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sábado, 3 de agosto de 2013

Cómo me he beneficiado del cuidado de Dios (Relatado por Celeste Jones) Parte 2

Me cuidan con amor

Otro indicativo del cuidado que me dispensaba Jehová fue la ayuda que recibí. Además de llevarme a las reuniones cristianas, me suministraban papel para escribir cartas y los demás artículos que necesitaba para mi ministerio.

En 1970 tuve otra prueba más del cuidado de Jehová cuando se dispuso que me mudara a casa de Maude Washington, una hermana cristiana que era enfermera retirada. Aunque Maude tenía casi 70 años, cuidó con mucho gusto de mí por los siguientes dos años, hasta que se le hizo imposible.

Mientras vivía con Maude, los hermanos de la Congregación se desvivieron por ayudarme a asistir a todas las reuniones, lo que implicaba subirme y bajarme por tres tramos de escaleras tres veces a la semana. ¡Cuánto agradezco la labor fiel de quienes me llevaban a las reuniones!

En 1972, cuando la hermana Washington ya no pudo hacerse cargo de mí, decidí buscar un apartamento propio. Este cambio nunca habría sido posible sin la ayuda abnegada y el amor de las hermanas de la Congregación. Ellas me alimentaban, me bañaban y atendían mis necesidades personales. Otros me efectuaban las compras y se ocupaban de otros asuntos.

Las hermanas venían todos los días por la mañana temprano para darme de comer y vestirme. Después me ayudaban a sentarme en la silla de ruedas y me llevaban al escritorio, situado en un rincón del apartamento, junto a una ventana. Allí efectuaba mi ministerio, ya fuera por teléfono o por carta. Yo llamaba a ese lugar el “rincón del paraíso”, ya que lo tenía decorado con muchas escenas teocráticas. Dedicaba todo el día al ministerio hasta que venía alguien por la noche para acostarme.

En 1974 mi estado empeoró y tuve que ser hospitalizada nuevamente. Los médicos me presionaron para que aceptara una transfusión de sangre. Una semana después mejoré y dos de los médicos vinieron a visitarme. “¡Ah, ya me acuerdo de ustedes! —les dije—. Ustedes son los que intentaron convencerme para que aceptara sangre.”

“Sí —respondieron—, pero sabíamos que no serviría de nada.” Tuve la oportunidad de darles testimonio sobre la promesa bíblica de la resurrección y sobre el paraíso que habrá en la Tierra. (Salmo 37:29; Juan 5:28, 29.)

Durante los primeros diez años que viví sola, asistí a las reuniones cristianas. Nunca faltaba, a menos que estuviera muy mal. Si no hacía buen tiempo, los hermanos me envolvían las piernas con una manta y las cubrían para que no se me mojaran. De vez en cuando venía a verme un superintendente viajante. Durante sus visitas, me “acompañaba” a un estudio bíblico que yo conducía por teléfono. Eran ocasiones muy gozosas para mí.

Me adapto a una situación que va empeorando

En 1982 la enfermedad llegó a un punto en que me era imposible levantarme de la cama. No podía ir a las reuniones ni servir de precursora, lo cual había hecho ininterrumpidamente durante diecisiete años. Este cambio de circunstancias me entristeció tanto, que lloraba con frecuencia. No obstante, el cuidado de Jehová fue evidente: los ancianos cristianos organizaron un Estudio de Libro de Congregación en mi pequeño apartamento. ¡Qué agradecida estoy aún por esta provisión!

Como estaba postrada en cama todo el día y no podía llegar al escritorio, empecé a tratar de escribir en un papel que me colocaba sobre el pecho. Al principio no hacía más que garabatos, pero a fuerza de práctica, conseguí que la letra fuera legible. Durante algún tiempo pude dar testimonio por carta, lo que me producía cierto gozo. Desafortunadamente, mi estado de salud ha seguido agravándose, y ya no puedo participar en este aspecto del ministerio.

Si bien no he podido asistir a ninguna asamblea de distrito desde 1982, intento imbuirme del espíritu de la ocasión cuando se está celebrando alguna. Una hermana me trae una tarjeta de solapa y me la prende en el camisón. Pongo en la televisión un partido de béisbol que se haya jugado en el Veteran’s Stadium de Filadelfia, y pienso en el lugar en que solía sentarme cuando asistía a las asambleas celebradas allí. Por lo general alguien me graba el programa de la asamblea para que pueda escucharlo completo.

No me rindo

Aunque no puedo hacer tanto como antes en el ministerio, todavía me preocupo por comunicar las verdades bíblicas a la gente. He tenido la satisfacción de servir de precursora y ayudar a varias personas interesadas a conocer la Biblia. No ha sido fácil vivir sola por los pasados veintidós años, pero he disfrutado de libertad para servir a Jehová sin impedimentos, lo cual no hubiera sido posible si me hubiera quedado en el hogar familiar.

