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lunes, 16 de diciembre de 2013

Apreciaron nuestra hospitalidad (1980)

Informe sobre un tremendo fuego, sometido por un superintendente del Hogar Betel de la Sociedad Watchtower en Brooklyn, Nueva York


HABÍA sido muy interesante para nosotros observar durante meses cómo se iba efectuando una transformación. Uno de nuestros vecinos había estado haciendo una gran obra de reconstrucción al otro lado de la calle de nuestro hogar. Esta tenía que ver con el Hotel Margaret, que estaba en nuestra calle.

Desde 1909 la Sociedad Watchtower Bible and Tract ha tenido su residencia, u hogar Betel, aquí en Brooklyn Heights. En aquellos días el Hotel Margaret había estado funcionando por unos 20 años como hotel de lujo de primera clase. Sin embargo, últimamente había estado desocupado, pues lo habían sometido a un proyecto de renovación que ya estaba por terminarse.

En la mañana del 1 de febrero de 1980, a eso de las 4 de la mañana, a muchos de nosotros los que vivimos aquí en Betel nos despertó el sonido de bombas de incendio. Al mirar por las ventanas nos asombró ver una llamarada violenta en los pisos superiores del Margaret, que tenía 12 pisos.

Uno de nuestros edificios, el del 107 de Columbia Heights, estaba justamente al frente de este hotel. Debido al calor intenso, y especialmente en vista de que había vientos fuertes soplando en la dirección de nuestro edificio, se pensó que sería prudente evacuarlo.

Aunque unos 500 miembros de la familia de Betel viven en este edificio, el edificio quedó vacío en cuestión de minutos. La mayoría abandonó el edificio en ropa de dormir, algunos hasta descalzos en temperaturas de -11° centígrados. Muchos fueron hasta el vestíbulo principal de nuestro hogar Betel para esperar y ver lo que sucedería. Otros fueron invitados a las habitaciones de sus amigos en otras partes del complejo de edificios. Pronto llegaron los bomberos a pedirnos que evacuáramos el edificio “107,” pero se sorprendieron al saber que esto ya se había efectuado.

Los bomberos afrontaban una tarea enorme. El interior de la estructura era todo de madera y el exterior de ladrillo. A medida que el fuego se esparcía, los pisos de madera y las vigas se desplomaban y caían sobre los pisos de más abajo, lo cual hacía imposible combatir el fuego desde el interior del edificio.

Nos maravillábamos al ver el trabajo de equipo y la eficacia que desplegaban los 150 bomberos a medida que efectuaban sus deberes. Cuando el fuego llegó a su punto más grave, una de las paredes superiores se desplomó y cayó en la calle, causando daño a dos bombas de incendio y a varios automóviles que se hallaban allí.

Muchas personas del vecindario ofrecieron bondadosamente sus hogares a familias que tuvieron que ser desalojadas.

A medida que el fuego fue consumiendo poco a poco el edificio, se expresó preocupación en cuanto a la posibilidad de que las paredes exteriores de ladrillo pudieran desplomarse. Hubo una conferencia de ingenieros de construcción y funcionarios de la ciudad.

Para el viernes por la tarde se llegó a la decisión de cerrar temporalmente la Autopista que se extiende de Brooklyn a Queens, debido al inminente peligro para los automóviles que pasaban. Se consiguió una grúa para remover parte de la pared. Ningún miembro de la familia pudo regresar a su cuarto en el edificio “107” hasta el lunes, cuando se logró efectuar este trabajo. Por eso, la mayoría de estos 500 miembros de la familia de Betel hicieron arreglos para quedarse durante el fin de semana con amigos en otras partes del complejo de edificios de la oficina central.

La etapa activa del fuego duró aproximadamente tres días, y el humo continuó subiendo por unos cuantos días más. Durante ese tiempo, muchos policías, bomberos, funcionarios de la ciudad y expertos en demolición usaron el vestíbulo de Betel como el centro de sus actividades. Esto nos dio la oportunidad de llegar a conocer directamente a estos hombres y su trabajo.

Afectuoso despliegue de hospitalidad

Los bomberos quedaron muy impresionados por la hospitalidad de la gente de la vecindad. Por ejemplo, a los centenares de hombres en constante entrada y salida en el vestíbulo de Betel se les proveyó constantemente de café caliente, emparedados y otros refrigerios. Hubo mañanas en que se les sirvió un desayuno completo.

Un bombero dijo: “En mis 15 años en el cuerpo de bomberos, nunca se me mostró hospitalidad como ésta.” Otro dijo: “¿Quién es el encargado, para que le podamos escribir una carta agradeciéndole la hospitalidad que se nos ha mostrado?”

Muchos de estos hombres nunca habían tenido la oportunidad de realmente llegar a conocer a los testigos de Jehová. Comentaron sobre cosas como el espíritu de amistad, la buena disposición que se desplegó, y la limpieza de las instalaciones. También hubo muchas oportunidades para considerar asuntos bíblicos.

Un policía dijo: “He estado trabajando en esta zona por siete años y no puedo recordar haber tenido problema con la gente que vive aquí. Si todas las personas de esta zona fueran como ellos, no tendríamos que estar aquí.” Los policías, bomberos y otros disfrutaron de nuestra hospitalidad, y nosotros ciertamente apreciamos la eficiente e intrépida manera en que desempeñaron un trabajo tan peligroso.

En las semanas siguientes recibimos cartas de varias compañías que habían combatido el fuego. Copias de tres de esas cartas aparecen en la página siguiente.

Ciertamente es triste que haya quedado destruido un edificio histórico inmediatamente después de un proceso de reconstrucción. Sin embargo, agradecemos el que, debido a los hábiles esfuerzos de los bomberos y otros funcionarios, nadie murió ni recibió heridas graves.

Muchos de nosotros nos pusimos a reflexionar sobre lo pasajeras que son las cosas materiales al ver ante nuestros ojos lo rápidamente que pueden verse convertidas en humo. Nos alegró mucho el poder compartir nuestra ‘esperanza viva’ del nuevo sistema venidero de Dios con las personas con quienes pudimos conversar en aquella ocasión.

Experiencia relatada en la revista ¡Despertad! con fecha 08 de Noviembre de 1980, Puede leer más historias animadoras en el libro: Anuario de los Testigos de Jehová 2011