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jueves, 5 de diciembre de 2013

Cómo sobrellevar “una espina en la carne”


“Mi bondad inmerecida es suficiente para ti.” 
(2 CORINTIOS 12:9.)


“TODOS los que desean vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos.” (2 Timoteo 3:12.) ¿Por qué causa? Porque Satanás sostiene que el hombre solo sirve a Dios por motivos egoístas, y trata por todos los medios de demostrar que tiene razón. En cierta ocasión, Jesús dio esta advertencia a sus apóstoles fieles: “Satanás ha demandado tenerlos para zarandearlos como a trigo” (Lucas 22:31). Cristo sabía bien que Dios permite que Satanás nos pruebe mediante problemas dolorosos. Claro, esto no quiere decir que el Diablo o sus demonios sean responsables directos de todas las dificultades que afrontamos en la vida (Eclesiastés 9:11). No obstante, está deseoso de utilizar cualquier medio a su alcance para quebrantar nuestra integridad.

La Biblia nos dice que no debemos quedarnos perplejos a causa de las pruebas. Nada de lo que nos suceda es extraño ni inesperado (1 Pedro 4:12). De hecho, “las mismas cosas en cuanto a sufrimientos van realizándose en toda la asociación de [nuestros] hermanos en el mundo” (1 Pedro 5:9). Hoy día, Satanás somete a intensa presión a todos los siervos de Dios. Le encanta vernos atormentados por la mayor cantidad posible de problemas angustiosos. Con ese fin, se vale de su sistema de cosas para aumentar o agravar nuestras ‘espinas en la carne’ (2 Corintios 12:7). Sin embargo, sus ataques no tienen por qué quebrantar nuestra integridad. Así como Jehová “dispondrá la salida” para que soportemos la tentación, del mismo modo nos auxiliará cuando nos enfrentemos a problemas semejantes a espinas en la carne (1 Corintios 10:13).

Cómo sobrellevar una espina

El apóstol Pablo rogó a Dios que le quitara la espina en la carne. “Tocante a esto, tres veces supliqué al Señor que esta se apartara de mí.” ¿Cómo respondió Jehová a su ferviente solicitud? “Mi bondad inmerecida es suficiente para ti; porque mi poder está perfeccionándose en la debilidad.” (2 Corintios 12:8, 9.) Analicemos esta respuesta y veamos cómo nos ayuda a sobrellevar los problemas que nos afligen.

Fijémonos en que Dios animó a Pablo a agradecer la bondad inmerecida que ya le había demostrado mediante Cristo. En efecto, a este apóstol se le había bendecido muchísimo de múltiples maneras. Jehová le concedió con amor el privilegio de ser discípulo aunque había sido un fanático opositor de los seguidores de Jesús (Hechos 7:58; 8:3; 9:1-4). Después, le dio bondadosamente muchas asignaciones y privilegios emocionantes. Está clara la lección para nosotros. Incluso en los peores momentos, gozamos de una multitud de bendiciones por las que sentirnos agradecidos. Las pruebas nunca deberían hacernos olvidar la abundante bondad de Jehová (Salmo 31:19).

La bondad inmerecida de Jehová es suficiente en otro sentido. El poder divino nos da ayuda de sobra para soportar las pruebas (Efesios 3:20). Jehová le dijo a Pablo que Su poder ‘se perfecciona en la debilidad’. ¿Cómo? Él le suministró amorosamente las fuerzas que necesitaba para sobrellevar la prueba. A su vez, el aguante de Pablo y su confianza absoluta en Jehová revelaron a todo el mundo que el poder divino triunfaba en el caso de este hombre débil y pecador. Pensemos en el efecto que tuvo en el Diablo, quien afirma que los seres humanos solo sirven a Dios cuando llevan una vida cómoda y sin complicaciones. La integridad de Pablo fue como una bofetada en el rostro de este calumniador.

Pablo, que había sido un antiguo aliado de Satanás en su lucha contra Dios, un perseguidor insolente de los cristianos, un fariseo celoso que, seguramente, en un tiempo disfrutó de muchas comodidades por formar parte de una clase privilegiada, ahora servía a Jehová y a Cristo como “el más pequeño de los apóstoles” (1 Corintios 15:9). Como tal, se sometía con humildad a la autoridad del cuerpo gobernante cristiano del siglo primero.

