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miércoles, 27 de agosto de 2014

Las costumbres, o los principios bíblicos ¿cuáles rigen su vida?

CIERTO japonés que visitaba un país asiático quedó escandalizado por lo que vio. Su anfitrión, utilizando sus propios palillos de comer, rebuscó en la bandeja que contenía la carne, seleccionó un buen pedazo, y entonces lo colocó en el tazón de arroz de su huésped. En Japón, esto se consideraría malos modales. Nadie usaría sus propios palillos de comer para sacar comida del plato del cual todos se sirven, a menos que primero los invirtiera de manera que la parte que se coloca en la boca no tocara la comida. Sin embargo, el anfitrión solo trataba de mostrarle honra a su huésped, más bien que de ofenderlo. ¡Lo que era inconcebible en Japón era un gesto de respeto en este país!

¡Cuánto varían las costumbres! ¡Qué insignificantes son muchas de ellas! ¿Y quién puede decir cuáles son las mejores? No obstante, algunas costumbres se basan en supersticiones o en enseñanzas falsas. Para las personas cuya conciencia ha sido educada por la Biblia, tales costumbres claramente han de evitarse. ¿Qué puede ayudarle a alguien que desea agradar a Dios a determinar qué costumbres puede observar y hasta qué grado? El seguir los principios bíblicos, pues el cristiano acepta la Biblia como la norma que se debe seguir, prescindiendo de dónde viva.

La aplicación de los principios bíblicos
Se ha demostrado ampliamente que en realidad la Palabra de Dios obra con gran poder en el corazón de la persona humilde y pone la vida de esta en armonía cada vez más estrecha con la voluntad de Dios. El apóstol Pablo dijo que los cristianos de Tesalónica recibieron la Palabra de Dios “como lo que verdaderamente es, como la palabra de Dios, la cual también está obrando en ustedes los creyentes”. (1 Tesalonicenses 2:13.)

Esa Palabra es tan poderosa que, tal como señala 1 Corintios 6:9-11, hizo que muchos de la antigua Corinto —ciudad conocida por su libertinaje— abandonaran su modo de vivir anterior lleno de robos, fornicación, borrachera y homosexualidad. ¿Está obrando también en usted la Palabra de Dios? ¿Rigen en su vida los principios de ella al grado máximo, capacitándole para discernir qué hacer cuando se encara a ciertas costumbres locales?

A veces es obvio que una costumbre está directamente en conflicto con los principios bíblicos. En tales casos, la persona que conozca las normas de Jehová y desee agradarle evitará dichas costumbres. Por ejemplo, puede que la costumbre sea la de quemar incienso en un funeral para apaciguar al fallecido o a su “alma difunta”, o para darle una buena despedida y alegrar su “alma”. O tal vez se hagan en miniatura casas, aparatos de televisión, automóviles, y otras cosas así, con el fin de quemarlos y proporcionar satisfacción al difunto en el mundo de los espíritus.

Sin embargo, el cristiano que cree en la declaración bíblica de que los muertos “no están conscientes de nada en absoluto” sabe que tales prácticas se basan en creencias falsas y, por lo tanto, las evita. (Eclesiastés 9:5, 10; Salmo 146:4.)
No obstante, cuando una costumbre no viola directamente los principios bíblicos, sino que sencillamente dificulta servir de lleno a Jehová Dios, es más difícil definir los límites y mostrar que los principios bíblicos rigen en la vida de uno.

Existen costumbres muy diseminadas que pueden afectar la relación de uno con Jehová, y entre ellas figuran: la alta estima en que se tiene la educación académica y una vida próspera, la sujeción a los padres durante toda la vida, y el que estos sean quienes escojan al futuro cónyuge de sus hijos. ¿Cómo pueden aplicarse los principios bíblicos en estas situaciones?

El seguir los principios bíblicos, el mejor camino
“¡KUNGSHI, kungshi fa tsai!” (¡Felicidades y que llegue a ser rico!) Este saludo chino que se acostumbra dar durante el Año Nuevo da énfasis a la prosperidad material que es tan común en el mundo. Cuando uno procura capacitarse para hacerse rico, puede que sus estudios académicos casi lleguen al punto de convertirse en objeto de adoración. En muchos países orientales la preocupación principal de los padres es, por lo general, matricular a sus hijos en la mejor escuela de párvulos para que así puedan entrar en la mejor escuela primaria, el mejor colegio de enseñanza superior y la mejor universidad. De manera similar, en el Occidente muchas personas se ocupan en la búsqueda de la opulencia y la vida fácil que esta proporciona.

¿Qué comparación existe entre la costumbre de estar ocupado en una búsqueda de índole materialista y los principios bíblicos? “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y dañinos, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina”, advierte el apóstol Pablo. Él continúa diciendo: “Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores”. (1 Timoteo 6:9, 10.)

Señalando a un hecho que con tanta frecuencia es evidente cuando la gente tiene como objetivo principal en su vida metas materialistas, Eclesiastés 5:10 declara: “Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata, ni ningún amador de la riqueza con los ingresos. Esto también es vanidad”.

