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sábado, 11 de enero de 2014

¿Qué piensas de la disciplina? (los jovenes preguntan)

Capítulo 13

PROBABLEMENTE conoces a alguien —quizás un compañero de estudios o hasta un maestro— que nunca admite que ha cometido un error o se ha equivocado. ¿Qué piensas de una persona como ésa? ¿Mejoraría o empeoraría tu opinión de esa persona si cierto día confesara con toda franqueza: “Lo siento mucho; veo que me equivoqué”?

En realidad, todos cometemos errores, ¿verdad? Ninguno de nosotros es perfecto o sin tacha. La Biblia nos dice eso. Muestra que, debido a la desobediencia de Adán nuestro primer padre, todos los hombres nacen con una herencia de imperfección, pecado. La Biblia explica que “por medio de un solo hombre [Adán] el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.”—Romanos 5:12.

Algunos errores se deben solo a ‘falta de conocimiento.’ Pero no todos. Muchos errores se deben a falta de interés. Por ejemplo, en un avión pudiera suceder que un pasajero no prestara atención mientras la azafata explicara el uso de los chalecos salvavidas o el suministro de oxígeno del avión. Si, como resultado de esto, el pasajero no usara estas provisiones en una emergencia y perdiera la vida, su muerte no se debería sencillamente a que le faltara conocimiento. Más bien, a él le faltó interés en conocer.

No todos los males se pueden achacar a simple error. Muchas veces la causa es ignorancia voluntariosa. Peor todavía, alguien pudiera hacer lo que sabe que es malo... mientras se excusa con una razón u otra.

Todo esto muestra que se necesita disciplina, la cual envuelve corrección. Todos necesitamos corrección, seamos jóvenes o viejos. De hecho, si no hubiera disciplina o corrección no podría haber progreso en ningún campo del vivir humano. La gente seguiría cometiendo las mismas equivocaciones, creyendo las mismas ideas erróneas, y nunca adelantaría en conocimiento o aptitud.

Pero ¿sabes que la disciplina significa más que solo corrección? También puede ser entrenamiento que amolde, fortalezca o mejore. Debidamente, la disciplina se da con el fin de corregir y mejorar para el futuro.

LO QUE HACE DIFÍCIL ACEPTARLA

Pero si la disciplina es tan provechosa, ¿por qué se les hace tan difícil de aceptar a la mayoría de las personas? Es en realidad por la misma razón que, para empezar, necesitamos la disciplina, a saber, nuestra imperfección. La disciplina puede causarnos fácilmente turbación, o quizás hiera nuestro orgullo.

Nota, sin embargo, el otro lado de este cuadro según lo explica el apóstol Pablo: “Es cierto que ninguna disciplina parece por el presente ser cosa de gozo, sino penosa; sin embargo después, a los que han sido entrenados por ella, da fruto pacífico, a saber, justicia.”—Hebreos 12:11.

El desplegar humildad le quita a la disciplina mucho del dolor que encierra. Sin embargo, muchas personas dejan que el orgullo y la terquedad las lleven a resistir la disciplina. Pero cuando la corrección o censura está bien fundada, la persona que tercamente la rechaza lo único que logra es parecer insensata a los ojos de los demás. Dice la Palabra de Dios: “La sabiduría y la disciplina son lo que han despreciado los meros tontos.”—Proverbios 1:7.
En contraste, leemos: “Da una censura a un sabio y te amará.” ¿Por qué? Porque sabe que por medio de la corrección “aumentará en saber.”—Proverbios 9:8, 9.

¿CÓMO RESPONDERÁS?
La cuestión verdadera es: ¿Qué quieres hacer con tu vida? ¿Quieres solo ir flotando con la corriente, o estás anuente a esforzarte por tener un futuro que valga? ¿Qué piensas de este asunto? ¿Concuerdas con la Palabra de Dios, que da este consejo: “Escucha el consejo y acepta la disciplina, a fin de que te hagas sabio en tu futuro”?—Proverbios 19:20.

Sea cual sea tu punto de vista, inevitablemente recibirás disciplina alguna vez en la vida. Y te será más agradable y fácil aceptarla si tienes presente que es el arreglo de Dios. Él suministra disciplina porque nos ama y desea ayudarnos a mejorar. Por eso la Biblia dice que cualquiera que odia la disciplina está, en realidad, ‘arrojando detrás de sí las palabras de Dios.’—Salmo 50:17.

