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viernes, 7 de febrero de 2014

¿Qué hago si mis padres dan mal ejemplo?

Los jóvenes preguntan...

“Mi padre es cristiano desde hace diez años, pero ahora está inactivo. No estudia la Biblia ni es asiduo a las reuniones; se pasa todo el tiempo criticando a los hermanos de la congregación y tiene opiniones mundanas sobre la raza y tantísimos asuntos más. Pienso que tiene muchos defectos.” (Una adolescente.)
NINGÚN padre es perfecto. “Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios”, dice la Biblia. (Romanos 3:23.) Pero es cosa distinta cuando un padre o una madre desempeña el papel de cristiano modélico en público y sufre una horrible metamorfosis en privado. “Mi padre es muy simpático delante de la gente —dice una muchacha—, pero en casa es diferente. Es irritante. Nada de lo que hago le gusta, y hace sufrir a toda la familia. He llegado al punto de que ya no encuentro felicidad en la vida. Lo único que siento por él es odio.”

La ira y el rencor pueden ser particularmente intensos en el caso de los jóvenes que son víctimas de abuso en secreto. Una mujer llamada Mary relata que fue objeto de “violencia y abuso verbal y de todo otro tipo” a manos de su padre, un alcohólico encubierto, y recuerda con amargura: “La gente solía decirnos a nosotros, los hijos, lo afortunados que éramos al tener un padre tan maravilloso”.

La Biblia reprueba todo género de hipocresía. (Santiago 3:17.) Asimismo, advierte que aun entre los verdaderos adoradores de Dios habría quienes ‘esconderían lo que son’. (Salmo 26:4; compáralo con Judas 4.) No obstante, saber esto quizás no te sirva de mucho si el hipócrita resulta ser uno de tus padres, alguien a quien debes amar y respetar. Algunos jóvenes se debaten en un mar de emociones contradictorias. “Necesito ayuda —implora una joven—. La Biblia manda ‘honrar al padre’, pero no puedo honrar al mío.”

El verdadero significado de honrarlos

Es verdad que el mandamiento bíblico de honrar a los padres no contiene una ‘cláusula de escape’ para los jóvenes que consideran que los suyos no son merecedores de dicha honra. (Efesios 6:1, 2.) Sin embargo, cumplir con el precepto divino no significa forzosamente que uno apruebe su forma de vida o sea feliz por el trato que le dan. “Honrar”, según la Biblia, puede tener el significado restringido de reconocer la autoridad debidamente constituida.

Por ejemplo, el apóstol Pedro exhortó a los cristianos a que ‘dieran honra al rey’. (1 Pedro 2:17.) Pedro sabía por experiencia propia que los monarcas por lo general eran personajes indeseables. Herodes Agripa I, por citar un caso, era un hombre extravagante e insensato.
Tras haber recibido de Roma el título de rey de Palestina, lanzó una persecución contra los cristianos. “Con la espada eliminó a Santiago hermano de Juan. Como vio que esto fue del agrado de los judíos, prosiguió a arrestar también a Pedro.” (Hechos 12:1-3.)

A pesar de todo, en vez de fomentar la rebelión, Pedro promovió la obediencia a los reyes; y con sobrada razón, pues es la voluntad de Jehová que obedezcamos a la autoridad civil. Además, en los días del apóstol había monarcas que ejercían el poder y la autoridad con carácter absoluto. Salomón dijo: “Todo aquello que él se deleita en hacer lo hace, porque la palabra del rey es el poder de control; y ¿quién puede decirle: ‘¿Qué haces?’?”. (Eclesiastés 8:3, 4.)

Del mismo modo, sean cuales sean sus faltas, tus padres son los que mandan en casa y tienen potestad sobre ti. Por lo tanto, no sería prudente rebelarse contra ellos o tratarlos con desdén. No solo haría más penosa tu vida, sino que podrías perder el favor divino. (Compáralo con Proverbios 30:17; Eclesiastés 10:4.) Por otra parte, si cooperas al máximo, podrás mantener cuando menos cierta paz y tranquilidad en el trato con tus padres. (Colosenses 3:20.)

Cómo mitigar la ira y el rencor

Ahora bien, ¿cómo puedes tratar con respeto a alguien que te ha herido y desilusionado? No es fácil. Sin embargo, pensar demasiado en los errores y debilidades de tus padres solo alimentará tu resentimiento. ¿Pudiera ser que necesites un concepto más positivo de ellos, reconociendo su mérito por cualesquier virtudes que posean?

Observa las palabras de Proverbios 19:11: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera”. Tratar de entender a los que te dieron la vida podría darte una nueva percepción de los asuntos. ¿En realidad están actuando de manera perversa? ¿O acaso sea que están débiles o desanimados y precisan ayuda? ¿Pudiera obedecer su comportamiento a que están enfermos, deprimidos, se sienten solos o padecen estrés debido al trabajo? De ser así, comprender estos problemas te ayudará a mostrarles más compasión y seguramente atenuará tu ira.

