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martes, 8 de julio de 2014

El corazón en la Biblia

NO HAY duda de que el corazón humano ha captado más la atención del pensamiento de los hombres que cualquier otro órgano del cuerpo. Tanto en la poesía como en la prosa abundan las alusiones que se hacen al corazón. Por lo tanto, no es sorprendente que en la Palabra de Dios se haga resaltar el corazón. De hecho, en ella se hace referencia al corazón casi mil veces, de una manera u otra. ¿Qué hemos de entender, pues, por la palabra “corazón”?

En la Biblia no es poco común que una palabra se emplee de varias maneras con diferentes matices de significado. Notemos, por ejemplo, el uso que se da en la Biblia a los términos “cielos” y “espíritu”. A veces, “cielos” se refiere a la expansión, o atmósfera, que está por encima de la Tierra, y donde vuelan las aves (Génesis 1:26).

En otras ocasiones, los cielos se refieren a todo el universo físico, incluso las estrellas que se ven y las que no se ven (Salmo 19:1). En 2 Pedro 3:7 parece que se hace referencia a los cielos políticos. Sin embargo, “cielos” a veces se refiere al mismísimo lugar de habitación de la organización de Jehová compuesta de criaturas celestiales (Revelación 12:12). También puede aludir al Reino celestial, como en 2 Pedro 3:13.

Lo mismo sucede con el término “espíritu”. A veces se alude a Jehová Dios, Jesucristo y los ángeles como personas de espíritu, o personas de la región espiritual (Juan 4:24; 1 Corintios 15:45; Hebreos 1:13, 14). También se llama “espíritu” a la fuerza de vida que mueve a todas las criaturas vivientes (Eclesiastés 12:7).

En otras ocasiones se llama “espíritu” a la fuerza movedora de una persona, como en Proverbios 25:28. Y, con mucha más frecuencia, se hace referencia a la fuerza activa de Jehová Dios como “espíritu” o “espíritu santo”. (Génesis 1:2; Zacarías 4:6; Marcos 13:11.)

Entonces, ¿qué hay del “corazón”? En Éxodo 28:30, la palabra hebrea para “corazón” se refiere al órgano literal. En aquella ocasión Jehová Dios ordenó que se colocara el pectoral de juicio sobre el corazón de Aarón. Se refería al corazón humano físico. Y obviamente hay una aplicación literal de las palabras de Salmo 45:5, donde leemos: “Tus flechas son agudas en el corazón de los enemigos del rey”.

Por otro lado, el vocablo “corazón” se emplea para referirse al centro, o medio, de algo. En Ezequiel 27:25-27 hallamos tres veces la expresión “en el corazón de la alta mar”, que indudablemente quiere decir en el mismísimo medio del mar. De igual manera, Jesús predijo que él estaría en el “corazón”, en medio, de la tierra por tres días y tres noches. (Mateo 12:40.)

El corazón también está relacionado con nuestros sentimientos de gozo y de tristeza, o melancolía. En 1 Reyes 8:66 leemos que cuando el templo de Salomón fue dedicado, ‘todo Israel se regocijó y se sintió alegre de corazón por toda la bondad que Jehová Dios le había ejecutado a su siervo David y a Israel’. En Nehemías 2:2 vemos que el rey Artajerjes pregunta a Nehemías por qué parecía tan triste, si no estaba enfermo. “Ésta no es otra cosa sino tristeza de corazón”, fue la conclusión a que llegó el rey.

El corazón tiene que ver con nuestra disposición, nuestra actitud, sea altanera, orgullosa, o modesta, humilde. Proverbios 16:5 dice que “todo el que es orgulloso de corazón es cosa detestable a Jehová”. Por otra parte, en Mateo 11:29, Jesús dijo: “Soy de genio apacible y humilde de corazón”.

Se dice que las cualidades morales —la bondad, la virtud, la maldad y la iniquidad— residen en el corazón. Por ejemplo, en Jeremías 7:24 dice que los israelitas “se pusieron a andar en los consejos en la terquedad de su corazón malo”. Jesús muestra en Mateo 12:34, 35 que en el corazón se pueden hallar tanto cosas buenas como cosas malas.

La fe tiene que ver con el corazón, pues Pablo nos dice en Romanos 10:10: “Con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace declaración pública para salvación”.

El corazón es el asiento de la motivación. Éxodo 35:21 explica que los que hicieron contribuciones para el tabernáculo “vinieron, todo aquel cuyo corazón lo impelió”. Según Hebreos 4:12, 13, la palabra de Jehová es como una espada aguda, puede “discernir pensamientos e intenciones del corazón”. Sí, el corazón de una persona es la fuente de la motivación e influye en la mente para bien, o para mal.

Un ejemplo de cómo mueve el corazón al pueblo de Dios a obrar con sabiduría se halla en Éxodo 31:6, donde leemos: “En el corazón de todos los que son sabios de corazón de veras pongo sabiduría, para que verdaderamente hagan todo lo que te he mandado”.

Sin embargo, sobre todo, los sentimientos de amor y odio están relacionados con el corazón. A los israelitas se les mandó: “No debes odiar a tu hermano en tu corazón” (Levítico 19:17). También leemos que en el corazón de los egipcios había odio hacia los israelitas (Salmo 105:25). Por otra parte, Pablo nos dice: “Realmente el objetivo de este mandato es amor procedente de un corazón limpio” (1 Timoteo 1:5). Y Pedro nos aconseja: “Ahora que ustedes han purificado sus almas por su obediencia a la verdad ámense unos a otros intensamente desde el corazón”. (1 Pedro 1:22.)

