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jueves, 19 de junio de 2014

Esfuércense vigorosamente (Primera parte)


“Esfuércense vigorosamente por entrar por la puerta angosta, porque muchos, les digo, tratarán de entrar, pero no podrán.” (LUCAS 13:24.)

La gente quiere “salvarse”. Pero, ¿cómo? ¿Simplemente por medio de asistir a oficios religiosos?

No se puede ganar la salvación por medio de asistir a reuniones ni de ningún otro modo. Es algo gratuito, un don de Dios. No obstante, Jehová Dios requiere esfuerzo de nuestra parte si queremos recibir el don de la vida eterna. (Romanos 6:23.) ¿Qué tenemos que hacer? Por una parte, ¡esforzarnos vigorosamente en su servicio! Este esfuerzo debe estar motivado por aprecio genuino.

En cierta ocasión alguien le preguntó al Hijo de Dios, Jesucristo: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”. La respuesta de Jesús implicó no solamente al hombre que le formuló la pregunta, sino también a todos aquellos interesados en la salvación, como nosotros mismos. Él contestó: “Esfuércense vigorosamente por entrar por la puerta angosta, porque muchos, les digo, tratarán de entrar, pero no podrán”. (Lucas 13:23, 24.)

La pregunta de este hombre anónimo era insólita. Él preguntó: “¿Son pocos los que se salvan?”, no: “¿Estaré yo entre los pocos que se salven?”, ni: “¿Cómo puedo yo salvarme?”. Es posible que la creencia judía de que solamente un número limitado de personas merecería la salvación inspirara su pregunta especulativa. Sea cual fuere el motivo de su curiosidad, Jesús rápidamente pasó la pregunta del terreno de lo abstracto al de la aplicación práctica, la aplicación personal.

Forzó a aquel hombre a pensar en lo que él tenía que hacer para salvarse. Además, ya que Jesús dijo en plural “esfuércense vigorosamente”, estas palabras también deberían hacernos pensar a nosotros profundamente en cuanto a la manera como adoramos a Dios.

De modo que la vida eterna no es tan fácil de conseguir como algunas personas pueden pensar. Jesús puso de relieve que era necesario trabajo duro, esfuerzo constante, para “entrar por la puerta angosta”. Este esfuerzo incansable está animado por una fe duradera, edificada sobre la obediencia a las enseñanzas de Cristo. Así que para obtener la salvación debemos hacer más que ‘oír sus palabras’; debemos seguir ‘haciéndolas’. (Lucas 6:46-49; Santiago 1:22-25.)

Debemos “luchar” ahora
¿Qué significa la frase “esfuércense vigorosamente”? En el griego original se usa la expresión agonízesthe, derivada de una palabra (agón) que significa “lugar de lucha”. The Kingdom Interlinear Translation dice “luchen”. Es interesante que la palabra española “agonizar” viene de este mismo verbo griego.

Imagínese un estadio antiguo y vea al atleta ahora agonizando, o esforzándose vigorosamente con todas sus fuerzas, a fin de ganar el premio. Así, aunque el verbo griego utilizado en ese texto puede ser un término técnico de las competiciones de los juegos griegos, subraya la admonición de Jesús de trabajar de toda alma. No es suficiente un esfuerzo a medias. (Lucas 10:27; compárese con 1 Corintios 9:26, 27.)

¿Cuándo y por cuánto tiempo debemos “luchar por entrar por la puerta angosta”? (Lucas 13:24, The New English Bible.) Preste cuidadosa atención a las palabras de Jesús de Lucas 13:24 y fíjese cómo él contrasta el tiempo presente: “esfuércense vigorosamente”, con el futuro: “tratarán”.

