Entradas populares

Buscar en este blog

viernes, 29 de noviembre de 2013

Leaving (Pet Shop Boys)



I know enough's enough and you're leaving
You've had enough time to decide on your freedom
But I can still find some hope
To believe in love

Our love is dead, but the dead don't go away
They made us what we are, they're with us everyday
Our love is dead but the dead are still alive
In memory and thoughts,
and the context they provide

I know enough's enough and you're leaving
You've had enough time to decide on your freedom
But I can still find some hope
To believe in love

I know enough's enough and you're leaving
You've had enough time to decide on your freedom
But I can still find some hope
To believe in love

Our love is dead,-our love is dead-
But the dead are here to stay -don't go away-
They made us what we are -that's what we are-
They're with us everyday -oh everyday-

In darkest night -in darkest night-
The memory keeps us strong -it keeps us strong-
And if our love is dead -our love is dead-
It won't be dead for long -no not for long-


I know enough's enough and you're leaving
You've had enough time to decide on your freedom
But I can still find some hope
To believe in love
I know enough's enough and you're leaving
You've had enough time to decide on your freedom
But I can still find some hope
To believe in love -believe in love-
-Don't go away-


Te marchas de aqui (Pet Shop Boys)


Lo sé, has tenido bastante y te marchas de aqui,
has tenido suficiente tiempo para decidir sobre tu libertad,
pero podemos encontrar algo de esperanza
para creer en el amor.

Nuestro amor está muerto, pero los muertos no se van,
nos hicieron lo que somos, están con nosotros todos los días.
Nuestro amor está muerto, pero los muertos están todavía vivos
en recuerdos y pensamientos,
y en el contexto que nos proporcionan

Lo sé, has tenido bastante y te marchas de aqui,
has tenido suficiente tiempo para decidir sobre tu libertad,
pero podemos encontrar algo de esperanza
para creer en el amor.

Lo sé, has tenido bastante y te marchas de aqui,
has tenido suficiente tiempo para decidir sobre tu libertad,
pero todavía podemos encontrar algo de esperanza
para creer en el amor.

Nuestro amor está muerto
-nuestro amor está muerto-
pero los muertos están aquí para quedarse -no te vayas lejos-
Nos hicieron lo que somos -eso es lo que somos-
están con nosotros todos los días -
oh, todos los días-

en la noche más oscura -en la noche más oscura-
el recuerdo nos mantiene fuertes
-nos mantiene fuertes-
y si nuestro amor está muerto -nuestro amor está muerto-
no estará muerto mucho tiempo -no, no por mucho tiempo-.

Lo sé, has tenido bastante y te marchas de aqui,
has tenido suficiente tiempo para decidir sobre tu libertad,
pero todavía podemos encontrar algo de esperanza
para creer en el amor.
Lo sé, has tenido bastante y te marchas de aqui,
has tenido suficiente tiempo para decidir sobre tu libertad,
pero todavía podemos encontrar algo de esperanza
para creer en el amor -creer en el amor-
-No te vayas lejos-

¡Tan feliz de estar viva!

TRES veces intenté suicidarme. Pero... ¡Ahora estoy tan feliz de estar viva!

Me crié en un hogar quebrantado. Según mis recuerdos más remotos, mis padres nunca se llevaron bien. Por fin, cuando se divorciaron, me mandaron a una escuela de internos. Entonces durante los días de fiesta mi hermana y yo nos quedábamos en casa de diferentes parientes, porque mi padre, que era marinero mercante, no podía cuidarnos. Ambas crecimos con la idea de que no había nadie que nos quisiera.

Durante mi adolescencia abandoné la Iglesia Católica Romana, porque sus enseñanzas me parecían contradictorias. Nunca pude creer en el tormento ardiente del infierno, ni en que fuera mi destino ir al cielo. Para mí, la muerte era sencillamente un tiempo de sosiego. Y en cuanto a que la vida actual tuviera algún significado, me parecía que mi existencia no tenía propósito alguno.

El matrimonio no resolvió mis problemas. Empecé a sentirme vencida por las cosas. De vez en cuando salía a visitar a amistades, pero muy a menudo me decían: “¡Ay, estoy a punto de salir!,” o: “¿Me haces el favor de hacerme esto?” Me vi corriendo tras ellas y ellas no estaban dándome a mí la atención que me parecía que necesitaba.

