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miércoles, 23 de julio de 2014

¿Cómo puedo concentrarme?

Los jóvenes preguntan...

“Pasé años sentado en las reuniones sin sacarles mucho provecho; sencillamente me distraía.”—Matthew.

¿HAS estado alguna vez sentado en clase o en una reunión cristiana y, de pronto, te has dado cuenta de que no tienes ni idea de lo que se está hablando? Pues bien, si a veces tu imaginación tiende a vagar, no eres el único. Como se indicó en un artículo anterior, la dificultad para mantener la atención por períodos prolongados es común entre los jóvenes. No obstante, con un poco de esfuerzo y un cambio de actitud puedes aprender a aumentar tu capacidad de concentración.

Interésate
Piensa en un atleta profesional. “Todo hombre que toma parte en una competencia ejerce autodominio en todas las cosas”, dice el apóstol Pablo. Si el atleta se distrae aunque solo sea un momento, puede perder el juego. Para ganar, debe aprender a concentrarse, pasando por alto el clamor de la multitud, no haciendo caso del dolor y el agotamiento, rechazando cualquier pensamiento de fracaso.

Ahora bien, ¿qué motiva a los atletas a hacer un esfuerzo tan extraordinario? Según Pablo, lo hacen “para obtener una corona corruptible”, a saber, los premios y trofeos que se otorgan a los ganadores (1 Corintios 9:25).

De igual manera, tienes que tener motivos para prestar atención. El libro Study Is Hard Work (El estudio es trabajo arduo), de William H. Armstrong, declara: “Es obligación del estudiante estar interesado. Nadie puede interesarse por él ni acrecentar su interés a menos que él quiera”.

El conocimiento es la clave para comprender el mundo que te rodea. Cuanto más sepas, más aprenderás. “Para el entendido el conocimiento es cosa fácil”, afirma Proverbios 14:6. Puede que no recuerdes todo lo que aprendas en la escuela, pero al menos esta te ayuda a nutrir y cultivar la capacidad de pensar (compáralo con Proverbios 1:4). Adquirir disciplina mental y poder de concentración te beneficiará toda la vida.

Alumnos aburridos y maestros aburridos
Algunos adolescentes se quejan de que hasta los maestros parecen mostrar falta de interés. Un joven llamado Jesse dice: “Los profesores se colocan al frente, dicen algo, te ponen tarea y ya terminan la clase. Pienso que son negligentes. Si ellos no le dan importancia a su materia, no vemos la necesidad de prestar atención”.

¿Debes concluir, entonces, que atender en clase es una pérdida de tiempo? No necesariamente. Puede ser que muchos educadores sencillamente se hallen atrapados en un círculo vicioso. Un adolescente de nombre Collin explica: “Como nadie les presta atención, los profesores creen que nadie quiere aprender y no le ponen energía ni entusiasmo a la enseñanza”.

Aunque no lo creas, tú puedes contribuir a romper dicho círculo. ¿Cómo? Prestando atención. Un solo estudiante interesado puede ser todo lo que necesite un profesor aburrido para renovar el interés en su trabajo. Es verdad que algunos docentes carecen de la habilidad para cautivar la atención de la clase. Pero antes de que dejes que tu imaginación se ponga a fantasear, pregúntate: “¿Sabe el profesor de lo que está hablando?”. Si es así, resuélvete a aprender algo de él.

Escucha con atención. ¡Concéntrate! Participa en las discusiones en clase. Haz preguntas pertinentes. El libro How to Study in High School (Cómo estudiar en la secundaria) dice: “A muchos estudiantes les resulta útil copiar los gráficos, las palabras, las tablas, las definiciones y las ideas principales que el maestro escribe en el tablero o que destaca de alguna otra manera”.

Presta “más de la acostumbrada atención”
Sin embargo, hay mucho más en juego cuando se trata de escuchar en las reuniones cristianas. Jesse admite: “A veces los jóvenes no atienden en las reuniones porque no se dan cuenta de lo importantes que estas son”. En Hebreos 2:1 se nos manda que “prestemos más de la acostumbrada atención a las cosas oídas por nosotros, para que nunca se nos lleve a la deriva”.

Después de asistir a una reunión de la congregación, ¿puedes recordar algo de cada presentación? ¿O a veces ni siquiera recuerdas quiénes tuvieron parte en el programa?