De modo que es ahora el tiempo en que debemos luchar. Parece que a quienes no se les permite entrar son aquellos que lo intentan en un tiempo solo conveniente para ellos. Pero para entonces es demasiado tarde; la puerta de la oportunidad está cerrada y se le ha echado el cerrojo. Jesús sigue diciendo en Lucas 13:25 que una vez que el amo de casa ha cerrado con llave la puerta, la gente empezará a llamar y a rogar: “‘Señor, ábrenos’. Pero en respuesta él les dirá: ‘No sé de dónde son’”. ¡Qué triste fin les espera a aquellos que no hacen ahora de la adoración de Jehová el propósito principal de su vida! (Mateo 6:33.)


Nuestra lucha debe ser continua. Ninguno de nosotros ha entrado completamente por “la puerta angosta”. Pablo se dio cuenta de este hecho. Su carrera por la vida le suponía un esfuerzo vigoroso diario. Él escribió: “Con esto no quiero decir que sea perfecto. Todavía no lo he aprendido todo, pero continúo esforzándome para ver si llego a ser un día lo que Cristo, al salvarme, quiso que fuera. No, hermanos, todavía no soy el que debo ser, pero eso sí, olvidando el pasado y con la mirada fija en lo que está por delante, me esfuerzo hasta lo último para llegar a la meta y recibir el premio que Dios nos llama a recibir en el cielo en virtud de lo que Jesucristo hizo por nosotros” (cursivas nuestras). (Filipenses 3:12-14, La Biblia al Día.)

¿Quiénes son los “muchos”, y por qué no pueden ellos entrar? La expresión “muchos” hace referencia a la cristiandad, especialmente a su clase clerical. Ellos pretenden conocer íntimamente a Jesús, ser parte de su familia, al alegar que ‘comieron y bebieron con él’. Pero debido a que buscan la salvación a su propia manera, no a la de Dios, Jesús niega rotundamente conocerlos y los considera “obradores de lo injusto”. (Lucas 13:26, 27.)

Entre aquellos a quienes se les niega la entrada a la vida eterna podrían estar los que han aflojado el paso en el servicio sagrado a Jehová y ya no hacen mucho por la adoración verdadera. El celo que tienen por los intereses del Reino se ha entibiado. (Revelación 3:15, 16.)

Puede que aún tengan ‘una forma de devoción piadosa’ —participen en el servicio del campo y asistan a las reuniones solo como muestra— pero no den evidencia de tener la clase de fe que es la verdadera fuerza motriz de la adoración pura. (Compárese con 2 Timoteo 3:5.) No se dan cuenta de que solo tratar de entrar por “la puerta angosta” no es suficiente. Uno debe luchar para entrar.

Por qué debe entrarse por una “puerta angosta”


La puerta angosta que conduce a la salvación está abierta para todos. Pero los “muchos” no quieren luchar para entrar. ¿Cuáles son algunos factores relacionados con entrar por la puerta angosta que requieren esfuerzo vigoroso? La persona tiene primero que obtener conocimiento exacto de la verdad bíblica y llegar a conocer a Jehová Dios y a Cristo Jesús. (Juan 17:3.)

Esto significa dejar a un lado las tradiciones y prácticas de las religiones mundanas, entre ellas las de la cristiandad. Requiere hacer la voluntad de Dios, tal como Jesús la hizo cuando estuvo en la Tierra. (1 Pedro 2:21.) Como cristiano dedicado y bautizado uno debe también evitar el materialismo, la inmoralidad y la inmundicia del mundo. (1 Juan 2:15-17; Efesios 5:3-5.)

Uno tiene que desnudarse de todas estas cosas y reemplazarlas por cualidades como las de Cristo. (Colosenses 3:9, 10, 12.)

Los “pocos” saben el valor que tiene el celo en el ministerio, acompañado del fruto del espíritu, como el autodominio. (Gálatas 5:23.) Con la ayuda del espíritu santo de Jehová, estos luchan por dominar el cuerpo y dirigirlo hacia la meta de la vida eterna. (1 Corintios 9:24-27.)

Artículo publicado el 15 de Enero de 1986 en la revista "La Atalaya". Para complementar el tema escuche el audio de la obra teatral: "Hagamos la voluntad de Dios con celo". Ambos producidos por los testigos de Jehová.