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viernes, 27 de junio de 2014

Puntos sobresalientes del libro de Lamentaciones (Segunda parte)

En tiempos bíblicos se componían y entonaban lamentaciones o endechas en recuerdo de amigos difuntos (2Sa 1:17-27), naciones devastadas (Am 5:1, 2) y ciudades que habían sido reducidas a ruinas. (Eze 27:2, 32-36.)

El libro de Lamentaciones es un ejemplo inspirado de este tipo de composición melancólica. Consta de cinco poemas líricos (en cinco capítulos) en los que se lamenta la destrucción de Jerusalén a manos de Babilonia en 607 a. E.C.

El libro reconoce que Jehová había castigado justamente a Jerusalén y Judá debido al error de su pueblo. (Lam 1:5, 18.) Además, resalta la bondad y misericordia de Dios y muestra que Jehová es bueno con quien espera en Él. (Lam 3:22, 25.)
Título.

En hebreo este libro recibe el nombre de la palabra de apertura, ’Eh·kjáh, que significa “¡Cómo!”. Los traductores de la Septuaginta llamaron al libro Thrḗ·noi, que significa “Trenos; Endechas; Lamentos”. En el Talmud de Babilonia (Baba Batrá 14b) se le denomina Qi·nóhth, término que significa “Endechas; Elegías”, y Jerónimo le dio el nombre de Lamentationes (en latín), del que proviene el título español.

Su lugar en el canon bíblico. En el canon hebreo al libro de Lamentaciones por lo general se le cuenta entre los cinco Meghil·lóhth (rollos), que constan de El Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester. Sin embargo, parece ser que en copias antiguas de las Escrituras Hebreas el libro de Lamentaciones iba después del libro de Jeremías, como ocurre en muchas Biblias españolas de hoy día.

Lecciones para nosotros:

3:8, 43, 44. Durante las calamidades que padecieron los habitantes de Jerusalén, Jehová se negó a escuchar sus gritos de auxilio. ¿Por qué razón? Por su desobediencia y falta de arrepentimiento. De manera que si queremos que Jehová conteste nuestras oraciones, tenemos que obedecerle (Proverbios 28:9).

3:20. Jehová, “el Altísimo sobre toda la tierra”, es tan excelso que tiene que condescender para “tender la vista sobre cielo y tierra” (Salmo 83:18; 113:6). Pero Jeremías sabía muy bien que el Todopoderoso está dispuesto a inclinarse hacia la gente, es decir, a descender a su nivel para animarla. ¡Qué felices podemos estar de que el Dios verdadero no solo sea omnipotente y omnisciente, sino también humilde!

3:21-26, 28-33. ¿Cómo podemos aguantar hasta el sufrimiento más intenso? Jeremías nos da la respuesta. No debemos olvidar que los actos de bondad amorosa de Jehová son abundantes y que sus misericordias son muchas.

Hay que recordar asimismo que el solo hecho de estar vivos es motivo suficiente para no perder la esperanza, y que es preciso ser pacientes y esperar la salvación de Jehová en silencio, sin quejarnos.

Además, debemos ‘poner la boca en el mismísimo polvo’, es decir, someternos humildemente a las pruebas reconociendo que si Dios las permite, es por una buena razón.

3:27. Las pruebas de fe que sobrevienen en la juventud quizás impliquen aguantar penalidades y burlas; pero “bueno le es al hombre [...] llevar el yugo durante su juventud”. ¿Por qué? Porque aprender a llevar el yugo del sufrimiento en la juventud lo prepara para afrontar los problemas que surjan más adelante en la vida.

3:39-42. No conviene “entregarse a quejas” cuando se está sufriendo debido a los propios pecados. En lugar de quejarnos por las consecuencias de las malas acciones, “escudriñemos nuestros caminos y explorémoslos, y volvámonos [...] hasta Jehová”. Lo más sabio es arrepentirse y rectificar nuestra conducta.

Confiemos en Jehová

El libro bíblico de Lamentaciones revela el sentir de Jehová cuando los babilonios quemaron la ciudad de Jerusalén y asolaron la tierra de Judá. Las expresiones en las que se reconoce el pecado del pueblo ponen de manifiesto que, desde el punto de vista de Jehová, la causa de la calamidad fue el error de ellos.

Por otra parte, las letras de las canciones inspiradas de este libro reflejan esperanza en Jehová y un deseo de volver al buen camino. Si bien este no era el sentir de la mayoría de los judíos de aquel tiempo, sí era el de Jeremías y el del resto arrepentido.

La evaluación que hizo Jehová de la situación en Jerusalén, expresada en Lamentaciones, nos enseña dos lecciones fundamentales. En primer lugar, la destrucción de Jerusalén y la desolación de Judá constituyen una advertencia para que obedezcamos a Jehová y no pasemos por alto su voluntad (1 Corintios 10:11).

La segunda lección la extraemos del ejemplo de Jeremías (Romanos 15:4). Aun en medio de una situación aparentemente desesperanzada, el afligido profeta acudió a Jehová como fuente de salvación. ¡Qué importante es, pues, que cifremos toda nuestra confianza en Jehová y en su Palabra! (Hebreos 4:12.)

Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Junio del 2007. También lea el folleto: "¿Qué es para usted la Biblia?". Ambos editados por los testigos de Jehová.