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miércoles, 2 de abril de 2014

Preste atención a la profecía (Segunda parte)

Sin duda alguna, hemos entrado en “los últimos días” del sistema de gobernación mundial de Satanás. Uno sólo tiene que comparar el mundo de hoy con las palabras del apóstol Pablo en 2 Timoteo 3:1-5, 13 para entender ese hecho. Y especialmente entre las confusas sectas de las religiones de la cristiandad hallamos a hombres “teniendo una forma de devoción piadosa mas resultando falsos a su poder”. No tienen un mensaje genuino de salvación. (Compárese con Mateo 7:21-23.)

Las muchas sectas de la cristiandad cuadran bien con la descripción que dio un profeta de Jehová cuando dijo: “Hay dos cosas malas que mi pueblo ha hecho: Me han dejado aun a mí [Jehová Dios], la fuente de agua viva, para labrarse cisternas, cisternas rotas, que no pueden contener el agua” (Jeremías 2:13). ¡Cuán cierto es que las sectas de la cristiandad han abandonado al Señor Soberano Jehová y los justos principios que se exponen en su Palabra! Hasta odian mencionar Su nombre.

En vez de eso, se han labrado “cisternas rotas” al recurrir a las filosofías y teorías de hombres y politiquear con el mundo. En muchos países sus iglesias están en vías de desaparecer por falta de apoyo, pues la gente no halla en ellas las aguas refrescantes de la verdad. Sin embargo, en contraste con eso, se puede hallar abundancia de refrigerio espiritual entre los que sirven fielmente a Jehová. (Isaías 55:1, 2; 65:13, 14.)

Lo que dicen los líderes mundiales
La Biblia no es la única fuente que da advertencia en cuanto a una destrucción mundial. El actual secretario general de las Naciones Unidas ha declarado que, por primera vez en la historia humana, estamos ahora ‘situados en el borde angosto entre la catástrofe y la supervivencia’. En un memorándum que se escribió allá en 1958, Harry Truman, ex presidente de los Estados Unidos, dijo: “Ahora nos encaramos a la destrucción total. [...] Esa destrucción está muy cerca, a menos que los grandes líderes del mundo eviten que ocurra”.

Pero en los pasados 25 años, ¿han dado pasos los “grandes líderes” para evitar la destrucción total? En vez de eso, ahora gastan más de un millón de dólares por minuto en la fabricación de las armas de aniquilación más diabólicas que haya habido. Respecto a esos “grandes líderes”, el salmista escribió: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna”. (Salmo 146:3.)

El neutralizar esta situación trágica está más allá del poder que tienen las naciones. Hasta la Organización de las Naciones Unidas, según se la conoce, ha resultado ser una tribuna para disputas partidistas, más bien que una agencia para establecer paz y seguridad. Tanto el papa Paulo VI como el papa Juan Pablo II aparecieron ante la ONU, en medio de gran pompa. Declararon que ese cuerpo era ‘la última esperanza de concordia y paz’ de la humanidad. Pero ¿lo es?

En su palabra profética Jehová habla de la verdadera esperanza. Hizo que Isaías predijera el nacimiento de un niño que llegaría a ser “Príncipe de Paz”. Éste es Cristo Jesús, prefigurado por el rey David de la antigüedad. La profecía pasa a decir de Jesús: “De la abundancia del gobierno principesco y de la paz no habrá fin, sobre el trono de David y sobre su reino a fin de establecerlo firmemente y sustentarlo por medio del derecho y por medio de la justicia, desde ahora en adelante y hasta tiempo indefinido. El mismísimo celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Isaías 9:6, 7). Pero ¿cómo traerá ‘paz sin fin’ el celo de Jehová?

“Está cerca el reino de Dios”

Alguien mayor que David, Jesucristo, profetizó acerca de las guerras totales y sus resultantes aflicciones de nuestro siglo XX. Predijo los terribles sucesos, la angustia de naciones, la temerosa expectativa de las cosas que vendrían sobre la Tierra. Luego dijo: “Mas al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca. [...] Cuando vean suceder estas cosas, conozcan que está cerca el reino de Dios” (Lucas 21:10, 11, 25-31). ¡El Reino de Dios! He ahí la solución de los problemas de la humanidad. A través de los años, ¿no hemos estado orando para que venga ese Reino?

Eso fue lo que Jesús nos instruyó a hacer, al decir: “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra’”. (Mateo 6:9, 10.)

La palabra profética nos dice que ya “está cerca el reino de Dios”. Pero ¿en qué sentido? Daniel, profeta de Dios, explica. Después de describir los reinos, o gobiernos, de la humanidad en “el tiempo del fin”, dice: “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos” (Daniel 12:4; 2:44).

