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sábado, 21 de diciembre de 2013

¿Puede mejorar su vida la lectura de la Biblia?

“LAS páginas de la Biblia son el último lugar al que acude la mayoría de las personas cuando necesita consejo,” dijo un hombre que apreciaba lo que había aprendido de la Biblia. Dijo además: “No puedo entender por qué personas que han acudido a casi toda otra fuente de consejo suelen negarse a escuchar, si saben de antemano que el consejo que se les ofrece viene de la Biblia.”

¿Se beneficia todo el mundo?

La Biblia contiene un caudal de consejo provechoso para la vida diaria. Contiene consejo sobre: matrimonio, crianza de los hijos, amor, odio, ira, gobierno de uno mismo, disputas, comer, beber, prestar, tomar prestado, asuntos sexuales, delincuencia, impuestos, cumplir con la palabra de uno, fraude, soborno y honor, y ofrece entendimiento sobre muchos otros asuntos. Pero surge la pregunta: ¿Puede alguien tener un ejemplar de la Palabra de Dios y leerla periódicamente y sin embargo no obtener provecho de ella?

Allá en el primer siglo Jesucristo habló a lectores ávidos de la Biblia y dijo: “Ustedes escudriñan las Escrituras, porque piensan que por medio de ellas tendrán la vida eterna; y éstas son las mismas que dan testimonio acerca de mí. Y con todo ustedes no quieren venir a mí para que tengan vida.” (Juan 5:39, 40) El que leyeran las Escrituras no resultó en que discernieran que Jesús era el Hijo de Dios.
Hoy día muchos afirman que aceptan al Señor Jesucristo como su salvador, pero sus pretensiones de que viven una vida cristiana en armonía con los requisitos bíblicos resultan ser falsas. En sus páginas la Palabra de Dios declara que a Dios no le agradan los fornicadores, adúlteros, homosexuales, ladrones, avarientos, borrachos, extorsionistas, homicidas, mentirosos ni los que practican espiritismo. Sin embargo, muchos individuos, a la vez que afirman ser cristianos, continúan en estas prácticas. La Biblia dice que esas personas no “heredarán el reino de Dios.”—1 Cor. 6:9, 10; Rev. 21:8.

En el caso de otras personas su “creencia” en la Palabra de Dios no se basa en conocimiento exacto. Cuando se le somete a prueba, su supuesta aceptación de la Biblia puede convertirse rápidamente en rechazo. Note la experiencia de un ministro de tiempo completo de los testigos de Jehová que se encontró con la siguiente situación:

“Cierta soleada tarde toqué a la puerta de un hombre de mediana edad que dijo que no solo era cristiano, sino también un defensor de las enseñanzas de la Biblia. En medio de nuestra placentera y amigable conversación, presenté un punto bíblico con el cual él no estuvo de acuerdo.

“Le dije que iba a leer un pasaje de la Biblia que apoyaba mi declaración y, mientras buscaba en las páginas de la Biblia, le pregunté: ‘¿Cree usted que la Biblia es la Palabra escrita e inspirada de Dios?’ ‘Sí,’ contestó él rápidamente, y con orgullo. Entonces leí el texto y él inmediatamente replicó: ‘¡Yo no creo eso!’”

Aunque afirmaba que apreciaba las enseñanzas de la Biblia, este hombre, como muchos hoy día, no estaba dispuesto a aceptar lo que la Biblia en realidad decía. El apóstol Pablo dijo de personas como éstas: “Porque les doy testimonio de que tienen celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto; pues, a causa de ignorar la justicia de Dios pero de procurar establecer la suya propia, no se sujetaron a la justicia de Dios.”—Rom. 10:2, 3.

Además, ¿cuantos de los que afirman ser cristianos pueden dirigirse a las páginas de la Biblia por ayuda, y saber exactamente dónde encontrarla?
Una mente abierta y un corazón honrado

¿Aceptaría usted consejo sano sobre los problemas de la vida? ¿Le interesaría un futuro seguro? ¿Está usted sinceramente deseoso de mejorar su vida? Entonces encontrará que el aplicar las confiables pautas bíblicas para la vida tendrá un efecto real y beneficioso.