Me quedaba sentada leyendo libros casi todo el día. Dejé de cocinar. Dejé de hablar a la gente o de hacer cualquier cosa fuera de lo que era absolutamente necesario. La gente a mi alrededor no se fijaba en mí, o por lo menos así me parecía. Todo era tan raro. Me sentía desdichada, sola y desesperada porque me hacía falta alguien con quien pudiera hablar. Pero no había nadie. ¡Yo había excluido a todos de mi vida! Como resultado de todo esto hice mi primer intento de quitarme la vida.

¿Por qué recurrir al suicidio?

Cuando una persona se propone suicidarse (y muchos que se lo proponen hacen planes muy cuidadosos), la gente a su alrededor entra en una de tres categorías. En la primera, están aquellos a quienes la persona ama muchísimo, pero a quienes le parece que de alguna manera les ha fallado. Cree que estos seres queridos lo pasarían mejor sin él o ella. En la segunda categoría están aquellos a quienes la persona quisiera dar golpe por golpe. Piensa que estas personas le han herido tan seriamente que la mejor manera de herirlas es por medio de quitarse la vida... entonces ciertamente les remorderá la conciencia. En el tercer grupo están aquellos que la persona cree que no se interesan en ella en absoluto, y a quienes no les importará aun si algo le sucede a ella. Al contemplar el pasado, me doy cuenta de que las tres ideas desempeñaron un papel en mi modo de pensar.

Llegó el tiempo en que ya no podía hacer frente a todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor. Amaba a mis hijos tiernamente, pero estaba realmente convencida de que llevarían una vida mejor sin mí, puesto que yo era tan incapaz. Luego, cuando tuve un desacuerdo con mi esposo, razoné que ciertamente mi muerte le sería un terrible golpe. Por último, no había nadie a mi alrededor que se interesara por mí y con quien yo pudiera hablar de mis problemas.

Tramé mi muerte con cuidado. Abrí la llave del gas y me acosté para esperar la muerte. Cosa extraordinaria sucedió, en ese mismísimo momento mi esposo telefoneó para disculparse por nuestro desacuerdo. Puesto que nadie contestaba el teléfono, dejó el trabajo y vino a casa justo a tiempo. Alarmado por el olor a gas, rompió la puerta y me salvó la vida.

Cuando volví en mí, me sentí sumamente turbada y enojada. Mi sentido de frustración fue tan agudo que poco después intenté por segunda vez suicidarme. Había vuelto a tener un desacuerdo con mi esposo, pero, en vez de encararme a mis problemas, lo único que sabía hacer era huir de ellos. Si solo hubiera sabido cómo hacerles frente... pero tal no era el caso.

Me puse mi abrigo más pesado y caminé leguas, hasta el río Támesis. Razoné que, puesto que no sabía nadar, el peso del abrigo pronto me haría hundir. ¡Así fue! Pero, por pura casualidad, un bote de policía estaba por las cercanías del puente del cual yo me había lanzado. En cuestión de cinco o seis minutos me arrastraron a bordo. La policía me dijo que el mero peso de mi ropa mojada me hubiera arrastrado abajo y yo me hubiera ahogado si hubiesen llegado más tarde.

Al tirarme, me lastimé, así que pasé muchos meses en el hospital. Debido a esto, hicieron arreglos para que mis hijos recibieran cuidado y protección. Las autoridades trataron de rehabilitarme por medio de la religión, la sicología y la siquiatría. Pero nunca lograron mucho.

Después que me dieron de alta, comencé a tomar píldoras para mantenerme despierta, otras para tranquilizarme y aún otras para poder dormir... ¡hasta 20 diferentes clases de píldoras al día! Me di cuenta de que esta situación estaba perturbando mucho a mis hijos. Se me permitía traerlos a casa solo una vez a la semana, pero esto les estaba haciendo mucho daño. Así que de nuevo decidí librarlos, por medio de poner fin a mi existencia.

A una hora avanzada de la noche, fui a el lugar más desolado que me vino a la mente, y me tragué todo mi surtido de píldoras... toditas. En realidad, no debiera estar viva hoy para contarlo. Pero de madrugada un hombre que vivía cerca se despertó con el ladrido de su perro y decidió sacarlo a pasear. El hombre me halló tendida en la hierba. Se me llevó rápidamente a un hospital y me hicieron un lavado del estómago.

