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domingo, 1 de diciembre de 2013

Cántico 110: Las maravillosas obras de Dios


Cuando mis pensamientos inquietantes llegaron a ser muchos dentro de mí, tus propias consolaciones empezaron a acariciar mi alma. (Salmo 94:19)

Señor, de mí tú sabes todo,
conoces bien mis pasos al andar.
Mi corazón es como un libro abierto,
mis más ocultos pensamientos sabes ya.

Tú me tejiste en lo secreto,

allí mis huesos viste tú crecer.
Escrito en tu libro todo estaba,
tus obras son maravillosas, bien lo sé.

Tu gran saber mis labios hoy alaban,

tus obras son sublimes, oh Jehová.
Si de tu rostro un día quiero irme,
¿adónde iré? No hay ningún lugar.

Si subo al cielo, allí te encuentras,

y en el Seol, allí también estás;
es para ti la noche como el día:
de tu presencia nunca me podré ocultar.

(Véanse también Sal 139; Sal. 66:3; Jer. 17:10)

Se puede descargar el archivo en mp3, que es parte de Cantemos a Jehová (coro y orquesta) disco 1, Así como El libro de canticos.

La lucha por hacer lo que es correcto

Capítulo 26

MIENTRAS exista el mundo de Satanás, los cristianos tienen que luchar para mantenerse libres de la influencia inicua de éste. El apóstol Pablo escribió: “Pónganse la armadura completa que proviene de Dios para que puedan estar firmes contra las maquinaciones del Diablo.” (Efesios 6:11-18) Sin embargo, nuestra lucha no es solo contra Satanás y su mundo; también es contra nuestros propios deseos de hacer lo que es malo. La Biblia dice: “La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud.”—Génesis 8:21; Romanos 5:12.

Debido al pecado que hemos heredado del primer hombre, Adán, nuestro corazón puede tener el deseo intenso de hacer lo que es malo. Si cedemos a ese deseo, no recibiremos vida eterna en el nuevo sistema de Dios. Por eso tenemos que luchar por hacer lo que es correcto. Hasta el apóstol Pablo experimentó tal lucha, como explicó: “Cuando deseo hacer lo que es correcto, lo que es malo está presente conmigo.” (Romanos 7:21-23) “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado.”—Jeremías 17:9.

LA LUCHA SE PUEDE GANAR

Sin embargo, esto no significa que nadie pueda controlar sus fuertes deseos de hacer lo incorrecto. Si usted realmente quiere, puede fortalecer su corazón para que éste lo conduzca al proceder correcto. Pero a usted le toca hacer eso. (Salmo 26:1, 11) Ninguna otra persona puede ganar la lucha para usted. Por eso, ante todo, continúe adquiriendo conocimiento bíblico, conocimiento que da vida. (Juan 17:3)

Pero se necesita más que simplemente el que usted llene de ese conocimiento la cabeza. Este también tiene que profundizarse en su corazón. Es necesario que usted llegue a apreciar profundamente lo que está aprendiendo para que realmente desee obrar en armonía con ello.

Pero, ¿cómo puede usted llegar a apreciar con todo el corazón las leyes de Dios? Se necesita meditación, pensar con profundidad en ellas. Por ejemplo, pregúntese: En realidad, ¿en qué me resultará el obedecer a Dios, en contraste con no obedecerle? Entonces considere la vida de las personas que han pasado por alto las leyes de Dios, es verdaderamente triste el considerar todos los problemas que se causa la gente cuando desobedece las leyes de Dios. (2 Samuel 13:1-19)

Lamentándose, una mujer que había cometido fornicación dijo: “Sencillamente no valen la pena el dolor y el desplome emocional que vienen con la desobediencia. Ahora estoy sufriendo por eso.”
6 Sin embargo, usted oirá que algunas personas dicen que tanto la fornicación como el emborracharse y el drogarse son diversión. Pero esa llamada diversión es solo temporal.

No se deje engañar ni vaya a seguir un proceder que le haya de privar de la felicidad verdadera y duradera. Piense en Moisés, quien fue criado como “hijo de la hija de Faraón.” El vivió en medio de la riqueza de la casa real allá en el Egipto de la antigüedad. Sin embargo, la Biblia dice que, cuando creció, optó por “ser maltratado con el pueblo de Dios más bien que disfrutar temporalmente del pecado.” (Hebreos 11:24, 25) De modo que tiene que haber habido disfrute o diversión en el modo de vivir inmoral y relajado que aparentemente existía entre los de la casa real egipcia. Entonces, ¿por qué se apartó Moisés de todo aquello?

