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sábado, 7 de diciembre de 2013

¿Hay solución para la intolerancia étnica?


Grupo étnico: comunidad de individuos que se distingue de los demás por compartir lazos comunes de raza, nacionalidad, religión, idioma o cultura.

EN España, un árbitro interrumpe un partido de fútbol. ¿Por qué? Porque hay tantos espectadores insultando a un jugador de Camerún que este amenaza con abandonar el campo. En Rusia, las agresiones contra africanos, asiáticos y latinoamericanos se han vuelto algo cotidiano; durante 2005 se registraron en ese país 394 ataques racistas: un aumento del 55% sobre el año anterior. En Gran Bretaña, un tercio de los asiáticos y de los negros que participaron en una encuesta aseguraron haber sido despedidos de su trabajo por discriminación racial. Estos ejemplos ponen de relieve una tendencia mundial.


La intolerancia étnica se manifiesta en una amplia gama de acciones: desde comentarios ofensivos o desconsiderados hasta políticas nacionales de exterminio de determinados grupos étnicos. ¿Cuál es la raíz de este fenómeno? ¿Cómo podemos evitar las actitudes intolerantes? ¿Es realista esperar que la humanidad conviva en paz algún día? La Biblia ofrece interesantes respuestas a estas cuestiones.

Opresión y odio

“La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud”, declara la Biblia (Génesis 8:21). De ahí que haya quienes disfruten oprimiendo a los demás. En ese mismo libro leemos: “¡Mira!, las lágrimas de aquellos a quienes se oprimía, pero no tenían consolador; y de parte de sus opresores había poder” (Eclesiastés 4:1).
La Biblia también muestra que el odio étnico no es nada nuevo.

La raíz de la intolerancia étnica

Las religiones del mundo rara vez han servido para combatir la intolerancia étnica. Es cierto que algunos de sus miembros han luchado con heroísmo contra la opresión, pero las religiones en conjunto se han puesto con frecuencia del lado de los opresores. Tal fue la situación en Estados Unidos, donde se subyugó a la población de raza negra por la fuerza de la ley y de los linchamientos, y donde solo a partir de 1967 se permitieron los matrimonios mixtos. Lo mismo ocurrió en Sudáfrica durante el apartheid, bajo el cual una minoría promulgó leyes encaminadas a preservar su posición de dominio, como la ley que prohibía los matrimonios interraciales. En ambos casos, algunos miembros de los grupos étnicos que promovieron la intolerancia eran sumamente religiosos.

No obstante, la Biblia revela que hay una razón más profunda detrás del problema y explica por qué algunas etnias oprimen a otras. En ella leemos: “El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor. Si alguno hace la declaración: ‘Yo amo a Dios’, y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto” (1 Juan 4:8, 20). Esta declaración identifica la raíz de la intolerancia étnica: las personas son intolerantes porque no han llegado a conocer ni amar a Dios, prescindiendo de que afirmen ser religiosas o no.

El conocimiento de Dios: el fundamento de la armonía étnica

¿Cómo promueve la armonía étnica el hecho de que las personas conozcan y amen a Dios? ¿Puede la Palabra de Dios disuadirlas de hacer daño a quienes les parecen distintos? El conocimiento que revela la Biblia sí tiene ese poder, pues enseña que Jehová es el Padre de toda la humanidad: “Para nosotros hay un solo Dios el Padre, procedente de quien son todas las cosas” (1 Corintios 8:6). Además, indica que él “hizo de un solo hombre toda nación de hombres” (Hechos 17:26). Por consiguiente, todos los seres humanos somos hermanos.

Aunque todos los grupos étnicos pueden sentirse orgullosos de que Dios les haya dado la vida, hay algo acerca de su pasado que todos tienen que lamentar. El escritor bíblico Pablo lo señala de esta manera: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo”. De ahí se desprende que “todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios” (Romanos 3:23; 5:12). Jehová es un Dios de diversidad, pues no existen dos criaturas absolutamente idénticas. Sin embargo, él nunca ha dado razones a ningún grupo étnico para que se sienta superior a los demás. La idea generalizada de que la etnia de uno es mejor que las otras contradice los hechos que se presentan en las Escrituras. Está claro, pues, que el conocimiento de Dios promueve la armonía étnica.

