Entradas populares

Buscar en este blog

viernes, 13 de junio de 2014

Usted es de gran valor a los ojos de Dios (Segunda parte)

Jehová valora igualmente nuestros esfuerzos por servirle. En Salmo 139:1-3 leemos: “Oh Jehová, tú me has escudriñado completamente, y me conoces. Tú mismo has llegado a conocer mi sentarme y mi levantarme. Has considerado mi pensamiento desde lejos. Mi viajar y mi yacer tendido has medido, y te has familiarizado hasta con todos mis caminos”.

De modo que Jehová es consciente de todos nuestros hechos. Pero esto no es todo. En hebreo, la frase “te has familiarizado hasta con todos mis caminos” también puede significar “guardas como un tesoro todos mis caminos” o “tienes en gran estima todos mis caminos”. (Compárese con Mateo 6:19, 20.) Ahora bien, ¿puede Jehová tener en gran estima nuestros caminos siendo nosotros tan imperfectos y pecadores?

Es interesante que, según algunos estudiosos, el término hebreo que utilizó David cuando escribió que Jehová había “medido” su viajar y su reposo significaba literalmente “pasar por la criba” o “aventar”. Una obra de consulta comenta: “Significa [...] aventar toda la paja y dejar todo el grano para recoger lo que es valioso. Por tanto, [David] quiere decir que Dios, en sentido figurado, lo pasó por la criba. [...] Separó todo lo que era paja, es decir, lo que no tenía valor, y vio lo que era verdadero y sustancial”.

El corazón que se autocondena puede cribar nuestros hechos de manera contraria: reprendiéndonos sin piedad por errores cometidos en el pasado y descartando nuestros logros como si no fueran de ningún valor. No obstante, Jehová perdona nuestros pecados si nos arrepentimos con sinceridad y luchamos por no repetir nuestros errores. (Salmo 103:10-14; Hechos 3:19.) Jehová nos pasa por la criba y recuerda nuestras buenas obras. De hecho, si permanecemos fieles, las recordará para siempre. Para él sería una injusticia olvidarlas, y nunca es injusto. (Hebreos 6:10.)

¿Cuáles son algunas de las obras buenas que Dios valora? Prácticamente, todo lo que hacemos a imitación de su Hijo, Jesucristo. (1 Pedro 2:21.) Una obra muy importante es, por lo tanto, la predicación de las buenas nuevas del Reino de Dios. En Romanos 10:15 leemos: “¡Cuán hermosos son los pies de los que declaran buenas nuevas de cosas buenas!”.

Aunque normalmente no consideremos “hermosos” nuestros humildes pies, la palabra que utiliza Pablo es la misma que se emplea en la versión Septuaginta griega con respecto a Rebeca, Raquel y José, quienes se destacaron por su hermosura. (Génesis 26:7; 29:17; 39:6.) De modo que nuestra participación en el servicio de nuestro Dios, Jehová, es muy hermosa y de gran valor a sus ojos. (Mateo 24:14; 28:19, 20.)

Otra cualidad que Dios valora es nuestro aguante. (Mateo 24:13.) Recuerde: Satanás quiere que usted le vuelva la espalda a Jehová. Cada día que permanece leal a Dios es un día más que usted ha contribuido a suministrar una respuesta a los desafíos de Satanás. (Proverbios 27:11.) A veces no es fácil aguantar, pues los problemas de salud, los apuros económicos, la angustia emocional y otras dificultades podrían representar una prueba diaria para nosotros.

El aguante que demostramos ante estas pruebas es especialmente valioso para Jehová. Por eso el rey David pidió a Jehová que le acumulara las lágrimas en un “odre” figurativo, y preguntó con confianza: “¿No están en tu libro?”. (Salmo 56:8.) Sí, Jehová tiene en gran estima y recuerda todas nuestras lágrimas y el sufrimiento que aguantamos a fin de serle leales. Estas cosas también son de gran valor a sus ojos.

Nuestras mejores cualidades y nuestros esfuerzos por servirle sin duda permiten que Jehová halle mucho que valorar en nosotros. No importa cómo nos haya tratado el mundo de Satanás, para Jehová somos parte de las “cosas deseables y valiosas de todas las naciones”. (Ageo 2:7.)

Cómo ha demostrado Jehová su amor
En tercer lugar, Jehová nos demuestra su amor de muchas maneras. El sacrificio redentor de Cristo es sin duda la respuesta más convincente a la mentira satánica de que nada valemos y que nadie nos quiere. No olvidemos que la agonía de Jesús en el madero de tormento y la agonía aún mayor que aguantó Jehová al ver a su Hijo morir fueron prueba del amor que nos tienen y que sienten por cada uno de nosotros. Ese era el parecer del apóstol Pablo, pues escribió: “El Hijo de Dios [...] me amó y se entregó por mí”. (Gálatas 2:20.)

Jehová ha demostrado que nos ama al ayudarnos a aprovechar los beneficios del sacrificio de Cristo. En Juan 6:44 Jesús dijo: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo atraiga”. Jehová nos atrae personalmente a su Hijo y a la esperanza de la vida eterna mediante la predicación, que nos alcanza individualmente, y por medio del espíritu santo, que utiliza para ayudarnos a comprender y observar las verdades espirituales pese a nuestras limitaciones e imperfecciones. Por ello, Jehová puede decir de nosotros lo que dijo de Israel: “Con un amor hasta tiempo indefinido te he amado. Por eso te he atraído con bondad amorosa”. (Jeremías 31:3.)

Tal vez la manera más íntima de sentir el amor de Jehová sea mediante el privilegio de la oración. Él nos invita a todos a ‘orarle incesantemente’. (1 Tesalonicenses 5:17.) Dios nos escucha, pues es el “Oidor de la oración”. (Salmo 65:2.) No ha delegado este cometido, de oírnos, a ninguna otra persona, ni siquiera a su propio Hijo. Imagínese: el Creador del universo nos exhorta a que nos acerquemos a él en oración, con franqueza de expresión. Nuestras súplicas incluso pueden impulsar a Jehová a hacer lo que tal vez no hubiera hecho de otro modo. (Hebreos 4:16; Santiago 5:16; véase Isaías 38:1-16.)

Ningún cristiano equilibrado aceptaría esa demostración del amor y la estima de Dios como pretexto para considerarse más importante de lo que realmente es. Pablo escribió: “Por la bondad inmerecida que se me ha dado digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar; sino que piense de tal modo que tenga juicio sano, cada uno según le haya distribuido Dios una medida de fe”. (Romanos 12:3.)

Por tanto, disfrutemos del amor y el cariño de nuestro Padre celestial obrando con juicio sano y recordando que su bondad amorosa es inmerecida. (Compárese con Lucas 17:10.)

Hagamos todo lo posible por resistir todas las ideas que Satanás fomenta en este viejo mundo agonizante, entre ellas, la de que no valemos nada y que nadie nos quiere. Si la vida en este sistema le ha enseñado a verse usted mismo como un obstáculo tan enorme que ni siquiera el inmenso amor de Dios puede superar, o que sus buenas obras son tan insignificantes que pasan inadvertidas a los ojos de Dios que todo lo ven, o que sus pecados son tantos que ni siquiera la muerte de su precioso Hijo puede cubrir, a usted se le ha enseñado una mentira. Rechace esa mentira repugnante con todas sus fuerzas.

Recordemos siempre las palabras recogidas en Romanos 8:38, 39: “Estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor”.

Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Abril de 1995. Para conocer mas acerca del vivir cristiano lea: "Manténganse en el amor de Dios". También disponible en audio-libro. Ambos publicados por los testigos de Jehová.