También he visto la necesidad de esforzarme por corregir mi personalidad. Mis palabras no siempre han estado revestidas de gracia al dar instrucciones a los que se han ofrecido a ayudarme. (Colosenses 4:6.) Sigo rogando a Jehová que me ayude a mejorar en este aspecto. Estoy muy agradecida por la paciencia y la disposición de perdonar que han tenido quienes me han soportado con amor a lo largo de los años. Su ayuda afectuosa es una bendición que agradezco tanto a ellos como a Jehová.

A pesar de que llevo años sin poder asistir a las reuniones a causa de mi condición física —en todo ese tiempo solo he salido una vez del apartamento, para ir al hospital— no he perdido el gozo y la alegría. He de admitir que a veces me deprimo, pero Jehová me ayuda a recuperar los ánimos. Ahora disfruto de escuchar las reuniones gracias a una conexión telefónica con el Salón del Reino. Orando a Jehová y confiando en él, nunca me he sentido sola. Puedo decir, efectivamente, que me he beneficiado del cuidado de Jehová.

—Relatado por Celeste Jones.

Articulo de la revista ¡Despertad! del 22 de Junio de 1995. Publicada por los testigos de Jehová. Pueden descargarse mas articulos de la pagina oficial en formatos pdf para su lectura, asi como mp3 y aac en audio.

Sea íntegro bajo prueba


“¡MALDICE a Dios, y muere!” La esposa de Job, atacó a su esposo con estas palabras. De esto hace unos tres mil seiscientos años. Aquel ataque verbal a un siervo fiel de Dios puso de relieve una cuestión a la que la humanidad aún se enfrenta. El fiel Job había sufrido terribles pérdidas: su ganado, su casa y sus diez hijos. En aquel momento, una enfermedad crónica afligía su cuerpo, sometiendo a prueba su aguante hasta el límite. ¿Por qué razón? El archienemigo de Dios y del hombre, Satanás el Diablo, intentaba demostrar que el ser humano no puede ser íntegro cuando se ve sometido a una prueba severa. (Job 1:11, 12; 2:4, 5, 9, 10.)

Al igual que en el tiempo de Job, hoy “el mundo entero yace en el poder del inicuo”, Satanás el Diablo. (1 Juan 5:19.) En realidad, aún es más cierto actualmente, pues ahora “el que es llamado Diablo y Satanás, que está extraviando a toda la tierra habitada”, ha sido arrojado del cielo abajo a la Tierra. (Revelación [Apocalipsis] 12:9.)

En este mundo cruel y degradado, ¿piensa usted a veces que ha llegado al límite del aguante humano? ¿Se ha preguntado en ocasiones: ‘¿Tiene algún propósito la vida?’? Puede que Job se sintiera así, pero nunca perdió la fe en Dios, aunque cometió errores. Expresó su determinación con estas palabras: “¡Hasta que expire no quitaré de mí mi integridad!”. Confiaba en que Dios ‘llegaría a conocer su integridad’. (Job 27:5; 31:6.)

Jesucristo, el propio Hijo de Dios, también tuvo que aguantar pruebas mientras vivió en la Tierra. Satanás lo atacó de diferentes maneras. Se aprovechó de las necesidades físicas de Jesús, y en la montaña de la tentación puso a prueba Su confianza en la Palabra de Dios. (Mateo 4:1-11.) Hostigó a Jesús haciendo que los escribas y fariseos apóstatas y sus secuaces lo persiguieran, lo acusaran de blasfemia y tramaran su muerte. (Lucas 5:21; Juan 5:16-18; 10:36-39; 11:57.) Trataron a Jesús mucho peor que los tres falsos consoladores a Job. (Job 16:2; 19:1, 2.)

En el jardín de Getsemaní, cuando Jesús se acercaba a su prueba cumbre, dijo a sus discípulos: “Mi alma está hondamente contristada, hasta la muerte”. Luego “cayó sobre su rostro, orando y diciendo: ‘Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa. Sin embargo, no como yo quiero, sino como tú quieres’”. Finalmente, en cumplimiento de las palabras proféticas de Salmo 22:1, Jesús clamó en el madero de tormento: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.

Pero en el fondo Dios no lo desamparó, pues Jesús fue perfectamente íntegro y dejó un modelo para que lo imitaran todos los cristianos verdaderos. Jehová recompensó su integridad resucitándolo y exaltándolo a lo más elevado de los cielos. (Mateo 26:38, 39; 27:46; Hechos 2:32-36; 5:30; 1 Pedro 2:21.) Dios recompensará a todos aquellos que de igual manera permanezcan íntegros.

