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jueves, 4 de abril de 2013

¡Estamos en la hora de prueba!

UN SOLDADO que esté participando activamente en lucha enconada no puede formarse un cuadro que abarque la batalla entera. No se espera que lo haga. Está demasiado ocupado en otra labor, y su modo de ver todo el asunto es afectado considerablemente por su propia experiencia. Ve todo el asunto subjetivamente, es decir, conforme le afecta a él personalmente. Lo contrario de esto es considerar una cosa objetivamente, lo cual significa adoptar un punto de vista desprendido, no influido ni predispuesto por sentimientos o envolvimiento personales. 
Hablando humanamente, quizás el historiador sea quien esté en la mejor posición para hacer esto cuando puede remontarse al pasado y ver el incidente en su entero contento. Si esto es verdad en cuanto a ocasiones en que hay gran presión, ¿qué hay de una entera situación mundial que diariamente está haciéndose más amenazadora? ¿Qué individuo está en una posición tan superior que pueda evaluar correctamente la situación verdadera, entender apropiadamente los principios envueltos y suministrar guía confiable de la cual puedan depender otros? Figuras prominentes del mundo político y religioso a menudo alegan que están en esa situación y hacen sus declaraciones formales, pero ¿están justificados en eso? ¡Cuán a menudo sucede que pronto quedan olvidadas sus palabras, o más tarde se usan como evidencia contra ellos!
  ¿Adónde podemos dirigirnos para hallar iluminación y guía que sea totalmente digna de confianza? Pues, ciertamente esperaríamos hallarla en las Santas Escrituras que contienen la “palabra de Dios,” porque es tan excepcionalmente poderosa y penetrante, y expresa lo que “dice el espíritu santo” de Dios. (Heb. 3:7; 4:12) Esa fue la palabra que guió a Jesús durante todo su ministerio, acerca de la cual testificó: “Tu palabra es la verdad.” (Juan 17:17) Ella le dio el punto de vista correcto de las cosas, el punto de vista de Dios, cuando estuvo bajo tremenda presión; por eso, ¿por qué no dejar que sea nuestra guía? Nunca le falló, y nosotros también podemos tener fuerte confianza en que a medida que nos acerquemos al fin completo de este sistema de cosas tendremos el respaldo autoritativo tanto de la “palabra de Dios” viva, Cristo Jesús, como de la Palabra de Dios escrita.—Mat. 28:20; Rev. 19:13.
  Sin embargo, quizás usted haya creído, como muchos lo han hecho cuando leen la Biblia, que en gran parte es un libro cerrado, salvo en lo que toca a aclarar ciertas lecciones y normas morales. No se desanime. Probablemente así creía Juan cuando, en visión, vio a Jehová entronizado en el cielo en la imponente y gloriosa escena descrita en Revelación, capítulo cuatro. Entonces notó en la diestra de Jehová un “rollo escrito por dentro y por el reverso, fuertemente sellado con siete sellos.” Aquel rollo en la mano de Jehová obviamente contenía información vital que bien valía la pena conocer; no obstante, al principio “no se halló a nadie digno de abrir el rollo ni mirar en él.” Juan se sintió tan afligido debido a esto que se puso “a llorar muchísimo,” pero en poco tiempo se le dijo: “Deja de llorar. ¡Mira! El León que es de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el rollo y sus siete sellos.”—Rev. 5:1-5.
  Tratando solo los puntos relacionados con nuestro tema, recordamos que en el capítulo doce de Revelación se nos habla, por símbolos, acerca del nacimiento del Reino y la entronización de su Rey en 1914. Dice que el Diablo, después de haber sido arrojado del cielo, tiene “gran cólera, sabiendo que tiene un corto período de tiempo.” Él mismo siente que está bajo gran presión. No hay tiempo que perder. Está enfurecido porque sabe que “ellos [los hermanos de Cristo] lo vencieron a causa de la sangre del Cordero y a causa de la palabra del testimonio que dieron.” De modo que se va “para hacer guerra contra los que . . . observan los mandamientos de Dios y tienen la obra de dar el testimonio de Jesús.”—Rev. 12:11, 12, 17.
 Sin embargo, éstos no son los únicos que están envueltos en el cuadro. Enseguida Juan ve a una “bestia salvaje . . . con diez cuernos y siete cabezas,” que simboliza a la organización política terrestre visible de Satanás que ha continuado hasta nuestro día. Ahora note cómo se desarrolla la situación, mostrando que la cuestión que causa la presión puede resumirse con la pregunta: ¿A quién adora usted? Juan registra que el “dragón [Satanás] le dio a la bestia su poder y su trono y grande autoridad . . . y toda la tierra siguió a la bestia salvaje con admiración. Y adoraron al dragón . . . y adoraron a la bestia salvaje.” Juan también dice que “se le dio autoridad [a la bestia] sobre toda tribu y pueblo y lengua y nación. Y todos los que moran en la tierra la adorarán; el nombre de ninguno de éstos está escrito en el rollo de la vida del Cordero.” (Rev. 13:1-4, 7, 8)

