido en una costumbre muy arraigada, ¿cómo puedes vencerla?

Primero: Debes ver la importancia de cambiar. Seguramente no dejarás de decir groserías si no entiendes por qué te conviene hacerlo. ¿Cuáles de las siguientes razones te moverán a cambiar?
Agradar al Creador del don del habla
□ Lograr que otras personas te respeten más
□ Ampliar tu vocabulario
Ser mejor persona

Segundo: Averigua por qué razón dices palabrotas. Melanie admite: “Decir malas palabras me hacía en cierto sentido más dura. No quería que la gente me manejara. Quería dominar yo, insultar a los demás como hacían mis amigos”.
¿Y tú? Si comprendes por qué lo haces, sabrás cómo solucionar el problema. Por ejemplo, si resulta que te dejas llevar por los demás, tienes que aprender a confiar más en tus puntos fuertes. Sentirte bien contigo mismo es muy importante en tu desarrollo como persona, y también te ayudará a librarte de este hábito.

Tercero: Busca otras maneras de expresarte. No es cuestión simplemente de morderse la lengua; superar este mal hábito implica ponerse “la nueva personalidad” (Efesios 4:22-24). Así aumentarán tu autodominio y tu autoestima, y te ganarás el respeto de los demás.

Los siguientes pasajes bíblicos te serán muy útiles para ponerte la nueva personalidad y no quitártela.

Colosenses 3:2: “Mantengan la mente fija en las cosas de arriba”.
Aplicación: Educa tu mente para valorar las cosas decentes. Tus pensamientos moldean tu forma de hablar.
Proverbios 13:20: “El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal”.
Aplicación: La forma de hablar de tus amigos influye en ti.
Salmo 19:14: “Que los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón lleguen a ser placenteros delante de ti, oh Jehová”.
Aplicación: Jehová toma nota de cómo usamos el don del habla.

[Notas]

  • Se han cambiado los nombres.

  • Los cristianos tienen razones sólidas para evitar las malas palabras, pues la Biblia dice: “No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido”. Y también exhorta: “Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal” (Efesios 4:29; Colosenses 4:6).

    Articulo publicado en la revista ¡Despertad! de Marzo del 2008, asi como en la pagina oficial de los Testigos de Jehová, sección “Los jóvenes preguntan”

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