Fue porque Moisés creía en Jehová Dios. Y sabía de algo que era mucho mejor que cualquier disfrute temporal del pecado que pudiera experimentar en la casa real egipcia. La Biblia dice: “Miraba atentamente hacia el pago del galardón.” Moisés meditó, o pensó profundamente, en las cosas que Dios había prometido.

Tuvo fe en el propósito de Dios de crear un nuevo sistema justo. El gran amor e interés de Jehová para con la humanidad le conmovió el corazón. No fue sencillamente que hubiera oído o leído acerca de Jehová. La Biblia dice que él “continuó constante como si viera a Aquel que es invisible.” (Hebreos 11:26, 27) Jehová era real para Moisés, al igual que lo eran Sus promesas de vida eterna.

¿Sucede así en su caso? ¿Ve usted a Jehová como Persona real, como un Padre que le ama? Cuando lee acerca de Sus promesas de proveer vida eterna en el Paraíso en la Tierra, ¿se ve usted mismo allí disfrutando de estas bendiciones? Para ganar la lucha contra las muchas presiones que se ejercen en nosotros para llevarnos a hacer lo incorrecto, tenemos que mantenernos en estrecha relación con Jehová. Y tenemos que mirar, como hizo Moisés, “atentamente hacia el pago del galardón.

APRENDIENDO DE LOS ERRORES DE OTROS

Usted nunca debe descuidarse respecto a esta lucha, como hizo una vez el rey David. Un día sucedió
que él estuvo mirando desde el techo donde se hallaba y a la distancia vio a la hermosa Bat-seba bañándose. En vez de apartarse de allí antes de que se desarrollaran pensamientos incorrectos en su corazón, él siguió mirando. Su deseo de tener relaciones sexuales con Bat-seba se hizo tan fuerte que él mandó que se la trajeran al palacio. Más tarde, puesto que ella quedó encinta, y a él se le hacía imposible encubrir el adulterio que ellos habían cometido, él hizo arreglos para que el esposo de ella muriera en una batalla.—2 Samuel 11:1-17.

Aquello realmente fue un pecado terrible. Y David en realidad sufrió por él. No solo le angustió muchísimo lo que había hecho, sino que Jehová lo castigó con dificultades dentro de su casa durante el resto de su vida. (Salmo 51:3, 4; 2 Samuel 12:10-12) El corazón de David fue más traicionero de lo que él reconocía; sus deseos incorrectos lo vencieron. Después, él dijo: “¡Mira! Con error fui dado a luz con dolores de parto, y en pecado me concibió mi madre.” (Salmo 51:5) Pero lo malo que David hizo con Bat-seba no tenía que haber sucedido. Su problema fue que él siguió mirando; no evitó la situación que hizo que su apetito sexual por la esposa de otro hombre creciera.

De la experiencia de David debemos aprender a mantenernos en guardia contra situaciones que exciten sentimientos sexuales impropios. Por ejemplo, ¿qué sucederá si usted lee libros y ve programas de televisión y películas que den énfasis a lo sexual? Lo que puede suceder es una agitación de los deseos sexuales. Por eso, evite las actividades y el entretenimiento que agiten el “apetito sexual.” (Colosenses 3:5; 1 Tesalonicenses 4:3-5; Efesios 5:3-5) No llegue a estar con otra persona en una situación que pueda resultar en que se cometa fornicación.

Si David hubiera mantenido presente el ejemplo de José, nunca habría cometido aquel gran pecado contra Dios. Abajo en Egipto, a José se le había puesto a cargo de la casa de Potifar. Mientras Potifar estaba fuera, la esposa de éste, enloquecida por los deseos sexuales, trataba de seducir al hermoso José, diciendo: “Acuéstate conmigo.” Pero José rehusaba. Entonces, cierto día ella se asió de él y trató de obligarlo a acostarse con ella. Pero José logró desprenderse de ella y huyó. Mantuvo su corazón firme mediante no pensar en satisfacer sus propios deseos sexuales, sino en lo que era correcto a la vista de Dios. “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?,” preguntó.—Génesis 39:7-12.

AYUDA NECESARIA PARA GANAR

Para ganar esta lucha usted tiene que dejar que el conocimiento bíblico se profundice en su corazón hasta que usted sienta el impulso de obrar en armonía con ese conocimiento. Pero también necesita asociarse con el pueblo de Dios, llegar a ser parte de la organización visible de Jehová. Con la ayuda de ésta, sin importar cuán profundamente se haya envuelto usted en lo incorrecto, puede cambiar.