Ciertamente nadie queda exento, pero esa última expresión indica que, aunque la gente en general sucumbe a la presión que los hace participar en la adoración falsa, hay excepciones, como se mencionará de nuevo en breve. ¡Qué bien describe esto la situación actual! ¿No da la gente en general su servicio y lealtad y apoyo patriótico a una parte u otra del arreglo político actual? Se someten a su autoridad, quizás renuentemente si están bajo alguna forma de reclutamiento forzozo. Para ellos, “César” es la autoridad única y definitiva. A los ojos de Dios, esto constituye adoración a la bestia salvaje y al dragón, el Diablo, el “dios de este sistema de cosas.”—2 Cor. 4:4.
  ¿De parte de quién está usted en esta cuestión? ¿Recuerda usted cómo respondió Jesús a Satanás cuando estuvo bajo la presión de la tentación de ‘caer y rendir un acto de adoración’ para recibir de Satanás “todos los reinos del mundo y su gloria” (que componen la “bestia salvaje”)? Jesús contestó: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios que tienes que adorar, y es a él solo que tienes que rendir servicio sagrado.’” (Mat. 4:8-10)

Note cómo la adoración y el servicio están enlazados estrechamente. Si usted afirma que adora a Jehová, pruébelo rindiéndole servicio sagrado a él y solo a él. Este principio se recalcó desde tiempos más primitivos. Josué le dijo al pueblo: “Jehová . . . es un Dios que exige devoción exclusiva.” Esa es la posición que usted tiene que adoptar, aprendiendo a considerar la situación actual y la cuestión según le afecta a usted desde el punto de vista de Dios.—Jos. 24:19.
  Hay cuatro textos en particular que hablan acerca de escape y liberación. Jesús hace referencia al día de juicio que vendría “como un lazo” sobre todos los habitantes de la Tierra, semejante al diluvio del día de Noé que entrampó y sepultó a la entera familia humana, salvo a ocho, porque “no hicieron caso” al mensaje de advertencia.

Como Jesús dijo, la manera de escapar es hacer caso cuidadosamente, ‘prestar atención’ para evitar el exceso egoísta, ‘mantenerse despierto’ con actitud de oración. Al proceder así, permaneciendo donde uno está, ‘logrará escapar’ del juicio adverso final que se espera dentro de poco. Uno ‘logrará estar en pie delante del Hijo del hombre’ en su favor y aprobación. Sea como Noé y su familia, que permanecieron donde estaban, pero evitaron el contaminarse con aquella terrible generación, y prosiguieron con el trabajo de edificar el arca bajo dirección diestra.—Mat. 24:37-39; Luc. 21:34-36; Gén. 6:14-16.
  A la “congregación que está en Filadelfia” Jesús prometió: “Porque guardaste la palabra acerca de mi perseverancia, yo también te guardaré de la hora de prueba, que ha de venir sobre toda la tierra habitada, para someter a prueba a los que moran en la tierra.” (Rev. 3:7, 10) No por medio de huir de la prueba, ni ocultándose en un convento o monasterio, sino permaneciendo donde uno está y practicando diariamente obediencia y aguante, siguiendo el ejemplo que puso Jesús al permanecer donde Dios lo colocó, en el mundo pero sin ser parte de él, sin contaminarse con él. El proceder así le impedirá a uno debilitarse bajo la presión del sistema de cosas semejante a bestia de Satanás.