¡Con cuánta frecuencia se ve a un esposo y una esposa trabajar arduamente para obtener todos los lujos que ofrece la vida solo para encontrarse tan ocupados que nunca están en el hogar para disfrutar de sus posesiones! Por contraste, antes de darle a Timoteo la mencionada advertencia, Pablo declaró: “Ciertamente es un medio de gran ganancia, esta devoción piadosa junto con autosuficiencia. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas”. (1 Timoteo 6:6, 8.) Además, Proverbios 28:20 agrega: “El hombre de actos fieles recibirá muchas bendiciones, pero el que está apresurándose a ganar riquezas no permanecerá inocente”.

¡Qué trágico es ver a personas, que de otra manera serían amistosas y hospitalarias, sacrificar los elevados principios de la honradez, la dignidad y la ética en sus esfuerzos por acumular más y más riquezas!
Dentro del círculo de la familia

Es la costumbre de algunos pueblos y tribus el esperar que sus hijos —especialmente las hijas, quienes con el tiempo saldrán del hogar para casarse— vayan a trabajar y envíen una mensualidad a casa para demostrar su piedad filial y pagar a sus padres por haberlos criado. Por ejemplo, en una familia de testigos de Jehová, la hija dijo a sus padres que le gustaría mudarse a una ciudad con el fin de hacerse precursora (ministra de tiempo completo). ¡Imagínese el desaliento que sintió cuando sus padres le dijeron que ellos querían que fuera a trabajar para que enviara a casa una mensualidad con el fin de ayudarlos! No, no es que ellos estuvieran en necesidad financiera.

De modo que el principio de que los hijos deben cuidar de sus padres cuando estos son ancianos, están enfermos o necesitados no aplicaba en este caso. (Mateo 15:4-6; 1 Timoteo 5:8.) Era sencillamente un asunto de que es costumbre en su tribu que los hijos ayuden a enriquecer a la familia. Aunque usualmente eso es necesario debido a la falta de provisiones, esta costumbre se estaba siguiendo solo para guardar las apariencias ante la comunidad o por estar infectada con el deseo de hoy en día de “fa tsai”.

Al consultar el padre con un anciano cristiano, se le animó a que leyera varios textos bíblicos antes de tomar una decisión. Entre los textos que se le señalaron estuvo 2 Corintios 12:14, donde Pablo declara este principio: “Porque los hijos no deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos”. Después de considerar este principio bíblico y otros, los padres de la joven tomaron su decisión. ¡Qué encantada estaba la hija cuando se le dio permiso —y hasta alguna ayuda financiera— para hacerse precursora regular!

La sujeción, ¿hasta qué grado?
Otro terreno en que las costumbres locales y actitudes corrientes a menudo chocan con los principios bíblicos es el de la sujeción. En algunos países es la costumbre exigir de los hijos sujeción absoluta a los padres y otras autoridades en todos los aspectos de la vida. No es poco común en tales lugares que hombres de 40 años o hasta de más edad rehúsen leer cualquier literatura de una religión diferente a la de sus padres y tomar cualquier decisión importante sin primero consultar con sus padres por temor a desagradarlos. No obstante, en tales países se está haciendo cada vez más común que los jóvenes se rebelen contra sus padres.

La Biblia, con su punto de vista equilibrado, nos ayuda a evitar estos dos extremos. El principio de la sujeción relativa a las autoridades humanas se declara claramente en Hechos 4:19 y 5:29. Nótese también cómo Pablo anima a los hijos a ser obedientes a los padres, y no obstante, muestra que esto tiene algunas limitaciones al decir: “Hijos, sean obedientes a sus padres en unión con el Señor, porque esto es justo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’; que es el primer mandato con promesa”. (Efesios 6:1-3.)

Otro principio bíblico que afectará el grado de la sujeción de uno a los padres es la sujeción de la esposa a su esposo. “Que las esposas estén en sujeción a sus esposos como al Señor, porque el esposo es cabeza de la esposa”, escribió el apóstol Pablo. Él, entonces, amplió este principio recordando lo que Jehová dijo tras haber unido en matrimonio a la primera pareja humana: “Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y los dos llegarán a ser una sola carne”. (Efesios 5:22-31.)

No obstante, ¿qué hay de la costumbre que existe en muchos países de que el hijo se quede viviendo en el hogar de sus padres después de haber contraído nupcias? La Biblia indica que, por lo menos en los tiempos precristianos, los adoradores de Jehová hacían esto con frecuencia. En tales circunstancias, el padre de la casa permanecía como el cabeza patriarcal de la familia, pero cada esposa habría de sujetarse a su propio esposo.