De modo que la Tierra no será quemada en una destrucción nuclear que destruya toda la vida humana. Más bien, el Reino de Dios borrará de la haz de nuestro globo terráqueo a los hombres y las naciones inicuos, en preparación para un gobierno mundial permanente sobre los hombros del “Príncipe de Paz”. (Isaías 9:6.)

Ejecución de la venganza de Dios

Las profecías de la Biblia concentran la atención en nuestros días. Muestran lo que va a suceder en el futuro inmediato. “Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Romanos 15:4).

La palabra profética describe a ‘la última esperanza de paz’ de la humanidad, la ONU, como una bestia salvaje de color escarlata. Sí, puede que ésta forje cierta especie de paz inestable y participe en el grito de “¡Paz y seguridad!”... en armonía con su carta constitucional y en cumplimiento de la profecía de 1 Tesalonicenses 5:3. Pero entonces Jehová llevará hábilmente a los “cuernos” militarizados de la ONU a devastar a la religión falsa, “Babilonia la Grande”, de la cual las sectas de la cristiandad componen la parte más reprensible.

Luego, cuando esos “cuernos” se vuelvan para pelear contra el Cordero, Jesucristo, al atacar a los testigos de Jehová, amadores de la paz, la espada de ejecución de Dios caerá sobre esas naciones y sus ejércitos, y éstas “no escaparán de ninguna manera”. (Revelación 17:3-6, 12-17.)

Los armamentos nucleares de las naciones no suministrarán ninguna protección durante esa “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”, la batalla de Armagedón (Revelación 16:14, 16). Si de alguna manera se usaran esas armas de horror en masa, las mismas solo contribuirían a que las naciones se destruyeran unas a otras.

En los días del buen rey Josafat de Judá, ciertas hordas enemigas avanzaron para atacar al aparentemente indefenso pueblo de Dios. Pero Jehová, mediante su profeta, dijo a Su pueblo: “No tengan miedo ni se aterroricen a causa de esta gran muchedumbre; porque la batalla no es de ustedes, sino de Dios”. Jehová tendió una emboscada a aquellos enemigos, de modo que “se pusieron a herirse unos a otros”, hasta que todos ellos fueron aniquilados. (2 Crónicas 20:15-23; compárese también con Jueces 7:22; Ezequiel 38:21-23; Zacarías 14:13.)

El resultado final estará a cargo del “Rey de reyes” que Dios ha entronizado y sus fuerzas angelicales, quienes acabarán con sus enemigos hasta el último sobreviviente rezagado. Aun Satanás y sus demonios serán abismados. (Revelación 19:11-16, 21; 20:1-3.)

No obstante, ¿no es algo aterrador el que Jehová destruya todo este sistema mundial, sin que alguna parte de él haya de ser restaurada? Quizás algunas personas se sientan como se sintió Abrahán respecto a Sodoma y Gomorra, que si solo se pudiera hallar a 50, ó 45, ó 30, ó 20, o siquiera a 10 personas justas en el mundo, entonces “el Juez de toda la tierra” no debería barrerlo todo (Génesis 18:23-33).

¡Pero la palabra profética pone de manifiesto que el mundo de Satanás es injusto de arriba abajo, y que será destruido por completo! (Jeremías 25:31-33; Sofonías 3:8.) La única carne que se salvará de esa “grande tribulación” será, como declaró Jesús mismo, la “carne” dedicada de los ungidos que han sido escogidos y la de sus compañeros de cualidades como de oveja. A nadie más se le considera justo a la vista de Jehová. (Mateo 24:21, 22; 25:31-33, 46; Juan 10:16; Habacuc 3:1, 2, 12, 13.)

La palabra profética de Jehová sigue “jadeando” hacia su cumplimiento final. Nosotros debemos ‘mantenernos en expectativa de ella’ (Habacuc 2:3). Por consiguiente, como testigos de Jehová, declaremos denodadamente “el día de la venganza de parte de nuestro Dios” y seamos ‘francos’, como los apóstoles de Jesús, al consolar con las buenas nuevas de salvación a los que están de duelo (Isaías 61:1, 2; Hechos 4:8-13, 18-20).

Estemos alerta, también, y hagamos caso de las palabras de Jesús: “Presten atención a ustedes mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso y por las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo. Porque vendrá sobre todos los que moran sobre la haz de toda la tierra.

Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre”. (Lucas 21:34-36.)


Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Julio de 1984. Para complementar la información lea el folleto: "Escuche a Dios y vivirá para siempre" también disponible en audio libro.