En cambio, al permanecer con el pueblo de Dios, y con la ayuda que le den, uno resultará adecuado para mantener su servicio y adoración a Jehová en apoyo de Su reino. Durante su ministerio, Jesús prosiguió con la obra que le dio su Padre y edificó bajo dirección diestra.—Juan 9:4; 17:4.
  Las palabras de Pablo confirman esto: “Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación él también dispondrá la salida para que puedan aguantarla.” (1 Cor. 10:13) Dios prueba, y permite que Satanás tiente. No hay salida de esto. Sin embargo, aunque el propósito de Satanás es quebrantar la fe y devoción de uno, el propósito de Dios siempre es edificar por un proceder de entrenamiento y disciplina bajo dirección diestra, así como lo hizo con Jesús.

Como un padre bondadoso y sabio, él sabe mucho mejor que uno cómo desarrollar las facultades de aguante de uno, y “feliz es el hombre que sigue aguantando la prueba.” Nunca tema; si usted se entrega a las manos de él, él no permitirá que Satanás lo sobrecargue a usted de modo que no tenga salida alguna.—Heb. 12:7-11; Sant. 1:12.

  Finalmente, en una profecía que ahora se cumple, que precede al “día de Jehová, grande e inspirador de temor,” leemos: “Y tiene que ocurrir que todo el que invoque el nombre de Jehová escapará salvo; porque en el monte Sion y en Jerusalén resultarán estar los escapados, tal como ha dicho Jehová, y entre los sobrevivientes, a quienes Jehová llama.” (Joel 2:31, 32) ¡Qué excelente y tranquilizadora provisión! Pero, ¿dónde hallará usted a este monte Sion y Jerusalén adonde escapar? Esta pregunta hace surgir el tema de edificar casas. El salmista dijo: “A menos que Jehová mismo edifique la casa, de nada vale que sus edificadores hayan trabajado duro en ella.” (Sal. 127:1)

Lo contrario de eso es cierto. Si Jehová sí edifica la casa, reconociéndola como suya, entonces los que trabajan bajo la dirección del gran Edificador Maestro pueden confiar en tener seguro buen éxito. ¿Dónde y qué es la casa de Jehová? Además de referirse a una morada literal, a menudo la palabra “casa” se usa tocante a una familia, o aun a una nación, como la “casa de Aarón” y la “casa de Israel.” (Sal. 115:10; Lev. 10:6) Como nación, Israel resultó infiel, por lo cual Jesús les dijo a los israelitas respecto a su templo en Jerusalén estas palabras: “¡Miren! Su casa se les deja abandonada a ustedes.” (Mat. 23:38)

Sin embargo, Jesús ya había comenzado a preparar una casa o templo de clase diferente, una casa espiritual. Durante su ministerio, comenzó a reunir y preparar los materiales de construcción, es decir, sus discípulos, a quienes, en el Pentecostés de 33 E.C., Dios reconoció abiertamente como su casa o templo espiritual, “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas [cristianos], siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular de fundamento.”—Efe. 2:20-22. (Vea también Hebreos 3:6; 1 Pedro 2:5.)
  En el Israel de la antigüedad, Sion, o Jerusalén, llegó a ser el centro de la adoración, con su templo que alojaba el arca del pacto, que representaba la presencia de Jehová. Algo semejante pasa en lo que toca a la congregación cristiana, el Israel espiritual; se dice de ella que se acerca a un “monte Sion y a una ciudad del Dios vivo, a Jerusalén celestial.” (Heb. 12:22; Rev. 21:2) Hoy, hay un resto de esta clase del templo espiritual; este resto forma el núcleo de los testigos cristianos de Jehová, y en torno de este núcleo se va efectuando una obra de edificación provechosa y eficaz en un sentido espiritual.

Se lleva a cabo por el poder del espíritu de Dios, en plena armonía con la Palabra de Dios en todo respecto, bajo la dirección diestra del Cabeza de la congregación cristiana, Cristo Jesús. A usted se le invita afectuosamente a participar con los testigos de Jehová en este excelente programa de edificación, asistiendo y participando en sus reuniones, también participando en todas las actividades de su obra de predicación y enseñanza. Usted no solo recibirá dirección diestra; también se le ayudará a adquirir dirección diestra y llegar a ser cada vez más adecuado para la obra de educación bíblica, junto con los “escapados.”

