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sábado, 12 de octubre de 2013

Lo que el Reino significa para nuestra Tierra (Libro: ¡Venga tu reino!)

Capítulo 3

LA ORACIÓN modelo de Jesús continúa con estas palabras: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mateo 6:10)

Dios está profundamente interesado en nuestra Tierra, y en todos los que viven y han vivido aquí. Por eso el Reino viene, para “causar la ruina de los que están arruinando la tierra,”

para que se realice la resurrección de los muertos, para remover al enemigo la muerte y hacer que nuestro globo terráqueo sea un hogar feliz y pacífico donde habite la humanidad.—Revelación 11:15, 18; 21:1, 3, 4.

¡Cuán encarecidamente, pues, deberíamos pronunciar en oración esas palabras: “Venga tu reino”! Este es el reino de Dios en las manos de su Hijo, el Señor Jesucristo. Por medio de este Reino ciertamente se llevará a cabo en esta Tierra la voluntad de Jehová, quien es él mismo el “Rey de la eternidad.” Considere lo que eso significará para la gente de todas las naciones:

EL “PRÍNCIPE DE PAZ” GOBIERNA

Mirando al futuro a la gobernación de Cristo en el Reino:

el profeta de Dios describe a Cristo como “Príncipe de Paz,” y añade: “De la abundancia del gobierno principesco y de la paz no habrá fin.”

El mismo profeta nos asegura: “Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas; no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” Aunque estas últimas palabras están inscritas en el muro de la plaza que está enfrente de los edificios de la Organización de las Naciones Unidas, no es ese cuerpo internacional dividido por riñas lo que cumple esa profecía. Pues la O.N.U. ha fracasado lamentablemente como organismo para el establecimiento de la paz y seguridad entre las naciones.—Isaías 2:4, Versión Autorizada; 9:6, 7, NM.

La paz verdadera y duradera exige que haya justicia para toda persona, una verdadera práctica de la rectitud. Solo el reino del “Príncipe de Paz” puede garantizar esto; será ‘firmemente establecido y sustentado por medio del derecho.’ Sí, ese reino es la agencia que Dios usa para proveer “sobre la tierra paz entre los hombres de buena voluntad.”—Isaías 9:7; 32:17; Lucas 2:14.

¿Cómo hará esto el Reino? Será, sobresalientemente, por medio de la ‘venida’ del reino de Dios mediante su “Príncipe de Paz” contra las naciones belicosas del mundo. Salmo 46:8, 9 nos extiende esta invitación: “Contemplen las actividades de Jehová, cómo ha establecido acontecimientos pasmosos en la tierra. Está haciendo cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes [de guerra] en el fuego.”

El Reino proscribirá todas las armas de violencia. Además, no permitirá que inicuos maleantes y perpetradores de ultraje sexual anden buscando víctimas en las calles, pues bajo el reino de Dios “los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.”—Salmo 37:9-11.

ILUSTRACIÓN PROFÉTICA


Muchas profecías de la Biblia tienen que ver con el cautiverio del Israel de la antigüedad. Después de una servidumbre de 70 años a Babilonia, un resto fiel de israelitas regresó a su propia tierra en 537 a. de la E.C. Durante todos aquellos años el país había estado en desolación, desierto. Pero ahora, con la bendición de Jehová sobre su pueblo, hubo una notable transformación. Profecía escrita con centenares de años de anterioridad alcanzó glorioso cumplimiento:

“El desierto y la región árida se alborozarán, y la llanura desértica estará gozosa y florecerá como el azafrán. Sin falta florecerá, y realmente estará gozosa con gozo y con alegre gritería. La gloria del Líbano mismo tendrá que serle dada, el esplendor del Carmelo y de Sarón. Habrá los que verán la gloria de Jehová, el esplendor de nuestro Dios.”—Isaías 35:1, 2. Vea también Isaías 65:18-25; Miqueas 4:4.

Según el testimonio de la historia, estas profecías tuvieron un cumplimiento maravilloso para con el pueblo restaurado de Dios durante el siglo que siguió a su liberación de Babilonia. Y cuando el reino de Dios “venga” para la bendición de todos los hijos de Dios aquí en la Tierra, ¿hará menos en cuanto a restaurar las condiciones paradisíacas a nuestro globo terráqueo? La respuesta es un resonante: ¡No! El Reino ciertamente se encargará de que se efectúe completamente el mandato original que Dios dio a la humanidad de ‘sojuzgar la tierra,’ y hacer de toda ella un paraíso edénico.—Génesis 1:28; 2:8-14; Isaías 45:18.