Dios se interesa por todas las naciones

Hay quienes se preguntan si Dios habrá fomentado el prejuicio étnico al favorecer a los israelitas y decirles que se mantuvieran separados del resto de las naciones (Éxodo 34:12). Es cierto que, en la antigüedad, él escogió al pueblo de Israel como su posesión especial. ¿Por qué? Debido a la sobresaliente fe de Abrahán, el antepasado de los israelitas. Mientras ellos siguieron la guía divina, otros pueblos pudieron constatar los buenos resultados de la gobernación de Dios en contraste con la del hombre. Jehová también mostró a Israel que se necesitaba un sacrificio para que la humanidad recobrara su buena relación con él. Esto concuerda con lo que prometió a Abrahán: “Mediante tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra debido a que has escuchado mi voz” (Génesis 22:18).

Este honor se les otorgó con el fin de beneficiar a todas las naciones. En las Escrituras Hebreas, que se encomendaron a los judíos, hallamos esta alentadora descripción de un tiempo en que todos los grupos étnicos recibirían grandes bendiciones: “Muchas naciones ciertamente irán y dirán: ‘Vengan, y subamos a la montaña de Jehová y a la casa del Dios de Jacob; y él nos instruirá acerca de sus caminos [...]’. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra. Y realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar” (Miqueas 4:2-4).

Aunque Jesucristo mismo predicó a los judíos, él también predijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones” (Mateo 24:14). En efecto, ninguna sería excluida. Como vemos, Jehová nos da un ejemplo perfecto al tratar sin favoritismos a todos los grupos étnicos. “Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto.” (Hechos 10:34, 35.)

Igualmente, las leyes que Dios dio al antiguo Israel nos muestran que él se interesa por todos los pueblos. Observe cómo la Ley exigía más que simplemente tolerar a los extranjeros que vivían en el país: “El residente forastero que reside como forastero con ustedes debe llegar a serles como natural suyo; y tienes que amarlo como a ti mismo, porque ustedes llegaron a ser residentes forasteros en la tierra de Egipto” (Levítico 19:34).

Muchas de las leyes que Dios estableció enseñaron a los israelitas a ser bondadosos con los inmigrantes. Por eso, cuando Boaz, un antepasado de Jesús, vio espigar en su campo a una extranjera necesitada, siguió las instrucciones divinas y se encargó de que sus segadores dejaran suficiente grano para que ella lo recogiera (Rut 2:1, 10, 16).

Jesús nos enseña a ser bondadosos

Jesús reveló como nadie el conocimiento de Dios; él enseñó a sus discípulos a ser bondadosos con quienes son diferentes. En una ocasión se puso a hablar con una mujer samaritana; ella se sorprendió, pues los samaritanos eran un grupo étnico despreciado por muchos judíos. Durante la conversación, Jesús la ayudó bondadosamente a entender cómo alcanzar la vida eterna (Juan 4:7-14).

Jesús también ilustró cómo tratar a las personas de otras etnias cuando relató la parábola del buen samaritano. Este hombre encontró a un judío que había sido gravemente herido por unos asaltantes. Al verlo, bien pudo haber razonado: “¿Por qué tengo yo que ayudar a un judío si ellos desprecian a mi gente?”. No obstante, el personaje de la ilustración tenía una opinión muy distinta de los extraños. A diferencia de otros viajeros que habían pasado de largo sin ayudar a la víctima, el samaritano “se enterneció” y lo ayudó todo lo que pudo. Jesús concluyó su parábola diciendo que quien deseara el favor de Dios debía hacer lo mismo (Lucas 10:30-37).

El apóstol Pablo enseñó que todo aquel que busca agradar a Dios debe cambiar su personalidad e imitar la forma en que Dios trata a la gente. “Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas —escribió—, y vístanse de la nueva personalidad, que mediante conocimiento exacto va haciéndose nueva según la imagen de Aquel que la ha creado, donde no hay ni griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, extranjero, escita. Pero, además de todas estas cosas, vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión.” (Colosenses 3:9-14.)