Y aguantaba fielmente pese a tener una espina en la carne. Para gran frustración de Satanás, las pruebas no hacían menguar el fervor de Pablo, quien nunca perdió de vista la esperanza de formar parte del Reino celestial de Cristo (2 Timoteo 2:12; 4:18). Ninguna espina, por dolorosa que fuera, enfriaría su celo. Que el nuestro también continúe fuerte. Al apoyarnos durante las pruebas, Jehová nos concede el privilegio de ayudarle a demostrar que el Diablo es un mentiroso, y de ese modo nos dignifica (Proverbios 27:11).

Lo que nos suministra Jehová es fundamental

Hoy, Jehová da fuerzas a los cristianos fieles mediante su espíritu santo, su Palabra y la hermandad cristiana. Al igual que Pablo, podemos arrojar las cargas sobre Dios por medio de la oración (Salmo 55:22). Aunque tal vez no nos quite las pruebas, es posible que nos conceda la sabiduría necesaria para sobrellevarlas, incluso las que son especialmente complicadas. También puede suministrarnos fortaleza que nos haga aguantar, dándonos “el poder que es más allá de lo normal” (2 Corintios 4:7).

¿Cómo recibimos tal ayuda? Tenemos que estudiar con diligencia la Palabra de Dios, pues en ella hallaremos Su seguro consuelo (Salmo 94:19). En la Biblia leemos las conmovedoras peticiones de auxilio de los siervos de Dios. Las respuestas que él les dio, las cuales solían incluir expresiones reconfortantes, inducen a la reflexión. El estudio nos fortalecerá para que “el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede de nosotros”. Igual que hemos de comer todos los días para nutrirnos y tener fuerzas, debemos alimentarnos constantemente de las palabras de Dios. ¿Lo hacemos? En tal caso, observaremos que “el poder que es más allá de lo normal” nos permite aguantar todas las espinas figuradas que nos atormenten.

Los ancianos cristianos temerosos de Dios pueden “resultar ser como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia”, es decir, una protección contra la aflicción y los problemas. Los ancianos, como desean encajar en esta descripción inspirada, piden a Jehová con humildad y sinceridad que les dé “la lengua de los enseñados”, a fin de emplear las palabras adecuadas al confortar a los que sufren. Los comentarios de los ancianos pueden ser como lluvia suave que refresca y consuela el espíritu en tiempos difíciles. Al hablar “confortadoramente a las almas abatidas”, los ancianos realmente apoyan a sus hermanos espirituales, quienes tal vez se sientan cansados o desanimados por culpa de una espina en la carne (Isaías 32:2; 50:4; 1 Tesalonicenses 5:14).

Todos los siervos de Jehová forman parte de su familia cristiana unida. En efecto, somos “miembros que pertenecemos individualmente unos a otros” y estamos “obligados a amarnos unos a otros” (Romanos 12:5; 1 Juan 4:11). ¿Cómo cumplimos con esta obligación? Según 1 Pedro 3:8, “compartiendo sentimientos como compañeros, teniendo cariño fraternal, [y] siendo tiernamente compasivos” con los que están relacionados con nosotros en la fe. Todos debemos mostrar consideración especial a aquellos que soportan una espina en la carne particularmente dolorosa, sean jóvenes o mayores. ¿De qué manera?

Hemos de procurar tener muy presentes sus sufrimientos. Si somos insensibles, fríos o indiferentes, pudiéramos intensificar su dolor sin darnos cuenta. Estar al tanto de las pruebas por las que pasan debería motivarnos a ser cuidadosos con lo que decimos y cómo lo decimos, y con nuestra manera de actuar. Si somos positivos y les damos ánimos, contribuiremos a aliviar un poco su intensa aflicción. De ese modo, quizá resultemos ser un socorro fortalecedor para ellos (Colosenses 4:11).

Cómo lograron sobrellevar las pruebas

Al aproximarse el fin de los últimos días, los “dolores de angustia” aumentan a diario (Mateo 24:8). Por ello, es probable que todos los habitantes del planeta pasen por pruebas, en especial los siervos fieles de Jehová, que tratan de hacer su voluntad.

Un artículo que trataba sobre la manera de hacer frente a la desesperación citó estas acertadas palabras: “El que se aísla buscará su propio anhelo egoísta” (Proverbios 18:1). Por tanto, daba la siguiente recomendación: “Tenemos que evitar aislarnos”.

Las revistas La Atalaya y ¡Despertad! han publicado numerosas biografías y experiencias de Testigos que han hecho frente a diversos problemas, y que continúan haciéndolo. Veremos que muchos de nuestros hermanos espirituales de todo el mundo han aguantado dificultades económicas, la pérdida de seres queridos en desastres y peligrosos estados de guerra. Otros padecen enfermedades que los incapacitan. Muchos no pueden hacer algunas tareas sencillas a las que las personas sanas apenas dan importancia. Su enfermedad constituye una prueba muy severa para ellos, sobre todo porque no pueden participar en las actividades cristianas tanto como les gustaría. ¡Cuánto agradecen la ayuda y el apoyo que les dan sus hermanos y hermanas, tanto jóvenes como mayores!

