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viernes, 3 de mayo de 2013

Gozoso a pesar de mi desventaja (Relatado por Li Du-yong) Segunda parte

OTROS CAMBIOS, Y MI DEDICACIÓN

Después de haber sido herido en la guerra, el beber y fumar en demasía habían llegado a ser muy importantes en mi vida. Eran las únicas cosas que en aquel tiempo parecían suministrarme alivio mental y físico. Pero después de unos tres meses de estudio bíblico y asociación con los Testigos, que ni usan tabaco ni se emborrachan, vi que tenía que abandonar aquellos hábitos inmundos. Debido a la condición física y mental en que me encontraba entonces, ya no necesitaba el apoyo de aquellos hábitos que habían sido como muletas. La verdad bíblica estaba dando atención, no a los síntomas de mis problemas, sino a las causas de éstos. Como resultado, se enriquecía la calidad de mi vida.

Según las costumbres coreanas, el cabeza de familia toma la delantera en la adoración de los antepasados, y se espera que todos los hermanos menores y las esposas de éstos sigan su ejemplo. Las ocasiones para la adoración de los antepasados se presentan diferentes veces cada año. Después de darme cuenta de que la Palabra de Dios muestra que los muertos están inconscientes y no pueden ayudarnos ni molestarnos, rehusé participar en aquella adoración falsa. (Ecl. 9:5, 10) Aquello fue una sacudida para mi hermano. Porque yo no participaba, le presentó más oposición a mi esposa. Para ella fue extremadamente difícil aguantar aquella oposición y llegar a ser Testigo.

Alrededor de nueve meses después de mi primera conversación con los Testigos, se celebró una asamblea nacional en Seúl. Por primera vez estuvo presente allí un miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, N. H. Knorr. Sus estimulantes discursos bíblicos me conmovieron. Aquella gran asamblea fortaleció mi fe al ver la organización y orden de los concurrentes, y el interés que mostraban en los demás. En aquella ocasión, en abril de 1956, me bauticé en símbolo de mi dedicación para servir a Jehová Dios, junto con más de 300 otros concurrentes a la asamblea.

CONFIANDO EN JEHOVÁ

Mis primeros socios en los negocios eran veteranos como yo, y uno de ellos se bautizó conmigo. Sin embargo, otros socios se aprovecharon de mí debido a que yo dedicaba mucho tiempo a las reuniones cristianas, al estudio bíblico y a predicar a otras personas. Con el tiempo atrajeron a sí a todos mis clientes y establecieron su propio negocio. Para pagar nuestras deudas, tuve que vender la casita que tenía, y por algún tiempo nuestra familia vivió en un refugio temporero bajo un techo de lona alquitranada.—Mat. 6:33.

Puesto que era veterano, yo podía conseguir trabajos bien remunerados. Sin embargo, el aceptar aquellos trabajos habría requerido que violara mi conciencia cristiana, pues los trabajos estaban relacionados con actividades que en la Biblia se describen como inaceptables para los siervos de Dios.—Isa. 2:4.

Sin embargo, obtuve ayuda de una fuente inesperada; el director de un hospital para personas incapacitadas me propuso hacer artículos tejidos a punto para uso del hospital. Aunque yo no tenía ninguna experiencia en aquel oficio, confié en Jehová y consideré el trabajo seglar como la manera en que Él nos suministra lo que necesitamos. Por los pasados cinco años, con la ayuda de mi hijo, hemos podido ganar lo suficiente como para vivir razonablemente cómodos sin interrumpir las responsabilidades y privilegios que tenemos en la congregación cristiana.

MI FAMILIA SE UNE A MÍ EN LA ADORACIÓN VERDADERA

Yo llevaba regularmente a mis hijos al Salón del Reino, y recuerdo ocasiones difíciles en que los pequeñitos se envolvían en travesuras mientras yo estaba en la plataforma. Aunque mi esposa se oponía a toda disciplina de índole física, yo pensaba que había un tiempo y lugar apropiado para ésta. Al caminar de las reuniones al hogar yo aprovechaba un terreno vacío que había en el camino para sentarme un rato con ellos y razonar en cuanto a por qué deberían comportarse bien. Algunas veces, cuando sabían que se merecían algunas nalgadas, salían corriendo más rápido de lo que yo podía avanzar con mis muletas y escapaban de este aspecto de su educación. Ahora todos reflexionamos en ello y nos reímos, pero en aquel tiempo yo ciertamente envidiaba a los padres a quienes no les faltaba ninguna extremidad.

Mi esposa se bautizó en 1969 después que comenzó a estudiar la Biblia y se fortaleció espiritualmente al grado de enfrentarse a mi hermano mayor en asuntos de la adoración de los antepasados. Esto añadió a la riqueza de nuestra vida familiar, y el educar a los hijos dejó de ser el problema que había sido. Nos alegramos cuando nuestra hija mayor se casó con un siervo ministerial de otra congregación.

Hemos tenido una meta al criar a nuestros hijos. Esta ha sido la de cultivar en el corazón de ellos el deseo de servir a Jehová. Hemos puesto ante ellos como meta muy deseable la actividad de predicar y enseñar en servicio de tiempo completo. Y todos nuestros hijos han participado en este magnífico servicio. Nuestra segunda hija, Mi-Ji, ha estado en este servicio de tiempo completo desde 1974, y esto ha ayudado espiritualmente a nuestra familia.

ACTIVIDADES DE CONGREGACIÓN

Unos cuatro años después de mi bautismo se formó una congregación cerca de nuestra casa, y recibí el nombramiento de siervo de congregación (superintendente presidente). Desde entonces hemos formado otras tres congregaciones, de aquélla. Yo he estado especialmente interesado en dar atención a los esposos no creyentes de nuestras hermanas cristianas, y hasta el momento he podido ayudar a más de 30 de éstos a llegar a ser Testigos. Más tarde éstos reconocieron que mi condición física les hizo sentir que no podían rehusar hablarme. Otros esposos, que no han aceptado la verdad, por lo menos han sido más comprensivos con sus esposas cristianas, quienes han apreciado esto.

Un esposo creía en las enseñanzas de Confucio y se oponía muchísimo a su esposa, mayormente porque creía que el lugar de la esposa era el hogar, y que la mujer debería estar allí siempre. Desde luego, esto significaba que ella no podría asistir a las reuniones cristianas ni participar en predicar a otros fuera del hogar. Lo visité en varias ocasiones y entablé cierta amistad con él. Finalmente, persuadido por su esposa, consintió en asistir a una sesión de una de nuestras asambleas. Quedó tan impresionado por las personas que vio y conoció allí, y por el programa, que, de camino a su hogar, me visitó y me pidió que condujera un estudio bíblico con él. Ahora sirve de anciano en la congregación cristiana.

Ha pasado casi un cuarto de siglo desde que comencé a aprender la verdad de la Biblia, la cual ha dado tanto significado y esperanza a mi vida. Nunca he perdido la confianza en las preciosas promesas de Dios, y esto es lo que ha llenado de tanto gozo mi vida, a pesar de mi desventaja física.

Articulo publicado en la revista "La Atalaya" con fecha del 01 de enero de 1980