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martes, 18 de marzo de 2014

La batalla no es de ustedes, sino de Dios

“Pongan fe en Jehová [...] y así tengan buen éxito.” (2 CRÓNICAS 20:20.)

JOSAFAT de Judá era un buen rey. ‘No se desvió de hacer lo que era recto a los ojos de Jehová’ (2 Crónicas 20:32). Su nombre significa “Jehová es Juez”. Él magnificó el nombre de Jehová al acudir a él para que lo guiara en el camino de la justicia y lo ayudara a juzgar a Su pueblo. Tomó medidas para que el pueblo fuera instruido en las leyes de Jehová. Él personalmente salió entre los habitantes de Judá para instarlos a que regresaran a la adoración verdadera de Jehová. Organizó el reino para la adoración teocrática.

En todo esto, él aptamente prefigura al Rey Jesucristo, recién instalado en su trono celestial en 1914, quien ahora está reuniendo al pueblo de Jehová para la supervivencia mientras las fuerzas demoníacas reúnen a las naciones para la guerra final del Armagedón. (Mateo 25:31-34; Revelación 16:13, 14, 16.)

Después que Josafat hubo dado atención a la restauración del orden teocrático en Judá, surgió una crisis grave. Un adversario poderoso, “una gran muchedumbre”, llegó de las regiones de Amón, Moab y el monte Seir, y amenazó al pueblo de Dios con la extinción (2 Crónicas 20:1, 2, 22). La situación hoy es parecida a ésta.

Debido a que los verdaderos siervos de Jehová “no son parte del mundo”, el mundo de Satanás los odia y en muchos casos los enemigos de Dios los persiguen cruelmente (Juan 15:19; 1 Juan 5:19). La dominación de la tierra del pueblo de Jehová —Judá (que significa “Alabanza”)— fue el punto en cuestión en el tiempo de Josafat. Pero ahora, conforme al patrón de Amón y Moab de la antigüedad, las potencias políticas de hoy y las grandes empresas (incluso los fabricantes de armas del “día del juicio final”) están compitiendo por la dominación del mundo.

El antiguo monte Seir llegó a ser el dominio del Edom apóstata, los descendientes de Esaú, el hermano gemelo de Jacob. Apropiadamente, entonces, los habitantes del monte Seir prefiguraron a los orgullosos apóstatas de la cristiandad de hoy día. (Génesis 32:3.)

Al verse, pues, amenazado por aquellas hordas invasoras, ¿qué podía hacer el rey Josafat? Bueno, ¿qué hacen siempre los siervos leales de Jehová al enfrentarse a emergencias, persecuciones o peligros que les amenazan la vida? Josafat “dirigió su rostro a buscar a Jehová”. Y de todas las ciudades de Judá la gente ‘vino para consultar a Jehová’ en su casa de adoración verdadera. (2 Crónicas 20:3-5.)

¡Qué excelente ejemplo para el pueblo de Dios hoy! Esta era de violencia se está acercando a su culminación en Har–Magedón. Las condiciones en el mundo de Satanás no se harán menos violentas (2 Timoteo 3:1, 13). A menudo, puede que la mismísima vida del pueblo de Jehová se vea amenazada. ¿Dónde hallamos protección? La hallamos en nuestra unidad de adoración.

Nos reunimos para compartir alimento espiritual sustentador y organizar nuestro servicio público de alabanza a Jehová. Felizmente, “una grande muchedumbre” sigue presentándose, de entre todas las naciones, para unirse al pueblo de Dios en su “servicio sagrado”. Estos nuevos están subiendo a raudales a la ‘montaña de la casa de adoración de Jehová’. El hacerlo significa salvación para ellos también. (Revelación 7:9, 15; Isaías 2:3.)

Josafat tomó su posición “en la casa de Jehová delante del patio nuevo”.

Evidentemente el programa de construcción del rey en Judá había incluido el ampliar las instalaciones para la adoración en el templo de Jerusalén. Hoy igualmente, bajo la dirección del actual rey reinante, Jesucristo, se ha llevado a cabo un gran programa de construcción espiritual, de modo que en el patio terrestre del templo de Jehová hay amplio espacio para millones de personas de la clase no sacerdotal de la “grande muchedumbre”. ¡Qué grato es estar allí! (Salmo 27:1-5.)

Acudiendo a Jehová


En la casa de Jehová, Josafat presentó el entero asunto en oración a su Dios. Reconoció la dignidad real de Jehová, su poder y majestad, y repasó las obras de Jehová a favor de su pueblo. Se refirió a la oración fervorosa que pronunció Salomón durante la dedicación del templo, y humildemente concluyó diciendo: “Nosotros mismos no sabemos qué debemos hacer, pero nuestros ojos están hacia ti” (2 Crónicas 20:5-12; 6:12-14, 34, 35).

