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miércoles, 30 de julio de 2014

Hiroshima... ¿ha sido en vano la lección?

LA GENTE del Japón lloraba mientras permanecía cerca de sus receptores de radio aquel mediodía del 15 de agosto de 1945. Escuchaba la voz de su emperador: “Es según los dictados del tiempo y el destino que Nosotros hemos decidido preparar el terreno para una grandiosa paz para todas las generaciones por venir al aguantar lo insoportable y sufrir lo que es insufrible”.

Apenas había transcurrido una semana desde que el pueblo japonés había oído que cierto tipo de bomba nuevo había devastado a Hiroshima y a Nagasaki. Ahora se le dijo que la guerra en el Pacífico había terminado... y ellos habían perdido. Había lágrimas de tristeza, pero también lágrimas de alivio.

La guerra había costado muchísimo. La gente estaba agotada física y emocionalmente; el país, asolado. Más de tres millones de japoneses habían muerto en la guerra, y 15.000.000 habían quedado sin hogar. Noventa ciudades principales habían sido bombardeadas repetidas veces, y dos millones y medio de edificios y hogares habían sido destruidos. Tokio había sido reducida a montones de cenizas y escombros; su población, diezmada por la guerra. Esa fue la tragedia de la derrota... un momento sombrío en la historia de aquella nación.

Esfuerzos por renunciar a la guerra
En medio de las ruinas de la derrota, es fácil ver que la guerra es inútil, un desperdicio de vidas humanas y bienes preciados. Así que, inmediatamente después de la guerra, el Japón volvió a redactar su constitución de acuerdo con principios democráticos y renunció a la guerra para siempre. El artículo 9 de la nueva constitución dice:

“Aspirando sinceramente a una paz internacional basada en la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o el empleo de la fuerza como medio de resolver conflictos internacionales.
”A fin de lograr el objetivo del párrafo precedente, las fuerzas terrestres, marítimas y aéreas, así como otro potencial bélico, nunca serán mantenidas. El derecho de beligerancia del Estado no será reconocido”.

En vista de esa denodada y noble declaración, parecería que el Japón había aprendido una lección. El pueblo japonés ciertamente tiene una fuerte aversión a la guerra y un temor, en particular, a la guerra nuclear. El país ha adoptado una norma de tres aspectos con relación a las armas nucleares: no fabricarlas, poseerlas ni permitirlas en el país. Cada año, centenares de miles de japoneses se reúnen a través del país para organizar manifestaciones de protesta contra las armas nucleares. Las armas nucleares nunca deberían utilizarse de nuevo... ¡en ningún sitio!

Una asombrosa rehabilitación... ¿de qué?
Ahora a casi 70 años después de lo ocurrido en Hiroshima, el contraste de la esplendorosa opulencia del Japón del día moderno es casi increíble. Sin la carga de gastos militares, el Japón ha podido dedicar sus recursos a la reconstrucción de sí mismo. Hoy hay hermosos hogares y rascacielos con acondicionadores de aire donde una vez estaba todo en ruinas. Automóviles lustrosos, personas bien vestidas y restaurantes caros contrastan con la pobreza y el sufrimiento de los años siguientes de la posguerra.

Las tiendas están bien surtidas con todo tipo de artículos lujosos, y las fábricas están produciendo a raudales un sin fin de productos para el uso doméstico y para la exportación. Sí, el Japón se ha convertido en una de las naciones más prósperas del mundo.

Pero ¿qué ha traído consigo la prosperidad material? ¿Ha borrado de la mente de la gente el recuerdo de Hiroshima y Nagasaki la seguridad económica? ¿Ha desaparecido el aborrecimiento de la guerra junto con las cicatrices de la guerra?
Encuestas recientes indican que, aunque el pueblo japonés todavía quiere que su gobierno permanezca sin poder nuclear, hay pesimismo en cuanto al futuro. La mitad de los entrevistados temen que pudiera haber una guerra nuclear. ¿Por qué teme esto la gente? Bueno, considere los desenvolvimientos progresivos.