UN PARAÍSO POR TODA LA TIERRA

Cuando el reino de Dios “venga,” desaparecerán la escasez de alimento y la inflación, porque “llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” Nuestro Padre amoroso de nuevo

‘hará salir alimento de la tierra, y vino que regocija el corazón del hombre mortal, para hacer brillar el rostro con aceite, y pan que sustenta el mismísimo corazón del hombre mortal.’ (Salmo 72:16; 104:14, 15)

No habrá problemas de distribución de alimento entre las naciones, ni racionamiento, ni formación de filas para adquirir combustible. Los aprovechados llenos de codicia habrán desaparecido.

Toda la humanidad obedecerá la ley real: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo,” y unos compartirán con otros según la necesidad.—Santiago 2:8.

Además, podemos esperar que el Reino ejerza control sobre trastornos naturales, tales como terremotos y huracanes. Jesús indicó cómo se podría hacer esto cuando apaciguó “una grande y violenta tempestad de viento.” Así, sus discípulos notaron que “aun el viento y el mar le obedecen.” (Marcos 4:37-41) En toda la esfera de dominio del reino de Dios en la Tierra no habrá nada que perjudique, cause daño o arruine.—Compare con Isaías 11:6-9.

Ya no se necesitarán grandes hospitales para alojar a personas que se hallen enfermas en sentido físico y mental. La enfermedad cardíaca, el cáncer y otras enfermedades que incapacitan serán erradicadas, porque el Médico Magistral, Jesucristo, aplicará el valor de su sacrificio de rescate “para la curación de las naciones.” Los muchos milagros que ejecutó Jesús curando a la gente y levantando a los muertos mientras estuvo en la Tierra son solo una pequeña indicación de lo que él logrará por medio de su poderosa gobernación del Reino. Hasta la condición moribunda que la humanidad ha heredado será removida, porque se nos asegura que “la muerte no será más.”—Revelación 21:4; 22:1, 2; Mateo 11:2-5; Marcos 10:45; Romanos 5:18, 19.

Ya no habrá cementerios que estropeen la belleza del paisaje, porque hasta éstos habrán sido vaciados. Unas “primicias” de la resurrección, 144.000 discípulos leales de Jesús, se unirán a él en los cielos como asociados suyos en su reino. También se cumplirá la maravillosa promesa de Jesús de que los demás de los muertos

“en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán . . . a una resurrección.”

Estos tendrán la deleitable oportunidad de ser elevados a la perfección humana aquí en la Tierra como súbditos del Reino.—Juan 5:28, 29; Revelación 14:1-5; 20:4-6, 11, 12.

¿Desea usted hallarse entre los que estarán vivos para ver esta Tierra limpiada de toda iniquidad y transformada en un paraíso de placer? ¿Desea usted estar aquí para dar la bienvenida de entre los muertos a los resucitados? ¿Le gustaría vivir para siempre en una Tierra hecha gloriosa... en la cual nadie se debilita por la edad ni se cansa jamás de los deleites que vienen con cada día de vida?

Usted puede alcanzar esto, si sigue los requisitos divinos para la adquisición de la vida. Jesús lo expresó sencillamente, cuando dijo en oración a su Padre:

“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” (Juan 17:3)

¡Qué privilegio será vivir eternamente en el paraíso, cuando “la tierra estará llena del conocer la gloria de Jehová como las aguas mismas cubren el mar”!—Habacuc 2:14.

“NUESTRO PAN PARA ESTE DÍA”

Sin embargo, a nosotros hoy nos preocupan profundamente necesidades actuales. Para muchos de nosotros, el ganarnos el sustento y proveer lo necesario a nuestras familias se ha convertido en un verdadero desafío. Por eso, no solo tenemos que orar al Padre pidiéndole que santifique su gran nombre y haga que su voluntad se efectúe en la Tierra por medio de la venida de su reino; también tenemos que orar a Dios por nuestras necesidades diarias, por “nuestro pan para este día.”