Triunfemos sobre Satanás y sus obras

“Sujétense, por lo tanto, a Dios; pero opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes.” (SANTIAGO 4:7.)

JOB no se equivocó al decir que “la tierra misma ha sido dada en la mano del inicuo”. (Job 9:24.) Hoy vivimos en los días más críticos de la historia humana. ¿Por qué? Porque son “los últimos días” de la dominación demoníaca de Satanás sobre la Tierra. No sorprende que, por instigación satánica, “los hombres inicuos e impostores [avancen] de mal en peor, extraviando y siendo extraviados”. (2 Timoteo 3:1, 13.)

Por otra parte, también pudiéramos vernos agobiados por persecuciones, injusticias, crueldades, delitos, apuros económicos, enfermedades crónicas, achaques de la vejez, depresiones emocionales y otras situaciones.
 
Satanás el Diablo, el gran adversario, está sometiendo a la humanidad, y en particular a los adoradores verdaderos de Dios, a un feroz ataque. Su objetivo es hacer que todas las personas potencialmente íntegras se vuelvan contra Dios para arrastrarlas al mismo fin que les espera a él y a sus ángeles demoníacos.

No obstante, se nos asegura que si aguantamos y somos íntegros, el Diablo huirá de nosotros. Al igual que Jesús, podemos ‘aprender a obedecer’ a Dios por las cosas que sufrimos y, por Su bondad inmerecida, alcanzar la vida eterna. (Hebreos 5:7, 8; Santiago 4:7; 1 Pedro 5:8-10.)

Efesios 6:10, 11 nos aconseja: “Sigan adquiriendo poder en el Señor y en la potencia de su fuerza. Pónganse la armadura completa que proviene de Dios para que puedan estar firmes contra las maquinaciones [o: “artimañas”, nota] del Diablo”.

Satanás no ha logrado quebrantar la integridad de esos hermanos y hermanas leales mediante el ataque frontal y directo. Por lo tanto, ¿de qué otras artimañas se vale? Revelación (Apocalipsis) 12:12 dice de estos últimos días: “¡Ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto espacio de tiempo”. Como no ha conseguido aniquilar al pueblo leal de Dios mediante las persecuciones, Satanás, encolerizado, intenta masacrar a poblaciones enteras, sin duda con el propósito de acabar con el pueblo de Jehová junto con ellas.

Jesús indicó que aquellos a quienes sus familiares rechazan por causa de la verdad serán recompensados con “el céntuplo”. (Marcos 10:29, 30.) Esto le sucedió a Entellia, una niña de 10 años de edad del norte de África que amó el nombre de Dios, Jehová, en cuanto lo oyó. Estudiaba con los testigos de Jehová, y caminaba noventa minutos de ida y otros noventa de vuelta para asistir a las reuniones, a pesar de que en muchas ocasiones su familia no la dejaba entrar en casa cuando llegaba.

A los 13 años de edad empezó a predicar de casa en casa, y su familia se opuso aún más. Un día sus familiares la ataron de pies y manos y la dejaron tirada bajo un sol ardiente durante siete horas, arrojándole de vez en cuando agua sucia por encima. La golpearon brutalmente, a consecuencia de lo cual perdió un ojo, y por último la echaron de casa. Después, encontró empleo en un hospital y con el tiempo se hizo enfermera. A los 20 años de edad se bautizó, e inmediatamente empezó a servir de precursora auxiliar. Impresionados por su integridad, la recibieron de vuelta a casa y ahora nueve de sus familiares han aceptado un estudio bíblico.

A Entellia la ha animado mucho el Salmo 116, en particular los versículos 1 a 4, que ha leído muy a menudo: “De veras amo, porque Jehová oye mi voz, mis súplicas. Porque ha inclinado a mí su oído, y durante todos mis días llamaré. Las sogas de la muerte me rodearon, y las circunstancias angustiosas del Seol mismas me hallaron. Angustia y desconsuelo seguí hallando. Pero el nombre de Jehová procedí a invocar: ‘¡Ah, Jehová, de veras provee escape a mi alma!’”. Jehová contesta esas oraciones.


Como en los días de Jesús, Satanás utiliza a menudo el fanatismo religioso para echar leña al fuego de la persecución; pero no ha tenido éxito. Un ejemplo sobresaliente es el de nuestros hermanos de Polonia, cuya historia se publicó en el Anuario de los Testigos de Jehová 1994. Incluso los jovencitos tuvieron que demostrar su integridad. Por ejemplo, en 1946 a una joven de 15 años se le dijo: “Solo persígnate. Si no lo haces, ¡te espera una bala!”. Debido a su integridad, la arrastraron a un bosque, la torturaron horriblemente y la mataron de un tiro. (Compárese con Mateo 4:9, 10.)


