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sábado, 14 de diciembre de 2013

Cántico 124: Sigue la senda de la hospitalidad (Basado en Hebreos 13: 2)

No olviden la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles.
(Hebreos 13:2)

Hospitalario es
nuestro Dios, Jehová,
a todos muestra amor sin parcialidad.
Él brinda lluvia y sol
a justo y pecador,

de gozo llena su corazón.

Servir al débil
en su necesidad
es imitar a Dios en su gran bondad.
Tu Padre celestial, que en lo secreto está,
te premiará con su bendición.

Jamás podrás saber cuánto logrará
un simple acto de generosidad.

Procura hacer el bien
sin importar a quién,
sin esperar a cambio un favor.

Tal como Lidia, di: “A mi casa ven;
albergue te daré y te atenderé”.
Tu Padre celestial tus obras mirará
y no se olvidará de tu amor.

(Véanse también Hech. 16:14, 15; Rom. 12:13; 1 Tim. 3:2; Hech 17: 7; 1 Ped. 4:9, Sal 139; Sal. 66:3; Jer. 17:10)

Se puede descargar el archivo en mp3, que es parte de Cantemos a Jehová (coro y orquesta) disco 2, Así como El libro de canticos.

El reino se ha acercado (Libro: ¡Venga tu Reino!)

Capítulo 8

EXAMINEMOS más detalladamente la actividad de “Mesías el Caudillo” en su primera venida. De los labios de Juan el Bautizante se oyó primero el sorprendente anuncio: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 3:2) ¡El futuro Rey estaba por aparecer! A medida que se iba acercando la ‘semana 70,’ ciertamente era tiempo para que los judíos se arrepintieran de sus pecados contra el justo código que les había dado su Dios, Jehová.

Porque ahora Israel estaba por entrar en un día de juicio. Juan pasó a decir a los líderes o caudillos religiosos hipócritas de la nación: “Prole de víboras, ¿quién les ha intimado huir de la ira venidera? Pues, produzcan fruto propio de arrepentimiento. Ya el hacha yace a la raíz de los árboles; todo árbol, pues, que no produce fruto excelente ha de ser cortado y echado al fuego.”—Mateo 3:7, 8, 10.

Entonces vino Jesús de Galilea al Jordán y le pidió a Juan que lo bautizara. Juan sabía que Jesús no tenía pecado, y al principio rehusó. Sin embargo, el bautismo de Jesús sería diferente. Simbolizaría que él se presentaba a Jehová para la obra especial que su Padre tenía para él en la Tierra. Correctamente, pues, Jesús fue bautizado en agua.

“Y, mientras oraba, se abrió el cielo y bajó sobre él el espíritu santo en forma corporal como paloma, y salió una voz del cielo: ‘Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado.’ Además, Jesús mismo, cuando comenzó su obra, era como de treinta años.”

Inmediatamente, como Mesías y el designado para ser Rey, él llegó a ser el blanco de los ataques de aquella vieja Serpiente, el Diablo, y de aquellos líderes religiosos judíos que hipócritamente afirmaban que servían a Dios.—Lucas 3:21-23.

“Ahora bien, Jesús, lleno de espíritu santo, se apartó del Jordán, y fue conducido en derredor por el espíritu en el desierto por cuarenta días, mientras lo tentaba el Diablo.” (Lucas 4:1, 2) Satanás reconoció a Jesús como la “Descendencia” prometida por Dios que al tiempo debido aplastaría al Diablo junto con la inicua “descendencia” de éste.

¿Podría Satanás frustrar el propósito de Jehová por medio de hacer que Jesús desobedeciera a Dios? Jesús había estado ayunando por 40 días. Por eso, el Diablo invitó a Jesús, que sentía hambre, a convertir en panes algunas piedras de aquel desierto yermo. Jesús ahora tenía poder para hacer milagros, pero, correctamente, citó la justa ley de Jehová y dijo:

“Está escrito: ‘No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová.’” (Mateo 4:1-4; Deuteronomio 8:3)
¡Qué diferente fue él de Eva y su esposo, Adán, quienes habían desobedecido al comer el fruto prohibido aunque en los alrededores tenían muchísimos otros alimentos sustentadores!

La humildad de Jesús y el hecho de que dependía completamente de su Padre quedaron demostrados por la manera en que se enfrentó a la siguiente tentación. Satanás trató de hacer que Jesús pensara que él, por ser el Hijo de Dios, era alguien importante... una celebridad. Sí, que se arrojara innecesariamente desde el almenaje del templo, y de seguro los ángeles de Dios vendrían a sostenerlo para que no sufriera daño.

Pero Jesús rechazó tan tonta sugerencia, citando de nuevo de la ley de Jehová, y diciendo:
“Otra vez está escrito: ‘No debes poner a prueba a Jehová tu Dios.’” (Mateo 4:5-7; Deuteronomio 6:16)

Esto encierra una lección para todos los que alegan ser siervos de Dios hasta este día: Que nadie jamás abuse de su posición ante Jehová. El que tengamos la bendición de Dios no depende del servicio que hayamos prestado en el pasado ni de algún puesto, sino de que continuemos obedeciéndole con toda humildad, con profundo respeto para sus arreglos y requisitos.—Filipenses 2:5-7.

