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viernes, 8 de agosto de 2014

¿Cuál es la manera más práctica de amar a tu prójimo?

¿CÓMO se siente usted cuando ve a otra persona sufrir gran necesidad?
Por ejemplo, ¿qué le mueve a hacer el ver una fotografía de niños hambrientos? ‘Siento lástima —tal vez diga usted—, y quiero ayudar.’ La vasta suma de dinero que se contribuye anualmente a las organizaciones caritativas y a las agencias de socorro indica que muchas personas evidentemente opinan igual que usted.

El efectuar tales obras buenas para el beneficio de las personas en necesidad es encomiable, especialmente en vista de las instrucciones de Jesús de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. (Mateo 19:19.) Muchas personas sinceras creen que la manera más práctica de mostrar amor al prójimo es por medio de construir y mantener hospitales y escuelas, contribuir para alguna causa buena y participar en diversas formas de trabajo social.

‘Eso es lo que el cristianismo implica’, tal vez digan algunos, y si están conversando con un testigo de Jehová, quizás agreguen: ‘Eso ciertamente es más práctico que perder el tiempo y las energías yendo de casa en casa hablando sobre religión como ustedes lo hacen’.
Pero, ¿lo es? ¿Cómo podemos realmente amar a nuestro prójimo de la manera más práctica y hacerlo con el mayor beneficio a largo plazo?

¿Qué se logra con su dinero?
Los que piensan contribuir a causas nobles tienen razón en preguntar: ‘Realmente, ¿cuánto de lo que yo contribuya beneficiará directamente a las personas para quienes ha sido designada tal ayuda?’. Por ejemplo, una investigación realizada en 1978 en 15 organizaciones caritativas de la República Federal de Alemania reveló que en aquel tiempo el coste administrativo y de distribución consumía un 42% del total de los ingresos de dichas organizaciones.

Cuando ciertos ejecutivos de televisión revisaron las cuentas de ahorros de seis “hijos adoptivos” de Bolivia, descubrieron que de las contribuciones que hacían sus “padres adoptivos”, de la República Federal de Alemania, solo de 6 a 15% del total había sido acreditado a las cuentas de ahorros de dichos niños. No obstante, una representante de la organización negó las acusaciones de fraude, explicando que a los donantes en perspectiva se les dice claramente que los niños solo recibirán alrededor de una tercera parte de las contribuciones de sus “padres”. El resto de estas, después de sufragar los gastos administrativos, se utilizan para propósitos docentes y médicos.

Por supuesto, no es extraño oír acerca del mal uso de los fondos de beneficencia. Esto fue cierto de las recientes medidas de socorro en conexión con el hambre en África. En Etiopía, los problemas políticos impidieron que gran parte de los alimentos llegara a las manos de los necesitados y, según se informó, en vez de distribuirlos gratis, en algunos casos los vendían a precios excesivos.

La publicación de Carl Bakal, Charity U.S.A., advierte: “Cuando la causa es noble, nunca se pregunta cómo se emplea el dinero. No quiero que la gente deje de dar. Solo creo que debido a que las contribuciones se han dado tan ciegamente hay preguntas que tienen que contestarse”. Es obvio que el dar ciegamente no es sabio y difícilmente puede considerarse práctico.

Siguiendo el ejemplo de Jesús
Estos hechos son lamentables, por supuesto, pero ¿justifican el que se rehúse apoyar a tales causas nobles? Después de todo, ¿no curó Jesús a los enfermos y milagrosamente alimentó a los hambrientos, estableciendo así un patrón para los cristianos de hoy día?

Es cierto que Jesús se compadeció de las personas cuando las vio en necesidad. Ocho textos bíblicos mencionan esto. Dos de ellos se refieren a la necesidad que la gente tenía de alimento (Mateo 15:32; Marcos 8:2), tres se refieren a la necesidad de curación física (Mateo 14:14; 20:34; Marcos 1:41) y uno a su necesidad de consuelo debido a la muerte de un ser amado (Lucas 7:13).

Pero los otros dos textos se refieren a una necesidad aun mayor. Mateo 9:36 dice: “Al ver las muchedumbres, se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor”. Y Marcos 6:34 informa: “Él vio una muchedumbre grande, y se enterneció por ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Y comenzó a enseñarles muchas cosas”.