  Además de este aspecto colectivo, las Escrituras también le estimulan a efectuar edificación de casa personal. Jesús, recalcando la obediencia, estableció un contraste agudo entre aquel que “oye estos dichos míos y los hace,” y el que los oye pero “no los hace.” La casa de expectativas de vida eterna, edificada por el primero sobre la masa de roca de obediencia a la instrucción dada por Dios, resiste la tormenta, pero la casa del segundo, edificada en la arena movediza de la desobediencia, rápidamente se viene abajo con la presión. (Mat. 7:24-27)

Pablo, también, el diestro y “sabio director de obras,” estableció un contraste agudo entre aquel cuyo modelo de personalidad fue edificado con las cualidades genuinas de aguante, integridad, devoción constante, asemejadas a “oro, plata, piedras preciosas,” y aquel cuya personalidad religiosa, careciendo de estas cualidades, fue edificada con “maderas, heno, rastrojo.” La personalidad cristiana del primero sobrevive a la prueba ardiente, y aquel o aquellos que han edificado a este individuo reciben un galardón.

Pero del segundo religioso, edificado incorrectamente, se puede decir, como escribió Santiago, que él no deja “que el aguante tenga completa su obra . . . no vaya a figurarse ese hombre que recibirá cosa alguna de Jehová; es un hombre indeciso, inconstante en todos sus caminos.”—1 Cor. 3:10-15; Sant. 1:4, 7, 8.
  Humilde y obedientemente hay que “recibir la disciplina que da perspicacia, justicia y juicio y rectitud [cualidades incombustibles] . . . El sabio escuchará y absorberá más instrucción, y el entendido es el que adquiere dirección diestra.” (Pro. 1:3, 5) El dedicarse uno a Jehová y entrar en participación con su pueblo, éste es el camino a la clase correcta de edificación espiritual. Es verdad que uno todavía no puede edificar a perfección absoluta en la carne, pero puede edificar un nuevo modelo de vida, basado en una “nueva personalidad . . . conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad.” (Efe. 4:24)

Recuerde lo que Jesús dijo acerca de la perfección. Después de explicar a sus discípulos que el amor divino era la esencia del interés altruista y genuino en otros, llegando hasta el grado de amar a los enemigos y orar por los perseguidores de uno, dijo: “Ustedes en efecto tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto.” Hasta a uno que no era discípulo, el joven gobernante rico, Jesús habló de perfección del mismo modo, diciendo: “Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres . . . y, ven, sé mi seguidor.”—Mat. 5:43-48; 19:21.

  Este amor divino es la cualidad mayor, el requisito principal. Aunque no es una parte automática, intraconstruida, de perfección, hay todo estímulo para desarrollarlo como parte de su nueva personalidad. Es posible. Jesús evidentemente vio que había una verdadera posibilidad en aquel joven gobernante, de otra manera el escritor del Evangelio Marcos no hubiera registrado que Jesús “sintió amor por él.” (Mar. 10:21)

Su corazón no simpatizaría con alguien solo a causa de atracción exterior. Como la fe, el amor puede tener la misma cualidad probada. “El amor es sufrido . . . [y] todas las cosas . . . las aguanta.” (1 Cor. 13:4-7, 13) Es la clave para que uno pruebe que es vencedor. Uno no puede vencer la presión que lleva hacia lo malo simplemente tratando de evitar la presión, dejando un vacío que Satanás y sus demonios se apresurarían a llenar. (Mat. 12:43-45)

Más bien, voluntariamente póngase usted mismo bajo la presión que lleva hacia lo bueno. Como Pablo dijo: “No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien.” (Rom. 12:21) Eso es lo que se le invita a usted a hacer por medio de dedicarse a Jehová. Aprenda a considerar todas las cosas desde el punto de vista de él, el punto de vista bíblico. Eso es razonar bien y el modo de pensar correcto.

Manténgase bajo la sana presión de su Palabra y su organización. Invite a otros a venir a su organización, a la “casa de Jehová,” a la Sion y la Jerusalén celestiales, del cual centro de adoración sale la ley y palabra de Jehová. Participe con su pueblo en todas sus expresiones de servicio y adoración de Jehová en reconocimiento de Su soberanía legítima sobre usted y sobre todas sus criaturas.—Isa. 2:2-4.
Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Febrero de 1971. Para complementar el tema, descargue el libro: "Ven, sé mi seguidor", también disponible en audio libro