Acerca de personas de la antigua Corinto que cambiaron, el apóstol Pablo escribió: “No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni avarientos, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios. Y sin embargo eso es lo que algunos de ustedes eran. Mas ustedes han sido lavados.”—1 Corintios 6:9-11.

¡Imagínese eso! Algunos de aquellos cristianos primitivos anteriormente habían sido fornicadores, adúlteros, homosexuales, ladrones y borrachos. Pero con ayuda de la organización cristiana cambiaron. El apóstol Pablo mismo había practicado antes cosas malas. (1 Timoteo 1:15) A su compañero cristiano, Tito, escribió: “Porque hasta nosotros en un tiempo éramos insensatos, desobedientes, siendo extraviados, siendo esclavos a diversos deseos y placeres.”—Tito 3:3.

Cuando Pablo llegó a ser cristiano, ¿se le hizo fácil entonces hacer lo que era correcto? No. Pablo tuvo una batalla de toda la vida contra los deseos y placeres incorrectos de los cuales había sido esclavo antes. Escribió: “Golpeo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado de algún modo.” (1 Corintios 9:27) Pablo se trató con severidad a sí mismo. Se obligaba a hacer lo correcto, hasta cuando su cuerpo deseaba hacer lo incorrecto. Si usted hace como él hizo, también puede ganar esta lucha.

Si se le está haciendo difícil vencer cierto hábito malo, al asociarse usted con los testigos de Jehová en reuniones más pequeñas, como las de una congregación, estará entre personas que han luchado para vencer las mismas malas prácticas y deseos incorrectos contra los cuales usted quizás esté luchando ahora. Por eso, ¡ánimo! Estas personas están ganando la lucha por hacer lo que es correcto. Y usted puede hacer lo mismo, con la ayuda de Dios.

Haga de la asistencia a las reuniones una costumbre regular. Todos necesitamos el estímulo espiritual que se recibe de tal asociación cristiana. (Hebreos 10:24, 25) Llegue a conocer a los ancianos de la congregación. La responsabilidad de éstos es ‘pastorear el rebaño de Dios.’ (1 Pedro 5:1-3; Hechos 20:28) Por eso, no vacile en ir a ellos si necesita ayuda para vencer algún hábito o práctica que vaya en contra de las leyes de Dios. Hallará que son personas amorosas, bondadosas y consideradas.—1 Tesalonicenses 2:7, 8.

La presión que se ejerce en nosotros para llevarnos a hacer lo incorrecto no nos viene solamente del mundo de Satanás, sino también desde dentro de nosotros mismos en nuestra condición de personas pecaminosas. Por eso, el ser fiel a Dios es una lucha de todos los días. ¡Pero qué bueno es saber que esa lucha no continuará para siempre! Pronto Satanás será quitado y todo su mundo inicuo será destruido. Entonces, en el nuevo sistema de Dios ya cercano, habrá condiciones de justicia que nos facilitarán mucho nuestro proceder. Con el tiempo todo vestigio del pecado se habrá ido, y ya no existirá esta dura lucha por hacer lo que es correcto.

Piense con regularidad en las bendiciones de ese nuevo sistema. Sí, póngase “como yelmo la esperanza de salvación.” (1 Tesalonicenses 5:8) Que la actitud suya sea como la de la joven que dijo: “Pienso en todo lo que Jehová ha hecho por mí y me ha prometido. El no se ha dado por vencido en cuanto a mí. Me ha bendecido de muchísimas maneras. Sé que él solamente desea lo mejor para mí, y quiero agradarle. La vida eterna vale todo el esfuerzo que sea necesario.” Si seguimos fielmente tras la justicia, veremos la realización de ‘todas las buenas promesas que Jehová ha hecho’ para con los que lo aman.—Josué 21:45.

Porción del libro: "Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la tierra" editado por los Testigos de Jehová en el año 1989, Si aun tiene dudas puede ser de su interés la Revista La Atalaya de Diciembre del 2013 con el tema de portada "¿Realmente necesitamos a Dios?"
En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.
Nicolás Maquiavelo (1469-1527) Historiador, político y teórico italiano.

Y Jehová tiene que llegar a ser juez, y tiene que juzgar entre tú y yo, y él verá y él conducirá la causa judicial para mí y me juzgará para librarme de tu mano.
 David al Rey Saul (1 Samuel 24:15)