El aguante resulta en felicidad

Pablo se alegró de ver cómo lo fortalecía Dios. Dijo: “Muy gustosamente prefiero jactarme respecto de mis debilidades, para que el poder del Cristo permanezca como tienda sobre mí. Por lo tanto me complazco en debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones y dificultades, por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy poderoso” (2 Corintios 12:9, 10). Debido a sus experiencias personales, el apóstol podía decir con confianza: “No es que esté hablando respecto a estar en necesidad, porque he aprendido, en cualesquiera circunstancias que esté, a ser autosuficiente. Realmente sé estar en escasez de provisiones, realmente sé tener abundancia. En toda cosa y en toda circunstancia he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, tanto de tener abundancia como de padecer necesidad. Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder” (Filipenses 4:11-13).

De modo que si aguantamos las espinas figuradas clavadas en la carne, sentiremos la satisfacción de demostrar a todo el mundo que el poder de Jehová se perfecciona en nuestra debilidad. Pablo escribió: “No nos rendimos; ciertamente el hombre que somos interiormente va renovándose de día en día. Porque aunque la tribulación es momentánea y liviana, obra para nosotros una gloria que es de más y más sobrepujante peso y es eterna; mientras tenemos los ojos fijos en las cosas que no se ven. Porque las cosas que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:16-18).

La mayoría de los siervos de Jehová de la actualidad esperan vivir en el Paraíso terrestre y disfrutar de las bendiciones que él ha prometido. Hoy día tal vez consideremos que estas son ‘cosas que no se ven’. Sin embargo, se acerca con rapidez el día en que las veremos con nuestros propios ojos, sí, y disfrutaremos de ellas para siempre. Una de tales bendiciones será el alivio de saber que nunca más tendremos que vivir con problemas semejantes a espinas. El Hijo de Dios ‘desbaratará las obras del Diablo’ y reducirá “a nada al que tiene el medio para causar la muerte” (1 Juan 3:8; Hebreos 2:14).

Por lo tanto, sea cual sea la espina en la carne que nos esté lastimando, sigamos sobrellevándola. Al igual que Pablo, contaremos para ello con la fuerza en virtud de Aquel que nos imparte poder con generosidad, a saber, Jehová. Cuando vivamos en el Paraíso terrestre, bendeciremos a Jehová nuestro Dios todos los días por sus hechos maravillosos a favor nuestro (Salmo 103:2).

Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 15 de Febrero del 2002, Puede interesarle la revista "¡Despertad!" de Julio del 201: "Una vida sin sufrimiento ¿Cuándo?

Ilustraciones acerca del Reino

Capítulo 11
 

MIENTRAS estuvo con sus discípulos, Jesús dio muchas parábolas, o ilustraciones. Estas muestran lo que envuelve el ser miembro del reino de los cielos. Indican el proceder que corresponde a los que son del “rebaño pequeño” de herederos del Reino, y también a los que han de adquirir vida eterna en la Tierra bajo ese reino. Estas “otras ovejas,” también, se regocijan al aprender acerca de las profecías que tienen que ver con el Reino, y oran fervorosamente para que “venga.”—Lucas 12:32; Juan 10:16; 1 Tesalonicenses 5:16-20.

Después que Jesús hubo relatado una de estas parábolas a la gente, sus discípulos vinieron a él y le preguntaron: “¿Por qué es que les hablas usando ilustraciones?” En respuesta, Jesús dijo:
“A ustedes se les concede entender los secretos sagrados del reino de los cielos, mas a aquéllos no se les concede.” (Mateo 13:10, 11)

¿Y por qué no? Era porque no estaban dispuestos a ahondar para conseguir el significado más profundo de sus palabras, de modo que sus corazones los movieran a entrar en acción a favor de las “buenas nuevas.” No consideraban el Reino como un “tesoro” ni una “perla de gran valor.”—Mateo 13:44-46.

Jesús citó de la profecía de Isaías e indicó que se cumplía en aquellos descreídos, al decir: “Por medio de oír, oirán pero de ningún modo captarán el sentido de ello; y, mirando, mirarán pero de ningún modo verán. Porque el corazón de este pueblo se ha hecho indispuesto a recibir, y con los oídos han oído sin responder, y han cerrado los ojos; para que nunca vean con los ojos, ni oigan con los oídos, ni capten el sentido de ello con el corazón y se vuelvan, y yo los sane.” (Mateo 13:13-15) Nuestro deseo debe ser no parecernos a aquellas personas que carecían de aprecio. Por eso, apliquémonos al estudio de la Palabra de Dios.