Otras artimañas de Satanás



La norma de actuación demoníaca de Satanás es “gobernar o destruir”. Tiene un arsenal de armas crueles. Por ello, no sorprende que el apóstol Pablo advierta: “Tenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales. Por esta causa tomen la armadura completa que proviene de Dios, para que puedan resistir en el día inicuo y, después de haber hecho todas las cosas cabalmente, estar firmes”. (Efesios 6:12, 13.)

Los deseos materialistas, el entretenimiento y la propaganda degradantes, la música satánica, la presión de los compañeros del colegio, el consumo de drogas y la borrachera pueden arruinar nuestra vida. Por eso, el apóstol añade el siguiente consejo: “Sobre todo, tomen el escudo grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los proyectiles encendidos del inicuo”. (Efesios 6:16.)


Los proyectiles encendidos de Satanás tienen el objetivo de manipular las emociones. Puede que nuestro adversario se valga de las presiones de la vida, como la enfermedad o la depresión grave, para despertar en nosotros sentimientos de inutilidad. Algunos quizá se desanimen porque no pueden pasar muchas horas en el servicio del campo o porque no les es posible asistir a algunas de las reuniones de la congregación. El cuidado amoroso de los ancianos y de otros hermanos y hermanas bondadosos puede ayudar a tales personas a superar estos difíciles traumas. Nunca olvide que Jehová ama a sus siervos fieles. (1 Juan 4:16, 19.) Salmo 55:22 dice: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo”.

Es interesante que Job, el siervo de Dios, tuvo que batallar con los “pensamientos inquietantes” que Satanás le transmitió mediante Elifaz y Zofar. (Job 4:13-18; 20:2, 3.) Como consecuencia, Job sufrió “irritación”, lo que dio lugar a que ‘hablara desatinadamente’ sobre los “terrores” que afligían su mente. (Job 6:2-4; 30:15, 16.) Elihú escuchó a Job en silencio y le ayudó con sinceridad a ver el parecer de Jehová, el Dios omnisciente. Del mismo modo, los ancianos comprensivos de hoy demuestran su interés por los afligidos al no añadirles más “presión”. Antes bien, como Elihú, los escuchan con paciencia y entonces los untan con el bálsamo de la Palabra de Dios. (Job 33:1-3, 7; Santiago 5:13-15.) Por tanto, la persona que sufre de problemas emocionales debido a traumas —sean reales o imaginarios—, o que está ‘aterrorizada con sueños y visiones’, como Job, puede encontrar el consuelo balsámico de la Biblia en la congregación. (Job 7:14; Santiago 4:7.)

Sabemos que el objetivo de Satanás es corromper nuestra mente de algún modo, como advirtió el apóstol Pablo en 2 Corintios 11:3: “Tengo miedo de que de algún modo, así como la serpiente sedujo a Eva por su astucia, las mentes de ustedes sean corrompidas y alejadas de la sinceridad y castidad que se deben al Cristo”. La ruina actual de toda carne, es decir, la sociedad humana apartada de Dios, nos recuerda el efecto degradante que tuvieron en la Tierra los “derribadores” de los días de Noé, aquella prole híbrida corrupta y violenta. (Génesis 6:4, 12, 13, nota; Lucas 17:26.) Por ello, no sorprende que Satanás recurra a artimañas y tácticas astutas para descargar su ira, sobre todo contra el pueblo de Dios. (1 Pedro 5:8; Revelación 12:17.)
 
Ni siquiera se menciona a Satanás en los últimos capítulos del libro bíblico de Job. La integridad de este hombre probó la falsedad de la alegación inicua de Satanás de que los seres humanos no pueden permanecer íntegros en el servicio a Dios. En el futuro cercano, cuando “una gran muchedumbre” de personas íntegras “[salgan] de la gran tribulación”, Satanás será abismado. Hombres y mujeres de fe, entre ellos el fiel Job, se unirán a esta “gran muchedumbre” para disfrutar de bendiciones paradisíacas aún mayores que las que recibió Job. (Revelación 7:9-17; 20:1-3, 11-13; Job 14:13.)


Porciones de la revista "La Atalaya" del 01 de Enero de 1995. Publicada por los testigos de Jehová. Pueden descargarse mas articulos de la pagina oficial en formatos pdf para su lectura, asi como mp3 y aac en audio.

La busqueda de las riquezas... fuente de infelicidad

"En ciertos países, la riqueza de los padres es una fuente de infelicidad para los hijos. La gran casa sólida que el padre y la madre han empleado juntos para poner a salvo sus riquezas se convierte en una prisión estrecha y sombría para las almas de sus herederos."

Gibran Jalil Gibran


"Porque nada hemos traído al mundo, y tampoco llevarnos cosa alguna. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas. Sin embargo, los que estan resueltos a ser ricos caen en tentación, y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores." 

(1 Timoteo 6: 9 al 10)