¿Ha estado usted alguna vez en una situación como ésta... en la que le parecía que no había adónde acudir? En los días de los apóstoles, Pablo a menudo se halló en tales aprietos. Tuvo que confiar muchísimo en Jehová. Pero siempre pudo decir: “Cuando soy débil, entonces soy poderoso”. Pues, cuando se sentía totalmente incapacitado, su completa confianza en Jehová llegaba a ser una fuente de fortaleza invencible. ¡Usted también puede ser fuerte! (2 Corintios 12:10; Proverbios 18:10.)

Si puede, imagínese la escena allí en la amplia zona del templo de Jerusalén: “Todo este tiempo todos los de Judá estaban de pie delante de Jehová, aun sus pequeñuelos, sus esposas y sus hijos” (2 Crónicas 20:13).

Sin duda recordaban las instrucciones explícitas de Moisés respecto al propósito de dichas reuniones, conforme se hallan registradas en Deuteronomio 31:12. Solo había suficiente espacio como para estar de pie en aquella enorme asamblea mientras las familias esperaban respetuosamente las instrucciones de Jehová, alertas y listas para hacer lo que él les mandara.

¡Se requiere unidad de acción!

No obstante, aquellos habitantes de Judá no habían de quedar ociosos, esperando la liberación que Jehová les proporcionaría. ¡Habían de ser un pueblo de acción! Tenían que demostrar su obediencia a Jehová y hacer las cosas a la manera de Él para sobrevivir. No cabe duda de que a muchos de ellos les pareció que las instrucciones provenientes de Jehová eran poco comunes.

Dichas instrucciones ponían a prueba la integridad de ellos. De la misma manera, antes que Jehová efectúe su ‘hecho extraño, su obra extraordinaria’, de destruir a la cristiandad a principios de la “grande tribulación”, él exige que sus testigos participen unidamente en una obra que quizás parezca poco común, o extraordinaria, a muchas personas. Se trata de rendir el servicio sagrado de ir a los hogares de las personas, vez tras vez, para darles advertencia de la inminente destrucción. (Isaías 28:21; Mateo 24:14, 21.)

Esto fue prefigurado por las órdenes que Jahaziel dio al pueblo de Judá. Refiriéndose a las huestes del enemigo, dijo: “Mañana bajen contra ellos. [...] No tendrán que pelear en esta ocasión. Tomen su posición, esténse quietos y vean la salvación de Jehová a favor de ustedes. Oh Judá y Jerusalén, no tengan miedo ni se aterroricen. Mañana salgan contra ellos, y Jehová estará con ustedes” (2 Crónicas 20:16, 17). ¡Aquella multitud no armada de hombres, mujeres y niños recibió el mandato de salir contra los ejércitos del adversario! (Compare con Salmo 148:12, 13.)

Josafat y los habitantes de Judá apreciaron profundamente la dirección que Jehová proporcionó mediante Jahaziel. “Al instante Josafat se inclinó rostro a tierra, y todo Judá y los habitantes mismos de Jerusalén cayeron delante de Jehová para rendirle homenaje a Jehová” (2 Crónicas 20:18). El Josafat Mayor, Jesucristo, sumisamente desplegó tal confianza en Jehová mientras estuvo en la Tierra, y podemos estar seguros de que él acudirá a Jehová por las órdenes de batalla cuando ‘Jehová a su diestra haga pedazos a reyes en el día de su cólera’ (Salmo 110:5, 6).

De acuerdo con 2 Crónicas 20:19, los cantores del templo “se levantaron para alabar a Jehová el Dios de Israel con una voz extraordinariamente fuerte”. ¿Y quiénes hoy, bajo la dirección del resto ungido, están usando “una voz extraordinariamente fuerte” para alabar a Jehová ante Sus enemigos? Ciertamente a la delantera del pueblo de Jehová se encuentra el grupo cada vez más grande de ministros precursores.

En 1983, los precursores auxiliares y regulares, los precursores especiales y misioneros —los que toman la delantera en alabar a Jehová en el campo— disfrutaron de un aumento de 19 por 100. Su ‘cantar’ contribuyó extraordinariamente al asombroso total de 436.720.991 horas —un aumento de 13,5 por 100— dedicadas al ministerio cristiano el año pasado.

Allá en Jerusalén no era el tiempo de ser dormilón. Obedientemente, el pueblo ‘procedió a levantarse muy de mañana y salir al desierto de Tecoa’ (2 Crónicas 20:20). Estaban deseosos de expresar su fe mediante obras. (Compare con Santiago 2:14.) De igual manera, los ministros de Dios hoy frecuentemente necesitan ponerse a trabajar temprano.

En el mundo de Satanás hay personas que están ‘suspirando y llorando’, y tienen que ser marcadas para que puedan salir a salvo de la “grande tribulación”. (Compare con Ezequiel 9:4.)

¡Adelante a la batalla!


En 2 Crónicas 20:20, el registro pasa a decir: “Y mientras salían, Josafat se puso de pie y entonces dijo: ‘¡Óiganme, oh Judá y ustedes los habitantes de Jerusalén! Pongan fe en Jehová su Dios para que resulten de larga duración. Pongan fe en sus profetas y así tengan buen éxito”.