En su parábola presentada en el capítulo 13 de Mateo, versículos 3 al 8, Jesús se describe como “un sembrador” de semilla. Él siembra “la palabra del reino” en diferentes clases de corazones:

  • El corazón de algunas personas es como terreno a lo largo del camino. Antes de que la semilla pueda echar raíces, el Diablo envía a sus secuaces como “aves” para arrancar “la palabra de su corazón para que no crean y sean salvos.” 
  • Otros corazones son como terreno rocoso. Al principio, aceptan la palabra con gozo, pero entonces la planta tierna se marchita bajo alguna prueba o persecución. 
  • Alguna semilla cae entre “espinos,” donde la ahogan las “inquietudes y las riquezas y los placeres de esta vida.” 
  • ¡Ah, pero también hay la “semilla” sembrada sobre la clase apropiada de terreno! “Este es el que oye la palabra y capta el sentido de ella, que verdaderamente lleva fruto y produce, éste de a ciento por uno, aquél de a sesenta, el otro de a treinta.” (Mateo 13:18-23; Marcos 4:3-9, 14-20; Lucas 8:4-8, 11-15)


¡Sí, tendremos bendiciones y nuestro servicio sagrado a nuestro Dios realmente se hará fructífero si recibimos la palabra en corazones llenos de aprecio y nos gastamos a favor del reino de Dios!

OTRO “SEMBRADOR”

Entre los Evangelios, solamente el relato de Marcos sigue a esta parábola del “sembrador” con una ilustración que envuelve a un “sembrador” diferente. Precisamente antes de dar esta ilustración, Jesús dijo a sus discípulos privadamente: “Presten atención a lo que oyen.” Entonces enlazó con esto la parábola, al decir:

“De esta manera el reino de Dios es como cuando un hombre echa la semilla sobre la tierra, y duerme de noche y se levanta de día, y la semilla brota y crece alta, precisamente cómo, él no lo sabe.” (Marcos 4:24-27)

Es obvio que este “hombre” no es el glorificado Señor Jesucristo, porque Jesucristo ya no necesita el sueño de una noche terrestre. Tampoco sería correcto decir que el Hijo de Dios, quien trabajó con su Padre en la creación de todas las cosas, ‘no sabe’ cómo se produce el crecimiento. (Colosenses 1:16) Por eso, considerando el contexto podemos comprender que el “hombre” se refiere al cristiano individual que debe estar ‘prestando atención’ a los asuntos relacionados con “el reino de Dios.”

Cada “sembrador” debe vigilar con qué rasgos de la personalidad está sembrando, y también el ambiente en el cual siembra. Sin que nos demos cuenta de ello, el desarrollo de nuestra personalidad puede recibir influencia para bien o para mal, según la “tierra” o clase de personas entre quienes nos asociemos mientras procuramos desarrollar cualidades cristianas... sea dentro o fuera de la congregación. (Compare con 1 Corintios 15:33.)

Finalmente, “el grano lleno” aparecerá en la espiga, y cosecharemos en armonía con eso. (Marcos 4:28, 29) ¡Qué importante es que los del “rebaño pequeño,” y, en realidad, todos los que se esfuerzan por obtener vida eterna en el arreglo divino del Reino, vigilen lo que siembran y dónde lo siembran respecto a desarrollar personalidades semejantes a la de Cristo!—Efesios 4:17-24; Gálatas 6:7-9.

EL SEMBRADOR Y SU “ENEMIGO”

En otra ilustración Jesús compara el “reino de los cielos” a “un hombre que sembró semilla excelente en su campo.” Entonces, “mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sobresembró mala hierba entre el trigo, y se fue.” ¿Qué clase de fruto podía esperarse de ese campo? Jesús pasó a identificarse a sí mismo, “el Hijo del hombre,” con este sembrador que sembró semilla del Reino que resulta en el fruto de cristianos semejantes a trigo, “los hijos del reino.” El enemigo es “el Diablo,” y la “mala hierba” son “los hijos del inicuo”... la hipócrita “descendencia” religiosa de éste. (Compare con Génesis 3:15.) En cumplimiento de esto, algunos verdaderos cristianos siguieron creciendo entre la conglomeración de “mala hierba” que ha caracterizado a la gran apostasía desde el primer siglo en adelante. ¡Pero ahora hemos llegado al tiempo de segar... “una conclusión de un sistema de cosas, y los segadores son los ángeles”!—Mateo 13:24-30, 36-39.