¡Llegamos ahora a la tentación final y culminante de esta ocasión! ¡Ah, si Satanás solo pudiera hacer que Jesús tropezara en cuanto a la cuestión de mayor importancia, la del Reino! Por eso, “el Diablo lo llevó consigo a una montaña excepcionalmente alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: ‘Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración.’”

Por este sencillo acto de transigencia, alegaba Satanás, Jesús podría obtener el control del mundo entero de la humanidad en aquella ocasión, sin tener que esperar a través de los siglos hasta el tiempo debido de Jehová. Pero de nuevo Jesús se refirió a la ley de Jehová, al responder:
“¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios que tienes que adorar, y es a él solo que tienes que rendir servicio sagrado.’” (Mateo 4:8-10; Deuteronomio 6:13)

¡De nuevo, un espléndido ejemplo para los que sirven a Jehová hoy día! Prescindiendo de lo largo que parezca el camino, que los que rinden servicio sagrado a Jehová jamás dejen de colocar en primer lugar en la vida el reino de Dios. Que nunca se desvíen para construir sus propios “pequeños reinos” en la sociedad materialista del mundo de Satanás.

“NO ES PARTE DE ESTE MUNDO”


¿Qué sucedió después que Jesús hubo rechazado las tentaciones del Diablo? El registro bíblico nos dice:
“Jesús comenzó a predicar y a decir: ‘Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.’”

¿De qué manera se había acercado el Reino? En el sentido de que el que había sido ungido para ser Rey, Jesucristo mismo, estaba presente ahora, “enseñando . . . y predicando las buenas nuevas del reino.” La gente le seguía en grandes muchedumbres de lugar en lugar. (Mateo 4:17, 23-25)

Jesús señaló muy claramente que los que aceptaran su enseñanza ‘no habían de ser parte del mundo, tal como él no era parte del mundo.’ Tenían que separarse del mundo y los caminos violentos e inmorales de éste. Todo el que desee seguir a Jesús hoy día tiene que hacer lo mismo.—Juan 17:14, 16; 1 Pedro 2:21; vea también Mateo 5:27, 28; 26:52.

Respecto a la adoración falsa, Jesús dijo a los líderes religiosos de su día: “Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre. Ese era homicida cuando principió, y no permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él. Cuando habla la mentira, habla según su propia disposición, porque él es mentiroso y el padre de la mentira.” (Juan 8:44)

En aquel tiempo era muy importante que la gente común se librara de las tradiciones falsas (más tarde incorporadas en el Talmud) que se habían desarrollado en la religión de los judíos. Y hoy, para los que, como los judíos, han vivido toda su vida en la religión de sus antepasados, es vital que hagan un examen para saber si sus líderes religiosos han ‘puesto a un lado’ la palabra de Dios para enseñar lo que simplemente es tradición humana.—Marcos 7:9-13.

Mientras estuvo siendo sometido a juicio con la vida en la balanza, Jesús declaró lo siguiente acerca de los gobiernos políticos de su tiempo:
“Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta fuente.”

La fuente del reino de Jesús era celestial. El Reino derivaba su autoridad del Soberano Supremo, Jehová Dios, y no de Satanás. Por consiguiente, Satanás usó a su “descendencia” terrestre para perseguir a Jesús y sus seguidores.—Juan 18:36.

Por lo tanto, Jesús dijo a sus verdaderos discípulos: “Estas cosas les mando: que se amen unos a otros. Si el mundo los odia, saben que me ha odiado a mí antes que los odiara a ustedes. Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia.” (Juan 15:17-19)
Los adoradores de Jehová experimentan odio y persecución enconados hasta este mismo día debido a que se separan de la política corrupta y la violencia que tan comunes son hoy. Pero una abundante recompensa espera a todos los que finalmente vencen al mundo. Como aseguró Jesús a sus discípulos: “En el mundo están teniendo tribulación, pero ¡cobren ánimo! yo he vencido al mundo.”—Juan 16:33.

LOS REQUISITOS PARA REY

¿Qué cualidades esperaría usted ver en un gobernante mundial? La mayoría de los gobernantes de la historia han sido “hombres fuertes,” arrogantes, hinchados de orgullo. Por lo general han puesto el adelanto personal por encima de las necesidades de la gente común.

Algunos se han jactado de haber edificado grandes imperios, pero con el tiempo todos sus poderosos imperios se han desplomado, como prueba de la veracidad de estas palabras del rey Salomón: “A menos que Jehová mismo edifique la casa, de nada vale que sus edificadores hayan trabajado duro en ella.” (Salmo 127:1) Estos “reyes” han demostrado, de hecho, que no gobiernan por derecho divino. Su soberanía no ha procedido de Jehová Dios.

