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martes, 29 de abril de 2014

Jehová, un ayudante sin igual (Primera parte)

“¿De dónde vendrá mi ayuda? Mi ayuda viene de Jehová, el Hacedor del cielo y de la tierra.”—Sal. 121:1, 2.
NO PUDIÉRAMOS tener mayor ayudante que el Creador, Jehová Dios. Toda cosa animada de la Tierra continúa beneficiándose de los ciclos naturales vitales para la vida que él puso en funcionamiento hace muchísimo tiempo. Si no fuese por la avaricia del hombre y la mala administración de los recursos de la Tierra, este planeta podría sostener cómodamente a una población humana mucho mayor sin perjuicio para las plantas y los animales. Correctamente el salmista inspirado pudo decir de Jehová Dios: “Estás abriendo tu mano y satisfaciendo el deseo de toda cosa viviente.”—Sal. 145:16.

Solo en raras ocasiones ha usado Jehová Dios su poder para retener el sol y la lluvia de los que obraban de modo contrario a su voluntad. (Éxo. 10:21; Amós 4:7) Como regla general, hasta las personas faltas de aprecio se han beneficiado de sus generosas provisiones. Jesucristo llamó la atención a este hecho, diciendo: “Él hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos.”—Mat. 5:45.

Si el Todopoderoso muestra bondad tan grande aun a criaturas humanas desagradecidas, ¡cuánta confianza podemos tener en que jamás abandonará a los que lo aman intensamente! Él “es amador de justicia y derecho.” (Sal. 33:5) Por lo tanto, podemos estar seguros de que jamás pasará por alto las necesidades de su pueblo ni dejará de contestar sus clamores por auxilio. David, un siervo fiel de Dios, declaró: “Jehová está cerca de todos los que lo invocan, de todos los que lo invocan en apego a la verdad. Ejecutará el deseo de los que le temen, y oirá su clamor por auxilio, y los salvará.”—Sal. 145:18, 19.

PODER SIN PAR PARA AUXILIAR


Nada puede impedir que Jehová Dios ayude a su pueblo. Él puede prestar ayuda en medio de toda circunstancia Su poder es tan grande que puede mantener al universo físico en existencia por toda la eternidad. Esto se desprende claramente de Salmo 148:2-6, donde se nos dice que Jehová Dios hace que el Sol, la Luna y las estrellas ‘subsistan para siempre, hasta tiempo indefinido.’

Sí, Jehová controla tremendas fuerzas naturales y puede usarlas para efectuar su voluntad. Señalándole esto a su siervo leal Job, Dios dijo: “¿Has entrado en los almacenes de la nieve, o ves siquiera los almacenes del granizo, que yo he retenido para el tiempo de angustia, para el día de pelea y guerra?” (Job 38:22, 23) Cuando es su propósito, Jehová, por el funcionamiento de su espíritu, hasta puede producir y controlar terremotos, dirigir los relámpagos y secar mares y ríos.—1 Sam. 14:15; 2 Sam. 22:15; Sal. 66:6; 74:15.

El espíritu santo o fuerza activa es como un poderoso instrumento siempre a disposición de Jehová. Cuando uno de sus siervos se encuentra en una circunstancia penosa, por medio de Su espíritu el Todopoderoso puede hacer que la mente de éste recuerde principios bíblicos y ayudarlo a ver cómo éstos aplican en su caso. (Juan 14:26)

De esta manera se fortalece al individuo para que aguante y conserve excelente conducta. Por medio de usar su espíritu, Jehová Dios puede incitar el corazón y la mente de sus siervos a responder a las necesidades de sus compañeros de creencia e ir en su ayuda. (Mar. 10:29, 30) Por medio de su espíritu, Jehová puede, a veces, hasta impeler a los gobernantes a hacer lo que él desea. Como dice Proverbios 21:1: “El corazón de un rey es como corrientes de agua en la mano de Jehová. Adondequiera que se deleita en hacerlo, lo vuelve.”

El Altísimo también tiene a su mando millones de ángeles poderosos. (Dan. 7:10) El hecho de que él usa a éstos para ayudar a sus siervos en la Tierra se muestra en Salmo 34:7, donde leemos: “El ángel de Jehová está acampando todo alrededor de los que le temen, y los libra.”

UN REGISTRO SOBRESALIENTE

A fin de dar a sus siervos una base segura para tener fe en su aptitud sin par como Ayudante, Jehová Dios ha suministrado un registro confiable de muchos de sus actos salvadores. Ese registro, que se encuentra en la Biblia, puede efectuar para nosotros lo que una visión milagrosa efectuó para un servidor del profeta hebreo Eliseo.

He aquí lo que sucedió: Un fuerte contingente militar de Siria rodeó a la ciudad israelita de Dotán, con la resolución de apoderarse del profeta Eliseo. Lleno de temor, el servidor de Eliseo exclamó: “¡Ay, amo mío! ¿Qué haremos?” “No tengas miedo,” fue la respuesta de Eliseo, “porque hay más que están con nosotros que los que están con ellos.”