Quizás usted sea como muchas otras personas de mente abierta y corazón honrado que han adorado a Dios de la manera que se les enseñó desde niños. Estas personas han sido sinceras en su deseo de adorar a Dios de la manera correcta. Han meditado en las perturbadoras interrogantes a las que se enfrentan en la vida diaria y se han preguntado qué, exactamente, es lo correcto y agradable a la vista de Dios.

¿Es el deseo de Dios que, en armonía con Su voluntad y propósitos, las personas sepan las respuestas a sus interrogantes? ¡Por supuesto que sí! Y cuando saben las respuestas, esto afecta provechosamente su vida.

Por qué algunos están indecisos


Probablemente usted esté personalmente consciente del hecho de que algunos rechazan abiertamente el consejo de la Biblia. Pudieran argüir que la Biblia es anticuada, o señalar al hecho de que muchos de los que tienen la Biblia viven vidas infelices. Pero pregúntese: ¿Son infelices porque siguen las sugerencias de la Biblia, o es, en verdad, porque no siguen lo que dice la Palabra de Dios? Los hechos muestran que esto último es lo cierto.

El meramente poseer uno de los millones de ejemplares de la Biblia que se han distribuido por toda la Tierra no significa en sí mismo que el poseedor de ella siga su consejo.


Tampoco es cierto que todos los que religiosamente atestiguan a favor de que Dios sea el autor de la Biblia obedecen cuidadosamente lo que ésta enseña. Cuando realmente se sigue el consejo de la Biblia, ésta es la mejor guía para una vida feliz en la Tierra.

Pero, ¿podría alguien leer la Biblia de principio a fin sin recibir el pleno provecho de ello? Sí, eso es posible, y la razón es que se necesita algo más.
Dios provee la ayuda necesaria

En el primer siglo Jesucristo envió a predicar a sus seguidores fieles, estudiantes cuidadosos de la Palabra de Dios a quienes el había instruido. (Mat. 28:19, 20) Ellos, a su vez, pudieron ayudar a personas de corazón honrado a obtener verdadero beneficio de la Palabra de Dios.

La Biblia nos informa que Dios, por medio de un ángel, envió a Felipe a dar la ayuda necesaria a un etíope, quien, aunque estaba leyendo las Escrituras, no las había podido entender.—Hech. 8:26-35.
Este trabajo de esparcir las “buenas nuevas,” una obra hecha por dirección divina, llegó a ser un rasgo provechoso y muy necesario en el vivir cristiano. ¿Para qué hubiera Jesús enviado a sus discípulos con instrucciones de predicar de casa en casa y de puerta en puerta en toda la Tierra en estos últimos días si para aceptar a Cristo y ganar el favor de Dios lo único que se necesitara fuera arrodillarse ante una imagen, o ante un aparato de televisión o de radio, durante un programa religioso?

Pregúntese: ¿Qué más podría hacer Dios a favor de las personas de la Tierra que el enviar a un representante capacitado para que se comunicara personalmente con ellas, hiciera arreglos para una hora conveniente, y entonces, en lo privado del hogar, les enseñara de la Palabra de Dios gratuitamente?

Esto no solo permite que las personas puedan hacer preguntas y llevar la consideración al paso que más conveniente se les haga, sino que también proporciona, a las que están interesadas en aprender, la oportunidad de asociarse con otras personas que tienen la misma fe donde se puede hallar la bendición y protección de Dios.

La Biblia muestra que serían comparativamente pocos los que estarían haciendo esta obra para salvar vidas. (Mat. 7:13, 14; Luc. 10:2) Sin embargo, éstos estarían dispuestos a llevar a cabo la gigantesca tarea de predicar en toda la tierra habitada porque Dios los está respaldando. (Mat. 24:14)

Sin titubeo declaramos que los que están haciendo este trabajo hoy día están asociados con los testigos de Jehová. ¡Permita que le ayuden a encontrar el camino a una vida feliz ahora, y a una gloriosa vida feliz ahora y en el futuro.

Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.
—Juan 17:3.



Artículo publicado en la revista ¡Despertad! del 22 de Agosto de 1981. También puede interesarle el tema: ¿Realmente necesitamos a Dios?