¿Puede cambiar a la gente el conocimiento de Dios?

¿Será verdad que quienes llegan a conocer a Jehová Dios cambian su manera de tratar a los miembros de otros grupos étnicos? Bueno, considere el caso de una inmigrante asiática que vivía en Canadá y se sentía decepcionada por la discriminación de que era objeto en ese país. Con el tiempo conoció a los testigos de Jehová y empezó a estudiar la Biblia con ellos.

Posteriormente les escribió una carta de agradecimiento en la que en parte decía, en su inglés muy particular: “Ustedes fueron unas personas blancas muy amables. Cuando noté que eran distintos de las demás personas blancas, me pregunté por qué. Lo pensé y lo pensé; y dije: Estos son testigos de Dios. Algo debe haber en la Biblia. En sus reuniones vi muchísimas personas de piel blanca, negra y amarilla, pero sus corazones eran del mismo color: transparente, porque eran hermanos y hermanas. Ahora sé quién los hizo así. Fue su Dios”.

La Palabra de Dios predice que llegará el día en que “la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová” (Isaías 11:9). Aún hoy, en cumplimiento de la profecía bíblica, la adoración verdadera está uniendo a una gran muchedumbre de millones de personas que provienen “de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas” (Revelación [Apocalipsis] 7:9). Todas ellas esperan ver cómo el amor reemplazará al odio en una sociedad mundial, una sociedad en la que pronto se cumplirá el propósito de Jehová expresado a Abrahán: “Serán bendecidas todas las familias de la tierra” (Hechos 3:25)
 
Artículo publicado en la revista "La Atalaya" el 01 de Julio del 2007 por los Testigos de Jehová, También puede interesarle el tema: "Todos somos una sola familia"

Ordinary love (U2)

The sea wants to kiss the golden shore
The sunlight wants your skin
All the beauty that's been lost before
wants to find us again

We can't fall any further
if we can't feel ordinary love
We cannot reach any higher
if we can't feel ordinary love

We can't fall any further
if we can't feel ordinary love

Ordinary love

Un amor ordinario (U2)

El mar anhela un beso de la costa dorada
La luz del sol anhela tu piel
Toda la belleza se ha perdido tiempo atrás 
ahora busca encontrarnos una vez más

No llegaremos mas lejos
si no podemos sentir un amor ordinario
No llegaremos mas alto
si no podemos sentir un amor ordinario

No llegaremos mas lejos
si no podemos sentir un amor ordinario

Un amor ordinario

"Ordinary love" interpretada por el grupo U2, es parte del soundtrack de la película "Mandela: long walk to freedom" (Mandela: el largo camino hacia la libertad): película biográfica que relata la lucha de Nelson Mandela, para liberar a Sudáfrica de las políticas de segregación del apartheid.

Mandela: el largo camino hacia la libertad

Nelson Rolihlahla Mandela (18 de julio de 1918 - 5 de diciembre del 2013) Nacio en Johannesburgo, Sudáfrica, fue un político y abogado sudafricano. Estuvo preso más de 27 años por sus convicciones políticas en contra del apartheid (una de las políticas de segregación que limitan el derecho de un grupo étnico a tener las mismas oportunidades que otros grupos privilegiados). Nelson Mandela después de su liberación, recibió el Premio Nobel de la Paz y fue elegido como presidente de su país.

"Mandela: long walk to freedom" (Mandela: el largo camino hacia la libertad) es una película histórica y biográfica, relata la situación que se vivió en Sudáfrica durante el periodo del apartheid y su lucha por eliminar dichas políticas discriminatorias apoyadas en la teoría de la evolución aplicadas a la sociología.

Trailer oficial de la película: "Mandela: long walk to freedom" 

“Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es quien no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo
Nelson Mandela

Sean animosos y fuertes. No tengan miedo ni sufran un sobresalto delante de ellos, porque Jehová tu Dios es el que marcha contigo. No te desamparará ni te dejará enteramente”.
(Deuteronomio 31:6)