De hecho, aunque la compasión por la gente movió a Jesús a cuidar de ellas de manera física, su interés principal era el de ofrecerles la ayuda espiritual que sus guías religiosos no les habían provisto. (Véase Mateo, capítulo 23.) Jesús era el “pastor excelente”, uno que estaba dispuesto a entregar “su alma a favor de las ovejas”. (Juan 10:11.) Debido a que le dio prioridad a la actividad de predicar —no a trabajos sociales ni a construir hospitales o administrar agencias de socorro—, pudo más tarde decirle a Pilato: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad”. (Juan 18:37.)

Aunque Jesús le otorgó a sus apóstoles la capacidad para efectuar buenas obras de curación milagrosa, no hizo ninguna mención de esto cuando les dio sus instrucciones finales antes de ascender al cielo. Más bien, les mandó: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado”. Obviamente, entonces, la obra más importante era la de ‘hacer discípulos, bautizándolos y enseñándoles’. (Mateo 28:19, 20.)

Por qué es tan práctica la predicación
La predicación es práctica porque ayuda a las personas a aplicar los principios bíblicos. Esto a su vez las ayuda a evitar problemas que les pudieran acarrear necesidad. Por ejemplo, el aplicar los principios bíblicos relacionados con el trabajo y nuestra actitud para con las cosas materiales puede ayudar a evitar la pobreza. (Proverbios 10:4; Efesios 4:28; 1 Timoteo 6:6-8.) O el seguir el consejo bíblico sobre el uso de las drogas y el observar las normas de moralidad puede mejorar nuestra salud y hacer que seamos más felices en nuestra vida de familia.

Por supuesto, la predicación no resolverá todos los problemas. No obstante, es práctica debido a que ofrece esperanza. Bajo el Reino de Dios todos los problemas serán resueltos. En ese entonces Jesús efectuará milagros de naturaleza física para todo ser viviente, y no solamente para algunos. En vez de proveer alivio temporal, los beneficios serán duraderos, de hecho, eternos. (Véase Juan 17:3.) De modo que, el enseñar a la gente a ejercer fe en el sacrificio de rescate de Jesús y en las provisiones de este sacrificio, a la larga logrará el mayor bien.

Muchas organizaciones religiosas de la cristiandad señalan con orgullo a sus “buenas obras” de atender a los enfermos, los necesitados y los desafortunados. Pero ellos harían mejor si dieran más énfasis a ofrecer ayuda espiritual, tal como lo hizo Jesús. A semejanza de los líderes religiosos del primer siglo, no han llevado a cabo la comisión más importante. Tal vez han alimentado literalmente a algunos pobres, pero han dejado que la mente y el corazón de ellos padezca de hambre de las palabras de la verdad. (Véase Amós 8:11.)

Tal vez han contribuido dinero para ayudar a los necesitados de muchas naciones, pero no han declarado “a las naciones las buenas nuevas acerca de las riquezas insondables del Cristo” ni acerca de la gobernación del Reino de Dios. (Efesios 3:8.) Sus misioneros tal vez han ayudado a las naciones subdesarrolladas a ser más hábiles en el uso del arado, pero no las han inducido a “batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas”. (Isaías 2:4.)

Ejerza equilibrio al amar a su prójimo
Por supuesto, el dar mayor énfasis a la ayuda espiritual, como es debido, no nos excusa de dar ayuda física —ya sea a individuos o a grupos— cuando sea necesaria y estemos en condiciones de hacerlo. Debemos seguir el ejemplo de los cristianos primitivos. (Véase Hechos 11:27-30.) En tiempos de verdadera necesidad o cuando ocurra algún desastre, debemos estar prestos a seguir el consejo de Pablo en cuanto a ‘obrar lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe’. (Gálatas 6:10.)

Para asegurarse de lograr el mayor bien, los testigos de Jehová por lo general hacen esto sobre una base personal. Y debido a que los Testigos que ayudan en tales programas de socorro lo hacen sin recibir ningún pago, el gasto administrativo es eliminado.

Pero mientras ayudan a otros de manera física, los cristianos nunca querrán perder de vista su obligación principal, la de predicar las buenas nuevas del Reino establecido de Dios. Ese Reino pronto eliminará toda enfermedad, pobreza y carencia de este mundo. ¡Qué agradable es poder ayudar a la gente a obtener vida en un mundo donde la palabra “lástima” ya no tendrá que emplearse! ¿Podría usted amar a su prójimo de una manera más práctica que esa?

Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Octubre de 1986. Lea el tema: ¿Dónde hallar respuestas a las grandes cuestiones de la vida?. Ambos distribuidos por los testigos de Jehová.