De nuevo, es cuestión de ver la importancia de lo que estás aprendiendo. ¡Es tu propia vida lo que está en juego! (Juan 17:3.) Algo más sobre lo cual reflexionar: cuando aprendes de la Biblia, estás aprendiendo a pensar como Dios (Isaías 55:8, 9).

Y cuando aplicas lo que aprendes, estás vistiéndote de lo que la Biblia llama “la nueva personalidad” (Colosenses 3:9, 10). Por otro lado, si no prestas atención, no podrás hacer las mejoras necesarias en tu vida y detendrás tu propio crecimiento espiritual. Jehová sabe que todos somos proclives a distraernos; por eso nos exhorta: “Escúchenme atentamente, [...]. Escuchen, y su alma se mantendrá viva” (Isaías 55:2, 3).

Cómo aprovechar mejor las reuniones
Con todo, escuchar atentamente en las reuniones puede ser difícil al principio. Pero los investigadores afirman que cuanto más practicamos la concentración, más experto se hace el cerebro en esta tarea. Matthew, citado en la introducción del artículo, venció su tendencia a distraerse en las reuniones. Dice: “Me di cuenta de que tenía que disciplinarme para prestar atención.

Después de un tiempo uno mejora y logra concentrarse por períodos más largos”. También especifica el factor que considera más importante para disfrutar de las reuniones: “Estudio con antelación”. Una joven de nombre Charese dice algo parecido: “Cuando estoy preparada, me siento más parte de la reunión. Los discursos parecen más profundos y tienen mayor significado para mí”.

Rechazar los pensamientos que distraen es igualmente importante. Cierto, puede que tengas preocupaciones legítimas: el examen que debes hacer la semana entrante, un conflicto de personalidades que te causa tensión, algún gasto futuro que debes cubrir. Pero Jesús dio el siguiente consejo: “¿Quién de ustedes, por medio de inquietarse, puede añadir un codo a la duración de su vida? Por lo tanto, nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes. Suficiente para cada día es su propia maldad” (Mateo 6:27, 34).

El concentrarte en las reuniones de congregación no hará desaparecer tus problemas, pero sí te ayudará a renovarte espiritualmente para que puedas bregar con ellos (compáralo con 2 Corintios 4:16).

Escuchar atentamente favorece la concentración. Dice Matthew: “Trato de anticiparme a lo que el orador dirá en su discurso, y entonces veo cómo lo hace”. Pregúntate: “¿Cuáles son las ideas principales que se van a tratar? ¿Cómo puedo utilizar lo que se está enseñando?”. Adelantarte a lo que el orador dirá a continuación puede ayudar a que te concentres.

Trata de seguir su razonamiento. Fíjate en los argumentos bíblicos que emplea. Reflexiona en las ideas principales y resúmelas. Toma apuntes breves y significativos. Cuando se pida al auditorio que participe, hazlo. Así mantendrás la mente ocupada y evitarás ponerte a pensar en otra cosa.

Hay que reconocer que no es fácil escuchar a un orador carente de entusiasmo o cuya presentación no tenga vida. Recuerda la opinión que expresaron algunos cristianos del siglo I sobre la oratoria de Pablo: “Su presencia en persona es débil, y su habla desdeñable” (2 Corintios 10:10). Mas Pablo respondió a tal crítica diciendo: “Aunque yo sea inexperto en el habla, ciertamente no lo soy en conocimiento” (2 Corintios 11:6).

En efecto, si quienes escuchaban a Pablo hubieran mirado más allá de su oratoria y se hubieran centrado en la sustancia de su mensaje, habrían aprendido muchas de “las cosas profundas de Dios” (1 Corintios 2:10). De igual manera, tú puedes aprender hasta de un orador monótono si te concentras y escuchas. ¿Quién sabe? A lo mejor menciona un matiz de significado o aplica un texto bíblico de una forma que nunca se te había ocurrido.

Las palabras de Jesús en Lucas 8:18 sintetizan muy bien el asunto: “Presten atención a cómo escuchan”. De acuerdo, concentrarte en vez de distraerte exige esfuerzo y práctica; pero con el tiempo cosecharás los beneficios. Aprender a concentrarse se traduce en mejores calificaciones y, lo que es más importante, en crecimiento espiritual.

Artículo publicado en la revista ¡Despertad! del 22 de Septiembre de 1998. Para complementar el tema lea: ¿Cómo puedo cumplir a tiempo con mis deberes?. Ambos editados por los testigos de Jehová.