Podemos hacer esto con plena confianza en que, si nos esforzamos por vivir en armonía con los principios justos de Dios y mantenemos en primer lugar en nuestra vida los intereses de su reino, Dios hará su parte como Gran Proveedor. Es tal como Jesús pasa a decirnos:

“Nunca se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’ o ‘¿qué hemos de beber?’ o ‘¿qué hemos de ponernos?’ Porque todas éstas son las cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño. Pues su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. Sigan, pues, buscando primero el reino y Su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.”—Mateo 6:11, 31-33.

“PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS”Al edificar una relación íntima con nuestro Padre, tenemos que reconocer humildemente que estamos endeudados con él, y reconocer nuestras transgresiones contra Dios y contra nuestro semejante. Es apropiado, pues, orar a Dios de este modo:
 
“Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores.”—Mateo 6:12.


Como maravillosa bondad, de ninguna manera merecida por nosotros, Dios envió a su Hijo, Jesús, al mundo, para “dar su alma en rescate en cambio por muchos” de nosotros los humanos. Esto suministra una base que sirve para que se nos perdonen los pecados. (Mateo 20:28) ¡Qué grande es la misericordia que Dios despliega así para con la humanidad pecaminosa! ¡Qué razón de peso tenemos, entonces, para pasar por alto las debilidades de nuestro semejante!

Deberíamos estar dispuestos a ir hasta más lejos que eso: a perdonar hasta pecados serios contra nosotros. De este modo podemos desplegar para con otros esa cualidad de amor intenso que Jesús dijo que sería marca identificadora de los cristianos verdaderos.—Juan 13:35; Colosenses 3:13; 1 Pedro 1:22.

“LÍBRANOS DEL INICUO”

Finalmente, Jesús nos da la instrucción de orar a Dios así:

“No nos metas en tentación, sino líbranos del inicuo.” (Mateo 6:13) No pensemos que Dios coloca tentaciones en nuestro camino y hace que caigamos. Más bien, el que desea apartarnos de Dios es Satanás, ese inicuo que está en rebeldía contra Dios.
Sin embargo, el Padre nos equipa para “estar firmes contra las maquinaciones del Diablo,” sí, para luchar con éxito contra Satanás y las fuerzas espirituales inicuas que él controla. Para que no ‘se nos meta en tentación,’ Dios nos provee una armadura espiritual completa, que podemos ponernos. El apóstol Pablo la describe en Efesios 6:10-18. Mientras nos mantenemos firmes por usar este equipo dado por Dios, ocupados en orar, el Padre se encargará de que ‘no se nos meta en tentación,’ sino que ‘se nos libre del inicuo.’—1 Pedro 5:6-9.

Que el nombre ilustre de Jehová sea santificado pronto por medio de la ‘venida de su reino.’ Que Su voluntad se haga en la Tierra por limpiarse de ella toda maldad y por hacerse de toda ella un paraíso para la alabanza de él. Mientras dure el actual sistema malo, que nuestro amoroso Padre celestial nos provea las cosas que necesitamos para la vida, nos ayude a mantener excelentes relaciones con otros y nos libre de las garras de Satanás. Estas son las cosas por las cuales Jesús nos enseñó a orar. Su oración modelo lo contiene todo.

LO QUE EL REINO DE DIOS HARÁ
  • Sostendrá la soberanía de Jehová, pondrá fin al régimen de Satanás.
  • Librará a la tierra de la religión falsa y los gobernantes opresores.
  • Introducirá el reinado de Cristo como “Príncipe de Paz.”
  • Hará que toda la Tierra florezca como glorioso paraíso.
  • Quitará toda escasez de vivienda, alimento y combustible.
  • Establecerá una sociedad fundada en amor al prójimo.
  • Controlará las fuerzas naturales de la Tierra; evitará desastres.
  • Eliminará tensiones, preocupaciones, ayes, dolores, vejez.
  • Destruirá al enemigo la muerte, y las enfermedades y todo sufrimiento.
  • Resucitará a miles de millones de muertos, para que vivan para siempre en la Tierra.

Capitulo 3 del libro "¡Venga tu Reino!" publicado por los Testigos de Jehová en el año 1981, Más informacion respecto al tema en la revista "La Atalaya" de Octubre del 2013 con el tema de portada "¿De qué habla la Biblia?