Entradas populares

Buscar en este blog

jueves, 3 de abril de 2014

Los derechos humanos: ¿serán alguna vez garantizados?

CONSIDERE por un momento los siguientes mandamientos:
“No debes asesinar.”
“No debes hurtar.”
“No debes dar testimonio falsamente como testigo contra tu semejante.”
“Una misma decisión judicial debe aplicarse a ustedes. El residente forastero debe resultar ser lo mismo que el natural.”
Estos mandamientos formaban parte de una ley que se escribió hace casi 3.500 años y que gobernó la vida de una nación por más de 1.500 años. El autor de esa ley o código ciertamente tenía entendimiento de los derechos humanos.
Esos mandamientos nos recuerdan algunos de los principios que se encuentran en la Declaración Universal de Derechos Humanos, como en el Artículo 3, donde se declara que todo individuo tiene derecho a la “vida, a la libertad y a la seguridad de su persona,” o el Artículo 7, donde se declara que todos los seres humanos son “iguales ante la ley.”

Cuando la gente obedecía esa antigua ley, esto contribuía mucho a garantizar la ‘vida, la libertad y la seguridad’ de la gente que vivía en aquellos días.—Éxo. 20:13, 15, 16; Lev. 24:22.

Las citas anteriores se han tomado de la ley que se dio a la nación de Israel durante el tiempo de Moisés. Desde luego, en aquel tiempo también había otras naciones que tenían leyes. Pero hubo una cosa que hizo que esta ley fuera muy diferente de cualquiera de las que existían entonces. Independientemente de la superioridad de su tono moral y de las provisiones que hacía, esta ley no se originó de una fuente humana.

Moisés indicó que ésta tenía una fuente sobrehumana cuando dijo a los israelitas: “Escucharás la voz de Jehová tu Dios para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley.”—Deu. 30:10.

Esto nos muestra que un poder más alto que el hombre está interesado en lo que hoy día se conoce como los “derechos humanos.” Ese poder no es otro sino el Creador del hombre, Jehová Dios. Él ha prometido que dentro de poco tiempo se acatarán u observarán todos los derechos humanos, para provecho de todo individuo.

El registro del Creador en cuanto a los derechos humanos


La Biblia contiene el registro de los tratos de Dios con la humanidad. El término moderno “derechos humanos” realmente no aparece en ésta. Sin embargo, en las Escrituras se mencionan con frecuencia cosas que hoy día se consideran como “derechos humanos.”

Jehová Dios bendijo al hombre con abundancia de ‘vida, libertad y seguridad’ en el mismísimo principio de la raza humana. Creó a la primera pareja, Adán y Eva, de manera perfecta. Esto significaba que no tendrían que morir... ciertamente una medida de vida que ningún gobierno moderno puede dar.

Aquella primera pareja tuvo libertad en el sentido de que tenía libre albedrío, y además, toda la Tierra era su dominio. Uno de los privilegios que Dios les ofreció fue el de que fueran ‘fructíferos y se hicieran muchos y llenaran la tierra y la sojuzgaran.’

También disfrutaban de seguridad, incluso de seguridad económica. No había ninguna clase de amenaza al bienestar de ellos. Hasta los animales estaban en paz con ellos, pues a la pareja humana se le había dado dominio sobre “los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra.”—Gén. 1:28.

Dios mismo era la autoridad que garantizaría la realización de aquellas bendiciones. Pero Adán y Eva tenían que acogerse a aquella autoridad. Si se dirigían a alguna otra autoridad, entonces ya no estaría garantizada la realización de aquellas bendiciones. Jehová hizo mención de solo una limitación a la libertad que tenía la primera pareja. Dijo: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes comer de él, porque en el día que comas de él positivamente morirás.”—Gén. 2:16, 17.

Hay quienes quizás presenten la objeción de que aquí Dios estaba limitando la libertad de Adán. Pero los derechos humanos, o la libertad, nunca pueden ser absolutos. Tal como la continuación de la vida de Adán dependía de que comiera, bebiera y durmiera, del mismo modo ésta también dependía de que obedeciera a la única autoridad que podía garantizarle que disfrutaría de felicidad.

Se priva a la humanidad de la bendición de Dios

Adán y Eva no permanecieron en aquella bendita situación. Una criatura invisible de la región de los espíritus, que llegó a ser conocida como Satanás, puso una tentación ante Eva. Fue entonces cuando por primera vez se vio el modo de pensar egoísta, lo cual ha sido un rasgo tan prominente de la historia humana.

Eva, en respuesta al razonamiento falso de Satanás, vio “que el árbol [del conocimiento de lo bueno y lo malo] era bueno para alimento y que a los ojos era algo que anhelar, sí, el árbol era deseable para contemplarlo. De modo que empezó a tomar de su fruto y a comerlo.” (Gén. 3:6) Por lo tanto, Eva, y más tarde Adán, rechazaron a la única autoridad que podía garantizarles la felicidad. Prestaron atención a las seductoras sugerencias de alguien que no estaba interesado en el bienestar de ellos.