Al fin, bajo dirección angélica, el “trigo” es separado de la “mala hierba.” La clara distinción que existe entre estas dos cosas ha quedado manifiesta. Como veremos, abunda la evidencia de que “el Hijo del hombre” hoy está presente en su reino celestial, recogiendo a actividad del Reino a los cristianos verdaderos que son semejantes a trigo. Pero, ¿qué hay de la cristiandad y sus maestros de apostasía? La parábola de Jesús continúa diciendo:
“El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y ellos recogerán de su reino todas las cosas que hacen tropezar y a los que cometen desafuero.”

Por siglos los del clero de la cristiandad han hecho tropezar a las personas honradas por sus falsas doctrinas y ostentación exterior de piedad. Pero han llegado a estar bajo el juicio de Dios, y están ‘llorando y crujiendo los dientes.’ Hoy se lamentan debido a merma en el apoyo que reciben de los legos y a la división que existe en sus propias filas. En contraste, los siervos de Jehová semejantes a trigo están testificando gozosamente acerca de Su reino. Están resplandeciendo “tan brillantemente como el sol en el reino de su Padre.”—Mateo 13:40-43; compare con Isaías 65:13, 14.

UN PROYECTO ‘PESQUERO’ DE ÉXITO

“Otra vez,” dice Jesús, “el reino de los cielos es semejante a una red barredera bajada en el mar y que junta peces de todo género.” (Mateo 13:47) Jesús comenzó este proyecto ‘pesquero’ él mismo, cuando llamó a sus primeros discípulos de estar con sus redes para hacer de ellos “pescadores de hombres.” (Mateo 4:19)

Pero durante la gran apostasía, bajo supervisión angélica, grupos minoritarios fieles y las religiones de la cristiandad han continuado ‘pescando’ conversos. Sin embargo, ¿han resultado ser ‘buenos peces’ todos los centenares de millones de criaturas marinas simbólicas? Como hemos notado, las religiones de la cristiandad han basado sus enseñanzas en la filosofía griega de Platón, y en los “misterios” de la antigua Babilonia. El fruto de éstas se ve en los odios, la contienda y el derramamiento de sangre que han manchado las páginas de la historia de la cristiandad, y en el apoyo que han dado a las guerras mundiales de nuestro siglo veinte.

Al fin, “en la conclusión del sistema de cosas,” llega el tiempo en que los ángeles han de sacar la “red barredera.” Esta simboliza las organizaciones que hay en la Tierra de los que afirman ser seguidores de Jesucristo... los verdaderos y los falsos. Los “peces” que resultan “inapropiados” para “el reino de los cielos” tienen que ser tirados, echados en “el horno ardiente” de la destrucción. “Allí es donde será su llanto y el crujir de sus dientes.” (Mateo 13:48-50) Pero los ángeles también están separando a los ‘buenos peces’ de la red barredera simbólica. ¡Qué agradecidos debemos estar de nuestra oportunidad de ser contados con éstos... un pueblo claramente distinto que se dedica a magnificar el nombre de Jehová y que ora con sentido para que “venga” Su reino!

Sin embargo, ¿qué es “la conclusión del sistema de cosas,” acerca de la cual Jesús habla tan vigorosamente en esta última parábola? ¿Qué son “los últimos días,” acerca de los cuales escribieron varios discípulos de Jesús? ¿Vivimos ahora en esos días? Si así es, ¿qué significa esto para nosotros, y para toda la humanidad?


¡DE ATENCIÓN A LAS ILUSTRACIONES DE JESÚS SOBRE EL REINO!

  • Describen el Reino como deseable, como un “tesoro” o “perla.” Asemejan a los que lo buscan a “la clase correcta de terreno,” “trigo,” ‘buenos peces.’
  • Pintan el reino falso como un “árbol” de mostaza de muchas ramas, como una masa leudada de harina. Sus apoyadores son las “aves,” la “mala hierba,” los ‘peces inapropiados.’
  • Al considerar el desarrollo del Reino desde varios ángulos, podemos entender mejor la gran cuestión que afronta la humanidad hoy día, y recibimos estímulo para ponernos firme y lealmente a favor del Reino.


Porción del libro "Venga tu Reino" publicado por los Testigos de Jehová en en año 1981. También puede interesarle la revista "La Atalaya" de Octubre del 2013 con el tema: ¿De qué habla la Biblia?