Cuando desperté, prorrumpí en lágrimas. Me sentía tan desconcertada y tan desgraciada. Me parecía que estaba en un cuarto muy oscuro. Mi soledad era tan profunda. No había nadie a quien pudiera acudir. Se me había salvado la vida, pero ¿para qué? ¡Cuánto deseaba morir!

Mi cuerda de salvamento... la oración


Bondadosamente mi esposo estableció un nuevo hogar para mí y los niños, y me resigné a cuidar de ellos hasta que tuvieran suficiente edad para cuidar de sí mismos. Entonces daría atención a lo que iba a hacer con mi vida. Todavía tenía un parecer derrotista.

Un día mi esposo conversó con un testigo de Jehová. Mi esposo invitó al Testigo a que volviera a visitarnos, y cuando vino yo hablé con él. Siempre había respetado la Biblia y quedé totalmente asombrada ante el conocimiento que este señor tenía de ella. A cada pregunta que le hacía, él me daba una respuesta... ¡una bella respuesta bíblica!

Como es de imaginarse, yo había estado sumamente deprimida en aquel entonces. Aunque yo sabía por instinto que había un Ser Supremo, nunca había sabido cómo comunicarme con él. Pero este hombre sabía orar... y ¡me enseñó a mí a orar! Recuerdo que pregunté: “¿Por qué orar en el nombre de Jesús? ¿Por qué orar a Dios? ¿Por qué no orar a Jesucristo? o ¿a María?” Se me dieron respuestas satisfactorias de las Escrituras. Fue como si alguien acabara de abrirme una puerta, y ¡qué agradecida estaba yo de entrar por ella!—Mat. 6:9; Juan 16:23, 24.

Y en aquel día ustedes no me harán pregunta alguna. Muy verdaderamente les digo: Si le piden alguna cosa al Padre, él se la dará en mi nombre. Hasta el tiempo actual ustedes no han pedido una sola cosa en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su gozo se haga pleno. (Juan 16: 23 y 24)


En cuestión de semanas, empecé a orar como nunca antes había orado. Descubrí que no tenía que valerme por mí misma. No tenía que hacer todo yo sola.

No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios;  y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús. (Filipenses 4: 6 y 7)

En aquel entonces había estado fumando de 60 a 70 cigarrillos al día. Pero en solo tres o cuatro semanas dejé el hábito. Ya no necesitaba esa muleta.

Pronto hallé gran gozo y contentamiento en compartir con mis vecinos el consuelo que las “buenas nuevas” me habían proporcionado. La asociación de la cual disfrutaba en las reuniones en el Salón del Reino local de los testigos de Jehová me suministró fortaleza adicional. A los seis meses, en mayo de 1975, dediqué mi vida a Jehová Dios.

Hace más de 10 años que la idea de suicidio comenzó a dominarme. Todavía me pongo deprimida de vez en cuando al sobrevenirme los problemas, pero me imagino que eso les sucede a todos. Pero ahora tengo un ‘poder que es más allá de lo normal.’
Sin embargo, tenemos este tesoro en vasos de barro, para que el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede de nosotros. Se nos oprime de toda manera, mas no se nos aprieta de tal modo que no podamos movernos; nos hallamos perplejos, pero no absolutamente sin salida; se nos persigue, pero no se nos deja sin ayuda; se nos derriba, pero no se nos destruye. (2 Corintios 4: 7 al 9) 


Tengo la ayuda de Jehová. Por triste que me sienta, Él siempre viene llamando a mi puerta... por supuesto, no en sentido literal, sino que de una manera u otra Él viene como para decirme: ‘¡No estás desamparada!’

Mi cuerda de salvamento que es la oración siempre está disponible. Estoy verdaderamente agradecida. Tengo mi vida, una familia amorosa y un propósito en la vida. ¿Qué más se puede pedir?—Contribuido

Experiencia relatada en la revista ¡Despertad! con fecha 22 de Diciembre de 1981. Hay personas que han luchado contra la depresión desde muy jóvenes, el artículo ¿Qué puedo hacer para no estar tan triste? puede ayudarles.