Entonces “Eliseo se puso a orar y decir: ‘Oh Jehová, ábrele los ojos, por favor, para que vea.’ Inmediatamente Jehová le abrió los ojos al servidor, de manera que vio; y, ¡mire! la región montañosa estaba llena de caballos y carros de guerra de fuego todo alrededor de Eliseo.” (2 Rey. 6:15-17) Aquella visión milagrosa no fue ilusión. Jehová Dios sí intervino, e hirió a la fuerza militar siria con una forma temporal de ceguera y frustró así sus planes de tomar cautivo a Eliseo.—2 Rey. 6:18-23.

Verdaderamente conmovedores son los muchos relatos que fortalecen nuestra fe acerca de las liberaciones que Jehová efectuó para su pueblo. Una de esas asombrosas liberaciones, que envolvió el uso de fuerzas naturales, sucedió cuando los israelitas estuvieron bajo la opresión del rey cananeo Jabín.

Jehová Dios levantó a Barac para librar a los israelitas. Barac reunió una fuerza de diez mil hombres y se apostó en el monte Tabor. Inmediatamente, Sísara, el jefe del ejército de Jabín, descendió con una fuerza muy superior de soldados bien equipados y 900 carros a la llanura por la cual corre el Cisón.

Entonces, Jehová Dios acudió en socorro de Barac y sus hombres. Evidentemente por medio de una inundación producida por una tremenda tormenta Jehová inmovilizó al ejército de Sísara. Las aguas del río crecido convirtieron la tierra en lodo. Los caballos y los carros se hundieron en el lodazal.

Los soldados de Sísara huyeron aterrorizados delante de los hombres de Barac. “Todo el campamento de Sísara cayó a filo de espada. No quedó ni siquiera uno.” El río crecido, el Cisón, aumentado por sus tributarios, se llevó sus cadáveres. En cuanto a Sísara, el jefe del ejército, huyó a pie y pereció ignominiosamente a manos de una mujer, Jael la esposa de Heber el quenita.—Jue. 4:12-21; 5:20, 21.

Hubo ocasiones en las cuales los ángeles figuraron de manera prominente en los grandes actos del Todopoderoso. “Diputaciones de ángeles” participaron en azotar con plagas devastadoras a Egipto cuando Faraón rehusó dar la libertad a los israelitas esclavizados. (Sal. 78:43-51)

Siglos más tarde, el ejército asirio bajo Senaquerib amenazó con capturar a Jerusalén, la capital del reino de Judá. Puesto que el fiel rey Ezequías ocupaba el trono, Jehová Dios no permitió que esto sucediera. En una sola noche, el ángel de Jehová derribó a 185.000 de la hueste asiria... “todo hombre valiente, poderoso y . . . caudillo y jefe.” (2 Rey. 19:35; 2 Cró. 32:21) Senaquerib, habiendo perdido la parte más esencial de su ejército, se vio obligado a abandonar sus planes de sitiar a Jerusalén.

¿Tienen todavía los poderosos ángeles de Jehová la disposición y el intenso deseo de servir a favor de Su pueblo en la Tierra? ¡Ciertamente que sí! Cuando Jesús alertó a sus discípulos en cuanto a lo serio que era el causar tropiezo a otros, recalcó el interés de los ángeles en el asunto: “Miren que no desprecien ustedes a uno de estos pequeños; porque les digo que sus ángeles en el cielo siempre contemplan el rostro de mi Padre que está en el cielo.” (Mat. 18:10)

Las palabras de Jesús no necesariamente quieren decir que cada cristiano devoto tiene un ángel custodio especial asignado a él. Pero patentemente los ángeles se ocupan del bienestar espiritual de los cristianos verdaderos en conjunto. Esto se confirma en forma de pregunta en Hebreos 1:14: “¿No son todos ellos espíritus para servicio público, enviados para servir a favor de los que van a heredar la salvación?” ¡Qué maravillosa ayuda tenemos disponible por medio de los ángeles!

El caso de Jesucristo ilustra bien la maravillosa ayuda que Jehová suministra por medio de su espíritu. Un tremendo peso de responsabilidad descansaba sobre el Hijo de Dios. Él sabía que su Padre tenía absoluta confianza en él y hasta había predicho que él seguiría siendo un guardador de integridad sin tacha. Sin embargo, Jesús tenía que usar su facultad de libre albedrío.

Cualquier fracaso por parte de él hubiera significado su muerte eterna, hubiera puesto en tela de juicio la veracidad de su Padre y hubiera arruinado la oportunidad de las criaturas humanas imperfectas para ser libertadas del pecado y la muerte. Verdaderamente, Jesús necesitó el poder fortalecedor del espíritu de su Padre. Completamente consciente de lo que se requería de él, “Cristo,” dice la Biblia, “ofreció ruegos y también peticiones al que podía salvarlo de la muerte, con fuertes clamores y lágrimas, y fue oído favorablemente por su temor piadoso.” (Heb. 5:7)

El hecho de que Jesús retuvo su perfección hasta la mismísima muerte muestra que su Padre contestó sus clamores por ayuda, y fortaleció a su Hijo por medio de Su espíritu.

Artículo publicado en "La Atalaya" del 01 de Enero de 1977. También puede leer el libro "Ejemplos de fe". Ambos publicados por los testigos de Jehová.