Sin embargo, al Rey ungido de Dios, Jesucristo, se le describe proféticamente cabalgando contra sus enemigos “en la causa de la verdad y la humildad y la justicia.” Se dice de él: “Has amado la justicia y odias la iniquidad. Es por eso que Dios, tu Dios, te ha ungido con el aceite de alborozo más que a tus socios”... los reyes del linaje de David que le precedieron. (Salmo 45:4, 7)

Por su odio de todo lo que deshonra el santo nombre de Jehová y viola los principios justos de Dios, el Rey celestial con el tiempo limpiará de esta Tierra toda la iniquidad, en preparación para introducir un reinado de justicia. ¿Ha mostrado Jesús que califica para ser tal gobernante? ¡Muy ciertamente lo ha hecho!

Cuando fue hombre perfecto, Jesús fue ejemplar en su despliegue de amor a Dios y al prójimo. Como miembro de Israel la nación de Dios, dedicada a Jehová, Jesús dio el ejemplo al obedecer los dos mayores mandamientos.

Dijo: “El primero de los mandamientos es: ‘Oye, oh Israel, Jehová nuestro Dios es un solo Jehová, y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’

El segundo es éste: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’” (Marcos 12:29-31; Deuteronomio 6:4, 5) Jesús dio de sí mismo sin retraerse en su servicio a Jehová y al enseñar a su prójimo judío. Cuando algunos trataron de detenerlo para oír más, les dijo: “También a las otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.” (Lucas 4:43)

Al rendir servicio sagrado Jesús fue trabajador y dio el ejemplo que habían de seguir todos los cristianos verdaderos.—Compare con Juan 5:17.

Jesús mostró que era amoroso y compasivo. En su corazón, anhelaba ver a su pueblo librado de las cargas pesadas que les habían impuesto sus opresores religiosos. Por eso, les habló acerca del Reino, y envió a sus discípulos, diciendo:
“Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado.’”—Mateo 9:35–10:7.

Jesús, designado para ser Rey, invitó a la gente y dijo: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.” (Mateo 11:28-30)

Jesús, en calidad de Rey celestial nombrado por Dios sobre toda la humanidad, mostrará esa misma clase de compasión, y se encargará, como hizo mientras estuvo en la Tierra, de que los que se asocian con él en su Reino estén organizados para proveer el alivio y la superintendencia bondadosa que los humanos realmente necesitan. Todos los que vivan en la Tierra bajo la gobernación real de Jesús ciertamente hallarán refrigerio para su alma.

SIN TACHA EN SU INTEGRIDAD

Sobre todo, el Rey futuro de la humanidad demostró integridad y obediencia sin tachas a su Padre celestial, hasta el punto de sufrir una muerte cruel sobre un madero de tormento. Al acercarse aquella hora de ejecución, Jesús oró a Jehová y dijo: “Padre, glorifica tu nombre.” La voz de Jehová respondió desde el cielo: “Lo glorifiqué y también lo glorificaré de nuevo.”

Al santificar el nombre de su Padre, Jesús dio la respuesta completa al desafío de Satanás. Demostró que un hombre perfecto podía resultar fiel a Dios bajo toda clase de prueba que el adversario trajera contra él. Así, Jesús pudo decir:

“Ahora hay un juicio de este mundo; ahora el gobernante de este mundo [Satanás] será echado fuera”... completamente desacreditado, probado mentiroso. Los líderes religiosos judíos, obrando como ‘descendencia de la serpiente,’ harían que a la “descendencia” de la organización semejante a mujer de Dios se le infligiera una dolorosa herida “en el talón,” pero Jehová resucitaría a su merecedor Hijo a la vida de espíritu.—Génesis 3:15; Juan 12:27-31.

El amor de Jesús a la justicia, su odio del desafuero, su profundo afecto para la humanidad y, sobre todo, su obediencia sin vacilación al hacer la voluntad de su Padre para la gloria del nombre de Jehová... todas estas cosas prueban que este Hijo leal califica admirablemente como Rey futuro de la Tierra. ¿No le gustaría a usted entrar en la vida eterna como súbdito feliz de tal rey?

Prescindiendo de lo bueno o lo malo que haya sido hasta ahora su modo de vivir, usted puede ver realizada esa esperanza de vida eterna en una Tierra glorificada.

¡Si hasta el ladrón arrepentido que fue ejecutado con Jesús recibió tal esperanza de resurrección! Porque cuando él dijo a Jesús: “Acuérdate de mí cuando entres en tu reino,” Jesús respondió: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.” (Lucas 23:42, 43) Pronto, el Paraíso se hará realidad. ¿Está usted, también, con oración, esforzándose con relación a la ‘venida’ del Reino y sus bendiciones?

EL HOMBRE MÁS GRANDE QUE HA VIVIDO EN LA TIERRA

En calidad de designado para ser Rey, demostró su integridad hasta la muerte, y por su sangre derramada rescató del pecado y la muerte a la humanidad.

Porción del libro "¡Venga tu Reino!" publicado por los Testigos de Jehová en el año 1981. También puede interesarle el tema: ¿Quién es Jesucristo?