Las Escrituras también hablan de experiencias inapreciables que fueron guardadas en el corazón. Así, en Lucas 2:51 leemos que María, la madre de Jesús, “conservaba todas estas cosas respecto a Jesús en su corazón”. (Torres Amat; Biblia de Jerusalén; La Nueva Biblia—Latinoamérica.)

¡Qué asombrosa cantidad de funciones y capacidades diferentes se atribuyen al corazón! ¿Residen todas éstas en el corazón literal? Eso difícilmente pudiera ser así. Esto lo indican los idiomas que distinguen claramente entre el corazón físico y el corazón figurativo. Por ejemplo, tanto en el chino como en el japonés se utilizan dos caracteres, que significan “corazón-órgano”, para el corazón literal.

Pero al describir las cualidades que emanan del corazón, solo se usa el primero de esos caracteres, en combinación con otros elementos, para componer parte de un carácter más complicado, en palabras como amor, odio, intención y aguante. (Vea el recuadro adjunto.) Así se distingue claramente entre el órgano físico y las motivaciones y cualidades emocionales de la persona, aunque se conserva una relación entre ambos aspectos.


Es instructivo notar también la manera como se hace referencia en las Escrituras a otros órganos del cuerpo. Así, hallamos que en más de 20 ocasiones en las Escrituras Hebreas, principalmente en el Pentateuco, se alude a los riñones literales. Repetidas veces leemos acerca de “los dos riñones y la grasa” en relación con los sacrificios animales que se exigían bajo la Ley (Éxodo 29:13, 22; Levítico 3:4, 10, 15; 4:9; 7:4).

Indudablemente esto se refiere a los riñones literales. Y el salmista David se refirió sin duda a los riñones literales cuando escribió: “Tú mismo produjiste mis riñones; me tuviste cubierto en forma protectora en el vientre de mi madre”. (Salmo 139:13.)

No obstante, ¿se estaba refiriendo a los riñones literales el profeta Jeremías cuando declaró, en Jeremías 11:20, que Jehová “está examinando los riñones y el corazón”? Además, ¿pudo haberse referido David a los riñones literales cuando declaró: “Realmente, durante las noches mis riñones me han corregido”? (Salmo 16:7.)

De seguro nuestros riñones literales no pueden corregirnos. ¿A qué se refería él? ¿No arrojan luz sobre el asunto las palabras de Jeremías 12:2? Ahí dice: “Los has plantado; también han echado raíz. Siguen avanzando; también han producido fruto. Tú estás cerca de su boca, pero lejos de sus riñones”. ¿No indican los “riñones” aquí los sentimientos más profundos de la persona?

Este texto bíblico parece que también es comparable con Isaías 29:13, del cual citó Jesús, según se registran sus palabras en Mateo 15:7, 8: “Hipócritas, aptamente profetizó de ustedes Isaías, cuando dijo: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy alejado de mí’”. Sin duda Jesús se estaba refiriendo aquí a la clase de personas que eran aquellos inicuos, en lo profundo de su ser.

Otro ejemplo que se pudiera dar es la palabra griega para los intestinos, o las entrañas, splagkhna. Ésta se usa en sentido literal en Hechos 1:18, donde leemos acerca de Judas: “Este mismo hombre, por tanto, compró un campo con el salario de la injusticia, y cayendo de cabeza, reventó ruidosamente por en medio y quedaron derramados todos sus intestinos”. Sin embargo, aunque esa palabra aparece 11 veces en las Escrituras Griegas Cristianas, solo en esta ocasión se refiere a los intestinos literales.

Se traduce “tierna” en Lucas 1:78, y “cariños tiernos” o “tiernos cariños” en 2 Corintios 6:12; 7:15; Filipenses 2:1; Colosenses 3:12 y en Filemón 7. En Génesis 43:30 y 1 Reyes 3:26 rachamim, la correspondiente palabra hebrea, se traduce “entrañas” en la Versión Valera Revisada, aunque se refiere en realidad a las “emociones internas”, según se vierte en la Traducción del Nuevo Mundo.

Lo mismo sucede con la palabra hebrea y la griega que se vierten “corazón” en nuestras Biblias. Hay veces, relativamente pocas, en que se hace referencia al corazón literal; por ejemplo, en Éxodo 28:30 y Salmo 45:5. Sin embargo, en casi mil referencias adicionales al “corazón” que se hallan en la Biblia es patente que el término “corazón” se utiliza en sentido figurado.

Con esto no se quiere decir que no haya ninguna relación entre el corazón físico y el figurativo. La hay. Por ejemplo, la tensión emocional puede tener un efecto dañino en el corazón literal al causar alguna enfermedad y hasta la muerte. Pero es patente que hay que hacer distinción entre el corazón como órgano y el corazón figurativo. Como declara W. E. Vine: “El corazón se utiliza en sentido figurado para describir las fuentes escondidas de la vida personal”.—An Expository Dictionary of New Testament Words, tomo II, páginas 206, 207.

Por lo que se ha mencionado anteriormente, está claro que los escritores bíblicos usaron la palabra hebrea y la griega para “corazón” con el fin de referirse a varias cualidades emocionales y morales que componen la persona que somos por dentro. Claramente, al advertirnos sobre la importancia de vigilar nuestros anhelos, nuestras ansias y nuestras motivaciones, la Palabra de Dios nos ayuda a ‘servir a Dios con corazón completo’. Nos equipa para toda buena obra (1 Crónicas 28:9; 2 Timoteo 3:17). En la Palabra de Dios hay mucho consejo bueno al respecto.

Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Septiembre de 1984. Para ampliar el tema lea "Valores que enriquecen de verdad". Ambos editados por los testigos de Jehová.