Entradas populares

Buscar en este blog

jueves, 1 de mayo de 2014

No tenga miedo (Primera parte)

“Jehová es mi ayudante; no tendré miedo. ¿Qué puede hacerme el hombre?”—Heb. 13:6.

LA POSIBILIDAD de no poder proveer lo necesario para uno mismo y su familia es un temor que por siglos ha dominado la vida de muchas personas. Ya que esto puede resultar en ruina espiritual, este temor es algo que los siervos de Jehová Dios tienen que resistir. Sin embargo, no siempre es fácil proceder así.

Los cristianos verdaderos, además de verse en los mismos problemas que tienen otras personas en cuanto a ganarse la vida, pueden verse sometidos a presiones adicionales procedentes del mundo debido a que se adhieren fielmente a la Palabra de Dios.

El siervo de Jehová sabe que la Biblia condena el mentir y manda estar separado del mundo y sus caminos. (Col. 3:9; Sant. 4:4) Sin embargo quizás su patrón quiera que mienta por él, que represente falsamente la realidad, que promueva el espíritu de una festividad mundana, que se envuelva en la política, o cosas semejantes. Quizás se amenace al individuo con que perderá su trabajo si no acata los deseos de su patrono.

Pudiera suceder que un cristiano estuviera dirigiendo un negocio y se le fuera haciendo cada vez más difícil ganarse la vida. Pudiera verse tentado a participar en prácticas comerciales de dudosa moralidad o a representar falsamente sus ingresos para conseguir ventajas en el pago de impuestos.

Aunque otros estuvieran haciendo estas cosas, la persona que se esfuerza por agradar a Jehová sabe que el ceder a la tentación sería incorrecto. La Biblia dice: “No deben cometer injusticia . . . al pesar ni al medir. . . . Debe resultar que tengan balanzas exactas, pesas exactas.” (Lev. 19:35, 36) “Rindan a todos lo que les es debido, al que pide impuesto, el impuesto; al que pide tributo, el tributo.”—Rom. 13:7.

Por medio de estudiar la Biblia con un testigo cristiano de Jehová, alguien pudiera llegar a reconocer que lo que hace para ganarse la vida viola principios bíblicos. Esto le presenta un verdadero problema. Pudiera serle muy difícil encontrar otro trabajo. El renunciar a su empleo y luego empezar otro trabajo pudiera resultar en salarios más bajos y en perder beneficios de seguro, salud y jubilación.

CÓMO RESISTIR LA PRESIÓN

Algo que ayuda a resistir la presión hacia transigir con la esperanza de asegurarse uno su subsistencia es una evaluación apropiada de las cosas materiales. En Hebreos 13:5, se da este estímulo: “Que su modo de vivir sea exento del amor al dinero, estando contentos con las cosas presentes.” El que uno esté contento con su ‘sustento y con qué cubrirse’ hará que se preocupe menos en cuanto a las pérdidas que pudiera sufrir por tener que conseguir otro trabajo. (1 Tim. 6:8)

También, el que uno se contente con tener las cosas necesarias le suministrará un más extenso campo de trabajo del cual escoger. Aunque solo pudiera obtener empleo de poca paga, no debería negarse a aceptar tal trabajo simplemente por tenerlo a menos. Uno hasta debería estar dispuesto a probar formas de trabajar para uno mismo que pudieran parecer muy serviles a los ojos de otros.

Sin embargo, lo más valioso como ayuda para resistir la tentación hacia transigir cuando uno se ve bajo presión económica es fe inmovible en que Jehová puede proveer para los que lo aman. Después de recalcar la actitud correcta para con las cosas materiales,

Hebreos 13:5, 6 continúa así: “[Dios] ha dicho: ‘De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé.’ De modo que podemos tener buen ánimo y decir: ‘Jehová es mi ayudante; no tendré miedo. ¿Qué puede hacerme el hombre?’”
Aunque los hombres hagan que uno pierda un trabajo, no pueden impedir que Jehová Dios conteste la petición: “Danos hoy nuestro pan para este día.” (Mat. 6:11) La pérdida de ciertas ventajas materiales no tiene que significar la pérdida de la subsistencia de uno.

Jesucristo, de hecho, comprometió a su Padre a cuidar de los que ponen en primer lugar los intereses espirituales y fielmente se adhieren a la norma de Dios de lo que es correcto. Dijo: “Nunca se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’ o ‘¿qué hemos de beber?’ o ‘¿qué hemos de ponernos?’ Porque todas éstas son las cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño. Pues su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. Sigan, pues, buscando primero el reino y Su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas. Por lo tanto, nunca se inquieten acerca del día siguiente.”—Mat. 6:31-34.

En armonía con las palabras de Jesús, hacemos bien en tener presente que cada día tiene sus propios problemas. Por eso uno no debe aumentar estos problemas con preocupación indebida acerca del día siguiente. ¡Pues, uno no puede estar absolutamente seguro de que siquiera estará vivo para ver el día siguiente!

Nada en la presente esfera humana tiene permanencia real alguna. Las enfermedades, los accidentes y la muerte pueden efectuar rápidos cambios que pueden alterar toda la rutina de vida de uno. El mundo de la humanidad ciertamente es muy semejante a un escenario, en el cual las escenas cambian en sucesión rápida.

Es tal como el apóstol Pablo escribió a los corintios: “La escena de este mundo está cambiando.” (1 Cor. 7:31) Por supuesto, en la mayoría de los casos se está vivo al día siguiente. Sin embargo, el preocuparse innecesariamente por lo que el día siguiente haya de traer no va a mejorar las cosas. Si uno es siervo de Jehová, puede estar seguro de que su Dios le hará posible enfrentarse con buen éxito a los problemas de la vida.

Pero ¿qué hay si la presión se hace tan grande que amenaza la mismísima existencia de uno? En ese caso aplicaría la admonición de Jesucristo que se encuentra en
Mateo 10:28: “No se hagan temerosos de los que matan el cuerpo mas no pueden matar el alma; sino, más bien, teman al que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena.”
Aunque la proscripción o la persecución pusiera en peligro el medio de subsistencia de un cristiano, todavía fracasaría en cuanto a la vida si transigiera. Podría obtener alivio temporal de una situación extremada. Pero podría perder su título a la vida e ir a la destrucción eterna.

Si sucediera que pereciera al ejecutarse el juicio divino o muriese antes de ese tiempo como persona desleal a Dios y Cristo, perdería el derecho a esperar una resurrección de entre los muertos, con la vida eterna en mira. Por otra parte, la persona que muere como guardadora de integridad tiene asegurada una resurrección de entre los muertos.

Ningún hombre puede impedir que Dios restaure a la vida a ese individuo. Prescindiendo de lo severas que parezcan ser las cosas, la mano de Jehová no está acortada. Su registro como Proveedor para su pueblo garantiza eso.

Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Enero de 1977. Para ampliar el tema lea "¿Debería usted orar?". Ambos publicados por los testigos de Jehová.