En cualquier caso, conviene que abras tu corazón a alguien. (Proverbios 12:25.) “Papá bebía mucho —recuerda una joven—. Como no podía manifestar mis sentimientos a mis padres, me guardaba todo para mí.” Mas no hay por qué sufrir a solas. Existen en la congregación cristiana personas maduras que, si bien no sustituyen a tus progenitores, pueden hacer mucho para compensar la atención que te haga falta en casa. (Compáralo con Marcos 10:30.) Proverbios 17:17 lee: “El amigo ama en todas las circunstancias, y es como un hermano en las adversidades”. (Salvatore Garofalo.)

‘Puedo hacer que cambie’

Algunos jóvenes sufren emocionalmente debido a un sentido equivocado del deber. Mary, antes mencionada, dice refiriéndose a ella y sus hermanos: “Vivíamos horrorizados con la idea de que alguien descubriera que nuestro padre bebía”. Otros se agotan intentando en vano cambiar al padre o la madre que actúa incorrectamente.

Por mucho que ames y cuides a tus padres, tú no tienes la culpa de sus defectos. Cada quien ‘lleva su propia carga’ de responsabilidad ante Dios. (Compáralo con Gálatas 6:5; Santiago 5:14.) No estás obligado a vigilar ni controlar sus actos, y las quejas y reproches constantes solo les causarán disgusto.

Lo anterior no significa que no puedas hacer nada. Por lo menos puedes ‘orar incesantemente’ para que el corazón de tus padres cambie. (1 Tesalonicenses 5:17.) Las reiteradas muestras de cariño y las alabanzas sinceras, siempre que sea apropiado, pueden contribuir también a ablandar su actitud. Aparte de eso, quizás no te quede más remedio que soportar la situación lo mejor que puedas.

Claro está que si tú y tus padres son cristianos y uno de ellos está cometiendo un mal grave, como beber en exceso o tener arrebatos de ira, naturalmente sería tu obligación procurar que los ancianos de la congregación trataran el asunto. (Santiago 5:14.) Tal acción no constituiría una falta de lealtad, sino un gesto amoroso para que tu padre, o tu madre, reciba la ayuda urgente que requiere.

Es cierto que algunos padres han negado airadamente sus malas acciones y luego han castigado a sus hijos en secreto; pero cuando un joven ‘sufre por causa de la justicia’ así, puede contar con que Jehová aprueba su valeroso proceder y hará que la verdad salga a la luz a su debido tiempo. (1 Pedro 3:14; 1 Timoteo 5:24, 25.)
Obra tu propia salvación

Salomón declaró: “La mera opresión puede hacer que un sabio se porte como loco”. (Eclesiastés 7:7.) Sí, lamentablemente, algunos jóvenes se han amargado por el mal ejemplo de sus padres y han comenzado a comportarse mal. Hay quienes hasta se han encolerizado con Dios y han abandonado el camino cristiano. (Proverbios 19:3.) La Biblia aconseja: “Cuida que la furia no te atraiga a actuar con rencor. Manténte alerta para que no te dirijas a lo que es perjudicial”. (Job 36:18-21.)

En lugar de preocuparte excesivamente por la condición de tus padres ante Dios, debes ‘seguir obrando tu propia salvación con temor y temblor’. (Filipenses 2:12.) Así lo hizo un joven príncipe de la antigüedad llamado Ezequías, que se hallaba en circunstancias parecidas. Su padre, el rey Acaz, aseguraba que rendía culto a Jehová. (Isaías 7:10-12.) Pero en realidad veneraba a dioses paganos, y llegó al punto de ofrecer en sacrificio a uno de sus propios hijos. (2 Reyes 16:1-4.)

Imagínate el dolor que esta apostasía imperante debió de causar a Ezequías. El Salmo 119:28, que algunos atribuyen a la pluma de este joven príncipe, dice: “Mi alma se ha desvelado de desconsuelo. Levántame conforme a tu palabra”.

Y así obró Jehová. Según Ezequías se aplicaba a la oración y al estudio de la Palabra de Dios, su espiritualidad crecía a pesar del entorno. (Salmo 119:97.) Además, vigiló sus amistades. (Salmo 119:63.) ¿El resultado? Por encima del triste ejemplo de su padre hipócrita, Ezequías “siguió adhiriéndose a Jehová”. (2 Reyes 18:6.) Tú también puedes hacer lo mismo. Tal vez uno de tus progenitores esté comportándose hipócritamente, pero tú no tienes por qué copiar su ejemplo. Sigue fiel a Jehová, y quizás tus apacibles actos de fidelidad hagan que cambie algún día.

Nota

Esto no quiere decir que el joven deba tolerar el abuso físico o sexual. Quien se halle en esa situación debe procurar ayuda, incluso si para ello tiene que acudir a alguien ajeno al círculo familiar.
Artículo publicado en la revista "¡Despertad!" del 22 de Mayo de 1995. Para
complementar el tema lea: "¿Vale la pena vivir?"