En algunos países, no obstante, frecuentemente la suegra termina siendo cabeza de la nuera. Esto le dificulta más al hijo poner en práctica el principio de la jefatura de esposo, y a la esposa el estar verdaderamente en sujeción a su esposo. No obstante, el hijo tendrá que equilibrar el respeto que tiene a sus padres con la necesidad de ser el cabeza de su propio hogar, si ha de tener a Jehová como la tercera hebra de la simbólica ‘cuerda triple que no puede ser rota fácilmente en dos’. (Eclesiastés 4:12.)

En algunos países se presenta una situación aun más dificultosa cuando un hombre se casa con una mujer en cuya familia no hay un heredero varón. El siguiente caso es típico de la situación difícil en que se encuentran muchos de esos hombres cuando más adelante en su vida aprenden los principios bíblicos y tratan de aplicarlos. Un joven católico se casó con una muchacha que venía de una familia católica. Desde el mismo principio se dio cuenta de que la familia de ella lo miraba despectivamente y de que lo consideraba poco más que un obrero sin paga de quien se esperaba que engendrara hijos para que el nombre de la familia se perpetuara.

Tal como es la costumbre en ese sistema social, él tenía que renunciar a su propio nombre y permitir que a sus hijos se les considerara como los herederos de la propiedad de la familia materna. Cuando este hombre aprendió el principio de la jefatura en la familia y trató de aplicarlo, su esposa respondió como el resto de la familia de ella: ‘¡No trajiste nada a esta familia, así que no tienes voz alguna tocante a cómo se harán las cosas!’.

Aunque no todos los matrimonios llegan a ese extremo, se puede ver con facilidad que en los lugares donde esa costumbre es común y se espera la sujeción del esposo, se suscitarán problemas al aplicarse los principios bíblicos respecto a la jefatura. Se le dificulta mucho a un esposo cristiano ejercer su jefatura amorosa sobre su propia familia e igualmente se le dificulta a la esposa estar en sujeción a su esposo con “profundo respeto” más bien que en sujeción a sus padres bajo cuyo techo probablemente continúan viviendo. (Efesios 5:33.)

Otro ejemplo de cómo los principios bíblicos pueden chocar con las costumbres locales tiene que ver con el que los padres decidan con quién se han de casar sus hijos. Para los hijos cristianos que tienen padres incrédulos esto, por lo general, presenta un verdadero problema, pues los padres creen que han fracasado si sus hijos no están casados para cierta edad. De modo que una gran presión, incluso palizas, se ejerce para obligar a los hijos, y especialmente a las hijas, a casarse. Cuando escasean los cristianos disponibles para casarse, los padres incrédulos harán casi cualquier cosa por preparar un casamiento para su hijo o hija; pero el cristiano recordará el principio de casarse “solo en el Señor”. (1 Corintios 7:39; Deuteronomio 7:3, 4.)

Los beneficios de obedecer los principios bíblicos
La sobresaliente belleza de los principios bíblicos es que pueden traer mejoras a la vida de cualquier persona que desee aplicarlos, prescindiendo del lugar donde viva. Estos son consecuentes y unen a las familias. Hacen que las personas sean más honradas y que lleguen a ser mejores esposos y padres, mejores esposas y madres, mejores hijos, mejores empleados. Estas personas pueden sobreponerse a los problemas causados por las costumbres locales conflictivas y equilibrar la aplicación de esas costumbres que, aunque no van directamente en contra de lo que es la voluntad de Dios para el hombre, dificultan más el amoldarse a esa voluntad de Él. ¿Cómo puede lograrse eso?

En primer lugar, al igual que los cristianos de Tesalónica, es necesario que usted acepte el hecho de que la Biblia es realmente “la palabra de Dios”. Esto significa reconocer que ella es verdaderamente sabiduría de la Fuente más elevada. Segundo, usted tiene que esforzarse por aprender lo que la “palabra de Dios” dice para su bien. Aprenda a aislar los principios y las leyes de Dios a medida que lee y estudia la Biblia. El tercer paso consiste en dejar que esa palabra ‘obre en usted’. (1 Tesalonicenses 2:13.)

Esto implica tener una asociación estrecha con las congregaciones del pueblo de Dios que ahora existen en más de 200 países e islas del mar. Es esto precisamente lo que ha hecho de la hermandad mundial de los testigos de Jehová una hermandad de obras y no solo de nombre.

Ante todo, el pueblo de Jehová se interesa por estar unido con Dios, permitiendo que los principios bíblicos rijan en su vida. ¿Con qué resultados? Una verdadera unidad duradera con otras personas que también están en unión con Dios, así como paz mental que lo sostiene a uno en las situaciones que se presentan en el actual sistema de cosas. (Filipenses 4:6, 7.) Tal unidad y relación estrecha con Dios y con otros es una ayuda positiva para mejorar la calidad de la vida ahora y da la promesa de vida eterna en el nuevo y justo sistema donde todas las cosas al fin se pondrán completamente bajo sujeción a la voluntad de Dios. (1 Timoteo 4:8; 1 Corintios 15:28.)

Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Febrero de 1987. Lea el interesante tema: ¿Cómo nos ayudan los principios bíblicos?. Ambos distribuidos por los testigos de Jehová.