Después de la guerra se estableció una Reserva Policíaca Nacional de 70.000 soldados de infantería armados. Más tarde, estas fuerzas se ampliaron a 250.000 hombres, agrupados en un pequeño ejército, marina y fuerza aérea, y se les llamó jieitai, o Fuerzas de Defensa Propia. Con todo, el presupuesto militar del Japón era meramente 1 por 100 de su producto nacional bruto. Pero con el aumento de las tensiones en muchas partes del mundo, el Japón está siendo aguijoneado para ensanchar su capacidad y sus gastos de defensa.

El primer ministro Nakasone declaró su intención de convertir el Japón en “un gran portaaviones”. A pesar de la opinión pública, se hicieron planes para aumentar los gastos de defensa hasta 7 por 100 en 1985. Y —según el periódico The Daily Yomiuri— el Japón se ha comprometido a llevar a cabo un plan quinquenal (1986-1990) de aumento sistemático y continuo de los medios de defensa... en soldados, buques de guerra, submarinos y aviones.

No solo se ven cambios en la política del gobierno, sino también en la actitud de la gente para con la guerra. En 1970, uno de los disturbios políticos más traumáticos de la historia del Japón se desencadenó cuando se renovó el tratado de seguridad militar posbélico... por el cual los Estados Unidos suministrarían protección en tiempo de crisis a cambio del establecimiento de bases militares en el Japón. Sin embargo, cuando el tratado se renovó de nuevo en 1980, no hubo siquiera una manifestación importante de protesta.

El hecho es que hoy día en el Japón pocas personas menores de 80 años de edad recuerdan la guerra, o les interesa hablar de ella. Algunos ven en la cuidadosa redacción revisada de libros de texto para niños de edad escolar el esfuerzo de eliminar completamente hechos importantes que llevaron a aquella terrible guerra.

Tal como las olas eliminan poco a poco las pisadas en una playa arenosa, así las condiciones mundiales cambiantes afectan los puntos de vista políticos de la gente. Algunas preguntas importantes que hay en la mente de muchos son: ¿Qué haría el Japón precisamente en una emergencia futura? ¿Entraría el Japón en guerra de nuevo si la razón pareciera correcta? ¿Ha sido en vano la lección de lo ocurrido en Hiroshima?

Solo el tiempo dirá qué derrotero seguirá la nación en conjunto. Pero muchas personas del Japón ya han tomado una decisión personal al respecto. Una de ellas estaba en la cárcel de Hiroshima en el mismísimo momento en que estalló la bomba atómica, pero sobrevivió a aquella destrucción en una de las celdas profundas de la cárcel. Él no estaba en la cárcel por haber cometido algún delito. Más bien, se oponía por conciencia a participar en la guerra. Era testigo de Jehová.

Mediante un estudio de la Biblia, él había aceptado el punto de vista de Dios tocante a las guerras peleadas por los hombres y había aprendido que el Reino de Dios es el único medio por el cual puede lograrse verdadera paz.

Y él ciertamente dictará el fallo entre las naciones y enderezará los asuntos respecto a muchos pueblos. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra (Isaías 2:4)

Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos (Daniel 2:44.)


Debido a predicar este mensaje por amor a Dios y a su semejante, se le encarceló allí. Hoy hay más de 100.000 personas como él en el Japón, que están ocupadas predicando “estas buenas nuevas del reino” (Mateo 24:14). Muchas de ellas han pasado personalmente por los horrores de Hiroshima y Nagasaki. Cómo permitió una de ellas que aquella experiencia extraordinaria la moviera a buscar algo mejor —y lo que ella halló— es una historia que le invitamos a leer en el siguiente artículo.

Artículo publicado en la revista ¡Despertad! del 22 de Agosto de 1985. (Nota: se actualizo el curso de los años desde 1945 al presente 2014). Recomiendo el artículo ¿Se puede confiar en las noticias?. Ambos distribuidos por los testigos de Jehová.