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lunes, 5 de mayo de 2014

La apacibilidad ¿fuerza o debilidad?

¿QUÉ es más agradable... un día tempestuoso, borrascoso, desagradablemente frío, o un día de primavera calmante y apacible? ¿Con quién es más agradable estar... con una persona que es áspera, de palabras cortantes, que se irrita fácilmente, o con la que mantiene su equilibrio en medio de circunstancias penosas y que trata de manera razonable con las demás? ¿Con cuál de esas dos personas puede trabajar usted y esperar lo mejor?

Cuando disfrutamos de tiempo apacible no pensamos en que éste sea inestable, insatisfactorio y de alguna manera inferior al tiempo tempestuoso. Igualmente, el que alguien sea apacible no significa que esa persona sea débil ni menos apta para hacer que se efectúen las cosas que una persona impetuosa y exaltada.

Por lo tanto, la apacibilidad no significa debilidad. Tampoco es una tranquilidad completamente serena o habla suave, que pase por alto la importancia o urgencia de un asunto. Pues “apacible,” que a menudo se vierte “manso” en la Biblia, es traducción de la palabra griega praus. William Barclay, un docto en griego, dice: “Hay delicadeza en praus, pero detrás de la delicadeza hay la fuerza del acero.”

Otro diccionario declara que la palabra bíblica para “apacibilidad” se refiere a “esa disposición de espíritu con la cual aceptamos como buenos, y por lo tanto sin disputar ni resistir, los tratos de Dios con nosotros.” Esta obra también dice: “La apacibilidad no consiste únicamente en el comportamiento exterior de una persona; ni siquiera solo en sus relaciones con sus congéneres; e igualmente poco consiste en simplemente su disposición natural. Más bien, es una gracia del alma que ha sido tejida en uno.”

Esto concuerda con la Biblia, que señala que la apacibilidad verdadera no es una cualidad innata, sino que es un fruto del espíritu de Dios. (Gál. 5:22, 23) Proviene principalmente de desarrollar una relación con Dios.

Por lo tanto, la apacibilidad no es un simple despliegue exterior de tranquilidad, un presentarse ante otros con habla suave. Refleja la personalidad vigorosa pero apacible de Dios. Quizás haya quienes hablen con suavidad y siempre parezcan muy bondadosos. Sin embargo, esas personas pueden ser como ‘un puño de hierro en guante de terciopelo,’ y realmente estar encubriendo una naturaleza áspera con habla suave. O quizás sean inflexibles e irrazonables. Pero la persona genuinamente apacible sabe que siempre se deben observar la racionalidad y el equilibrio, pero que no deben faltar la firmeza ni la franqueza.—Ecl. 3:1, 2, 7.

Jesús dijo de sí mismo: “Soy de genio apacible y humilde de corazón.” (Mat. 11:29) Pero era firme cuando era necesario. Cuando un oficial del sumo sacerdote judío abofeteó a Jesús durante su juicio, Jesús dijo: “Si hablé mal, da testimonio respecto al mal; mas si bien, ¿por qué me pegas?” (Juan 18:22, 23) Jesús también corrigió muy enérgicamente al apóstol Pedro cuando, sin darse cuenta de lo que hacía, Pedro trató de quebrantar la integridad de Jesús.—Mat. 16:21-23.

Por otra parte, aunque Jesús tenía gran poder a su mando (podía pedir doce legiones de ángeles a cualquier hora), nunca se hizo áspero ni irrazonable. (Mat. 26:53) Aunque hizo lo bueno y nunca se ensalzó, fue tratado mucho peor que un esclavo, pero, como dijo el apóstol Pedro: “Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia.”—1 Ped. 2:23.

De modo que la persona apacible aguanta mucho sin recurrir a la aspereza. Pero hay veces en que quizás se aparte del habla suave con los que manifiestan un espíritu desobediente o rebelde.—1 Cor. 4:21.

La apacibilidad no consiste simplemente en el tono que se usa, sino principalmente en lo que se dice. Por lo tanto, la apacibilidad verdadera exige que se ejerza sabiduría bíblica. Santiago habló de una “apacibilidad que pertenece a la sabiduría.” (Sant. 3:13) Los Proverbios dicen: “Una respuesta, cuando es apacible, aparta la furia,” y “una lengua apacible misma puede quebrar un hueso.” (Pro. 15:1; 25:15) La respuesta tiene que contener sabiduría para mover a otros. Una respuesta de esa clase puede quebrar la oposición más dura.

Cuando la mujer llamada Abigaíl le suplicó a David, no fue tanto la suavidad del tono de Abigaíl como su argumento vigoroso, sensato, y al mismo tiempo el hecho de que ella fuera respetuosa y apacible, lo que hizo que David se volviera del calor de la ira cuando iba a degollar la casa de Nabal. Abigaíl le dijo a David:


“Por favor, no fije mi señor su corazón en este hombre Nabal que no sirve para nada, porque, como es su nombre, así es él. Nabal es su nombre, y la insensatez está con él. . . . Y ahora, señor mío, tan ciertamente como que Jehová vive y vive tu alma, Jehová te ha retenido de entrar en la culpa de sangre y de hacer que tu propia mano se dirija a tu salvación. . . . Porque Jehová le hará a mi señor el bien para contigo conforme a todo lo que ha hablado.”—1 Sam. 25:23-35.


De manera similar, Gedeón dio una respuesta apacible con sabiduría a la tribu de Efraín, que trató de buscar riña con él. Gedeón no fue comisionado por Dios para participar en guerra intertribual, y no quería dificultades con Efraín. Su respuesta apacible los desarmó completamente.

Contestó: “¿Pues qué he hecho yo en comparación con ustedes? ¿No son mejores las rebuscas de Efraín que la vendimia de Abiezer [o los abiezritas, los compañeros guerreros de Gedeón]? Fue en mano de ustedes que Dios dio a los príncipes de Madián, a Oreb y Zeeb, ¿y qué he podido hacer yo en comparación con ustedes?” Como resultado de esto, “el espíritu de ellos se calmó para con él.” La apacibilidad verdadera produce apacibilidad por parte de otros.—Jue. 8:1-3.

Si una persona no despliega apacibilidad normalmente, esto puede indicar arrogancia de su parte. La humildad acompaña a la apacibilidad verdadera, pues las Escrituras dan a los cristianos la amonestación de andar “con completa humildad de mente y apacibilidad.”—Efe. 4:2.

La apacibilidad es un requisito para toda persona de la congregación. Los ancianos tienen que ‘instruir con apacibilidad’ y restaurar con apacibilidad a los descarriados. (2 Tim. 2:25; Gál. 6:1) Los más nuevos y más jóvenes deben ‘aceptar con apacibilidad la implantación de la palabra,’ sin presentarle resistencia.—Sant. 1:21.

Y aunque los hombres de la congregación llevan la delantera en la oración, hablan desde la plataforma y enseñan, las mujeres pueden efectuar su parte que lleve a la espiritualidad y bienestar de la congregación. ¿Cómo? El apóstol Pedro dice que pueden hacerlo dejando que su adorno sea “la persona secreta del corazón en la vestidura incorruptible del espíritu tranquilo y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios.” (1 Ped. 3:4)

La ropa material puede ser hermosa cuando está nueva. Sin embargo, se gasta, se deteriora y hasta se hace anticuada. Pero un espíritu apacible es “incorruptible,” y Dios preservará a la persona que tenga un espíritu de esa índole.

Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Enero de 1977. Para ampliar el tema lea: "¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?"