Correctamente la disciplina viene de una fuente autorizada. ¿Quiénes crees tú que están en la mejor posición para administrar disciplina a personas más jóvenes? Dios ha asignado esta tarea a los padres, porque ellos son responsables de la vida de sus hijos. Y, dentro de la congregación cristiana, Dios ha suministrado hombres que espiritualmente son “ancianos” que ‘pueden exhortar por la enseñanza que es sana y también censurar a los que contradicen.’—Tito 1:5-9.

¿Cómo respondes a la disciplina que recibes de tus padres? Muchos jóvenes se resienten por ella, por lo menos por algún tiempo, hasta el punto de abandonar el hogar por esa razón. Si a ti te perturba el que alguien te dé consejo o censura, piensa un momento en esto: ¿Por qué dedicaron tiempo y esfuerzo a hacerlo? En la mayoría de los casos, aunque no en todos, tú sabes que el impartir censura no es exactamente agradable para ellos. Lo hacen porque se interesan lo suficiente en ti como para hacer ese esfuerzo. Ese solo hecho debería hacer que pensaras con seriedad en lo que dicen.

Es verdad que el encararnos resueltamente a nuestros errores exige fortaleza. Y exige humildad el aceptar la disciplina, especialmente si uno cree que no era necesaria. Pero si la aceptas calladamente y no despliegas rebeldía contra ella, probablemente te aprovechará, y esto hará más llevadera la situación.

Recuerda, también, que probablemente los que ofrecen la disciplina no están tratando de “estorbarte” de modo que te sientas bajo estrechez en el camino de la vida. Lo más probable es que estén tratando de ayudarte a progresar. La disciplina sabia protege de accidentes dañinos, te mantiene libre de cosas que te atan con problemas y te hacen difícil el camino.

Si aceptas la corrección, la promesa de la Biblia es ésta: “Cuando andes, no será estrecho tu paso; y si corres, no tropezarás. Ásete de la disciplina; no sueltes. Salvaguárdala, pues ella misma es tu vida.”—Proverbios 4:10-13.

Por supuesto, no es necesario que esperes hasta que otros te corrijan. Puedes practicar la autodisciplina, el disciplinarse uno mismo. Si estás alerta, puedes reconocer muchos de tus propios errores y equivocaciones y tomar medidas para corregirlos.

El que uno esté dispuesto a aceptar la disciplina resulta en muchos beneficios. El admitir las equivocaciones con franqueza te da un mejor sentimiento interno. Fortalece tu corazón y mente para lo que es correcto. Contribuye a las buenas relaciones con otras personas; ellas te aceptan como persona honrada, humilde y equilibrada, refrescantemente diferente de tantas otras de hoy. Sobre todo, es cosa esencial para ponerte en buena relación con Jehová Dios y mantenerte en esa condición. También puede asegurarte una vida duradera y feliz. Sí, “las censuras de la disciplina son el camino de la vida.”—Proverbios 6:23.

PARA MEDITAR
  •  ¿Por qué tendemos todos a cometer errores? (b) Además de falta de conocimiento, ¿qué otra cosa hace que se cometan errores?
  •  ¿Por qué es beneficiosa la corrección tanto para los jóvenes como para los viejos? (b) ¿Qué objetivo tiene la disciplina? (Proverbios 1:1-4)
  •  ¿Por qué con frecuencia se hace difícil aceptar la disciplina? (b) ¿Cómo puede vencerse esta actitud?
  •  Como muestra Proverbios 19:20, ¿cómo puede ser afectada nuestra vida por la disciplina? (b) ¿Por qué nos disciplina Dios? (Hebreos 12:5, 6) (c) ¿Quiénes tienen autoridad para disciplinarnos?
  •  Si nos inclinamos a resentirnos por la disciplina, ¿qué pensamientos pudiéramos recordar que pueden ayudarnos a reajustar nuestra manera de pensar? (Proverbios 4:1, 2; 13:24; 15:32)
  • Cuando recibes corrección, ¿cómo respondes?
Porción del libro "Tu juventud... aprovechándola de la mejor manera" editado en el año 1976 por los testigos de Jehová. También puede ser de su interes el tema: "¿Que hago si ya desobedecí?