El resultado, según mostró Jesucristo más adelante, fue castastrófico. Refiriéndose a Satanás, el dijo: “Ese era homicida cuando principió.” (Juan 8:44) Sí, Adán y Eva murieron debido al pecado que cometieron. Pero Satanás había causado la muerte de éstos tan ciertamente como si los hubiese matado.

Él hizo que ellos perdieran la vida con la cual habían sido bendecidos. Jesús también dijo: “Todo hacedor de pecado es esclavo del pecado.” (Juan 8:34) Por lo tanto, ellos también perdieron la libertad. Ahora eran esclavos del pecado, y estaban bajo una autoridad que los oprimiría, la de Satanás. Finalmente también perdieron la seguridad. Caín, el hijo mayor de ellos, mató a su hermano, Abel, y la subsiguiente historia de los hijos de la primera pareja fue una de creciente inseguridad.

En realidad, lo que vemos que está ocurriendo hoy día es sencillamente la secuela de lo que hicieron Adán y Eva. El hombre todavía no ha regresado a la gobernación del Único que puede garantizarle la felicidad y bendecirlo con lo que se conoce como “derechos humanos.” Hasta que dé ese paso, nunca disfrutará de esos derechos.

Se garantizarán los derechos humanos


¿Hay alguna posibilidad de cosas mejores en el futuro cercano? Sí, la hay, porque el Creador tiene un profundo y duradero interés en la raza humana. Jehová Dios ha puesto un límite al período en el cual a los hombres se les permitirá gobernar la Tierra.

Dios ha nombrado a un rey que gobernará a la humanidad. Ese rey restaurará todos los derechos, o bendiciones, que una vez el hombre tenía.

En la Biblia se hace referencia a ese cambio de gobernación en Isaías 32:1: “¡Mira! Un rey reinará para justicia misma; y en cuanto a príncipes, ellos gobernarán como príncipes para derecho mismo.” El rey es Jesucristo, y, al tiempo señalado por Dios, los príncipes que Cristo nombre se asegurarán de que la justicia y la rectitud existan por toda la Tierra.

En conformidad con la Biblia, dentro de muy poco tiempo esa autoridad sustituirá las numerosas formas de gobierno que existen hoy día, y producirá una nueva era en la cual se harán las cosas a la manera de Dios. Durante siglos los cristianos han pedido esto en oración al decir: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad.” Cuando se dé respuesta a esa oración, en esta Tierra se acatarán los derechos humanos como nunca antes.—Mat. 6:9, 10.

Se disfrutará del “derecho a la vida” de un modo que es difícil de concebir ahora. Jesús dijo: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16) Ni el más ferviente activista en pro de los derechos humanos puede garantizar que dará vida eterna. Pero Dios sí la dará, y la calidad de esa vida se muestra más ampliamente en Revelación 21:4: “Él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”

A las naciones ya no se les permitirá que torturen, efectúen matanzas u opriman a sus súbditos. Esta autoridad divina será lo suficientemente poderosa como para evitar que se cometan los abusos de cualquier índole, y para traer tranquilidad a la humanidad. “Él ciertamente dictará el fallo entre muchos pueblos, y enderezará los asuntos respecto a poderosas naciones lejanas. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra. Y realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.”—Miq. 4:3, 4.

¿Qué hay de la religión?

Quizás usted se pregunte: ‘Pero, ¿qué hay de la libertad religiosa? Y, ¿cómo podrá haber una comunidad moral en la cual todos los individuos respeten los derechos de sus vecinos?’ De hecho, estos dos puntos están relacionados entre sí.

Habrá libertad religiosa en el sentido de que cada cual tendrá libertad para adorar al único Dios verdadero sin estorbos. Pero Jesucristo no permitirá la existencia de toda forma de religión. Considere esto por un momento: Hubo un tiempo en que, en la India, ciertos fanáticos de la diosa Kali, llamados thug, solían estrangular a la gente como sacrificio a su diosa. Creían sinceramente que eso era lo que ella exigía. ¿Era incorrecto poner trabas a la libertad de adoración de ellos y proscribir aquella práctica? Desde luego que no.

¡Pero aquélla no ha sido la única práctica religiosa censurable de la historia! ¿Debe permitirse que los devotos fanáticos violen los derechos de la gente por medio de torturarlas en inquisiciones, o por medio de matarlas en guerras o cruzadas, o por medio de enseñarles mentiras? No. La realidad es que la religión verdadera es tan necesaria como el comer y el respirar; pero la religión falsa es tan perjudicial al hombre como el consumir veneno y respirar un gas letal. Por lo tanto el hombre tiene que tener tanto el conocimiento de lo que Dios mismo indica que es religión verdadera como libertad para poner ese conocimiento en práctica.

Eso es exactamente lo que sucederá. El Hijo de Dios, Jesucristo, se asegurará de que cada cual reciba ayuda para aprender la adoración verdadera y ponerla en práctica. Como consecuencia de ello se producirá una comunidad verdaderamente moral en la cual los derechos humanos realmente existirán. Tal como promete la Biblia: “No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas están cubriendo el mismísimo mar.”—Isa. 11:9.

Artículo publicado en la revista "¡Despertad!" del 08 de Febrero de 1980. Para completar el tema lea el folleto: "¿Dejaremos de sufrir algún día?" ambos editados por los testigos de Jehová.