De igual manera, el cabeza de la congregación cristiana, nuestro actual Rey reinante, ha dado mucho ánimo a su pueblo para que se mantenga fiel. Hallamos dicho ánimo en pasajes como los siguientes: Mateo 10:27, 28; 24:9-13; Juan 16:33.

¡Se trata de fe en Jehová, fe en aquellos a quienes él utiliza como portavoces, sí, fe en Su organización! A medida que ‘salimos’ al servicio de Jehová hoy, ¡cuán importante es que ejerzamos dicha fe! Ésta es la manera de lograr éxito seguro... que es lo que han de lograr todos los Testigos bautizados y dedicados que ejerzan fe en Jehová y sus arreglos. Éstos incluyen su maravillosa provisión de la vida eterna, hecha posible mediante el sacrificio de su Hijo. (Juan 3:16; 17:3.)

Además, Josafat “tomó consejo con el pueblo y apostó cantores a Jehová y quienes ofreciesen alabanza en adorno santo mientras salían al frente de los hombres armados, y que dijesen: ‘Den alabanza a Jehová, porque hasta tiempo indefinido es su bondad amorosa’” (2 Crónicas 20:21). En este caso, los cantores del templo tomaron la delantera en salir a la batalla.

Su adorno espiritual incluye también ‘la nueva personalidad cristiana, que manifiesta verdadera justicia y lealtad’ (Efesios 4:24; Gálatas 5:22, 23). ¡Qué privilegio es pertenecer hoy a este movimiento mundial que magnifica el nombre y la bondad amorosa de Jehová! (Salmo 144:1, 2; 136:1-26.)

Jehová había dicho a su pueblo: “No tendrán que pelear en esta ocasión”. Y así resultó ser. “Al tiempo que dieron comienzo con el clamor gozoso y alabanza”, Jehová tendió una emboscada contra las multitudes invasoras, de modo que “los hijos de Amón y Moab procedieron a levantarse contra los habitantes de la región montañosa de Seir para darlos irrevocablemente a la destrucción y aniquilarlos” (2 Crónicas 20:17, 22, 23).

¡Cuán vívidamente ilustra esto lo que está por suceder en el mundo de Satanás! Como lo indica Revelación 17:16, 17, Jehová tiene un “pensamiento” respecto a Babilonia la Grande, de la cual la cristiandad es la parte más reprensible. Él hará que naciones militarizadas que son miembros de la ONU tengan el mismo “pensamiento”, de modo que se vuelvan contra la religión falsa para devastarla y destruirla. ¡El gran sistema apóstata de la cristiandad, como aquellos edomitas del monte Seir, será aplastado!

Pero ¡esto no es todo! ¡Quedan Amón y Moab del día moderno! (Compare con Revelación 18:9, 10, 15-17.) Éstos siguen resueltos a destruir a los alabadores de Jehová, los habitantes de Judá del día moderno. Pero es el tiempo para que Jehová ejecute su juicio. Como lo describe Revelación 19:11-16, el Rey, Jesucristo, saldrá para ‘pisar el lagar de vino de la cólera de la ira de Dios el Todopoderoso’, de modo que destruirá lo que quede del sistema mundial de Satanás.

Al punto culminante de aquella gran batalla, los remanentes enloquecidos de las naciones políticas y sus cohortes militarizadas sin duda se atacarán los unos a los otros con sus armas de aniquilación. Así sucedió en el caso de Amón y Moab, cuando “ayudaron a arruinar cada cual a su propio compañero”. Pero Jehová nunca permitirá que ellos utilicen sus artefactos nucleares hasta el grado de arruinar al pueblo de Dios o la obra de Su mano, nuestra Tierra. (Revelación 11:18; Isaías 45:12, 18; Salmo 115:16.)

“Pero en cuanto a Judá, llegó a la atalaya del desierto. Cuando volvieron sus rostros hacia la muchedumbre, pues, allí estaban, sus cadáveres caídos en tierra sin que nadie escapase.” Cuando los del “Judá” del día moderno, junto con sus compañeros de adoración, examinen los resultados de la guerra de Har–Magedón, alabarán a Jehová por aquella gran victoria.

No tendrán que recoger botín literal, sino que hallarán gozo al congregarse en la simbólica “llanura baja de Beraca”... Beraca significa “Bendición”. Con regocijo, la clase no sacerdotal de la “grande muchedumbre” entrará en una Tierra purificada, bajo el régimen del Reino, ansiosa de emprender el privilegio que tendrá ante sí... el de transformar la Tierra en un jardín paradisíaco. Por mil años el dominio real del Josafat Mayor, Jesucristo, quedará sin disturbio, y su Dios, Jehová, dará descanso continuo por todas partes. (2 Crónicas 20:24-30.)

Al igual que Josafat, el entronizado Jesús ayuda ahora al pueblo de Dios para que ‘tenga buen éxito’ en alabar a Jehová.

Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Julio de 1984. Para complementar el tema, lea el folleto: "Podemos ser amigos de Dios"