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jueves, 12 de junio de 2014

Usted es de gran valor a los ojos de Dios (Primera parte)

“Con un amor hasta tiempo indefinido te he amado. Por eso te he atraído con bondad amorosa.” (JEREMÍAS 31:3.)
SE REFLEJABA en su mirada. Este hombre, Jesús, no se parecía en nada a los guías religiosos del pueblo; él se interesaba por los demás. Se compadecía de las personas porque “estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor”. (Mateo 9:36.) Se suponía que los guías religiosos fueran pastores amorosos y representantes de un Dios de amor y misericordia.

No obstante, menospreciaban a la gente común calificándola de chusma maldita. (Juan 7:47-49; compárese con Ezequiel 34:4.) Cuánto contrastaba esa actitud deformada y antibíblica con la manera como Jehová veía a su pueblo. Él había dicho a su nación, Israel: “Con un amor hasta tiempo indefinido te he amado”. (Jeremías 31:3.)

Ahora bien, los fariseos no fueron los primeros que intentaron convencer a las amadas ovejas de Jehová de que no valían nada. Examinemos el caso de Job. Jehová lo consideraba justo y sin culpa, pero los tres “consoladores” insinuaron que era un hombre apóstata, inmoral y malvado que moriría sin dejar ni rastro. Afirmaron que Dios no valoraría la posible justicia de Job, dado que ni siquiera confiaba en sus propios ángeles y consideraba inmundo el mismo cielo. (Job 1:8; 4:18; 15:15, 16; 18:17-19; 22:3.)

Satanás todavía emplea esta ‘artimaña’ para tratar de convencer a las personas de que nadie las quiere y que no valen nada. (Efesios 6:11, nota.) Es cierto que muchas veces seduce a la gente apelando a su vanidad y orgullo. (2 Corintios 11:3.) Sin embargo, también le deleita destruir el amor propio de las personas vulnerables. Este es especialmente el caso en estos críticos “últimos días”.

Muchas personas hoy día crecen en el seno de familias que no tienen “cariño natural”; y muchas otras tienen que tratar a diario con personas feroces, egoístas y testarudas. (2 Timoteo 3:1-5.) El sometimiento por años al maltrato, al racismo, al odio y al insulto puede haberlas convencido de que no valen nada y que nadie las quiere. Un hombre escribió: “No quiero a nadie y nadie me quiere a mí. Me cuesta mucho creer que Dios tenga algún interés por mí”.

La idea de que no valemos nada se opone a una de las enseñanzas fundamentales de la Palabra de Dios, la del rescate. (Juan 3:16.) Si Dios estuvo dispuesto a pagar un precio tan alto, es decir, la vida preciosa de su propio Hijo, para darnos la oportunidad de vivir para siempre, ciertamente debe amarnos; ciertamente debemos tener algún valor a sus ojos.

Además, qué desalentador sería pensar que desagradamos a Dios y que todos nuestros esfuerzos por servirle son inútiles. (Compárese con Proverbios 24:10.) Esta actitud negativa puede hacer que algunas personas interpreten como una condena el estímulo que se les da con la intención de ayudarlas a mejorar en ciertos aspectos de su servicio a Dios. Tal vez lo veamos como una confirmación de nuestra propia convicción interior de que no estamos haciendo lo suficiente.

No se desespere si usted abriga estos sentimientos negativos. Muchos somos excesivamente severos con nosotros mismos de vez en cuando. Recuerde que la Palabra de Dios puede “rectificar las cosas” y “derrumbar cosas fuertemente atrincheradas”. (2 Timoteo 3:16; 2 Corintios 10:4.)

El apóstol Juan escribió: “En esto conoceremos que nos originamos de la verdad, y aseguraremos nuestro corazón delante de él respecto a cualquier cosa en que nos condene nuestro corazón, porque Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas”. (1 Juan 3:19, 20.) Examinemos pues, tres maneras como la Biblia nos enseña que somos de gran valor para Jehová.

Somos valiosos para Jehová

En primer lugar, la Biblia enseña claramente que todos somos valiosos a los ojos de Dios. Jesús dijo: “Se venden cinco gorriones por dos monedas de poco valor, ¿no es verdad? Sin embargo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pero hasta los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. No tengan temor; ustedes valen más que muchos gorriones”. (Lucas 12:6, 7.)

En aquellos días, el gorrión era el más barato de todos los pájaros que se vendían como alimento; no obstante, ninguno de ellos pasaba inadvertido al Creador. A este razonamiento sigue un sorprendente contraste: en lo que concierne a los seres humanos, que valen mucho más que los gorriones, Dios los conoce íntimamente. Es como si los mismos cabellos de nuestra cabeza estuvieran contados uno por uno.

¿Los cabellos contados? Si usted cree que este detalle de la ilustración de Jesús es poco realista, reflexione en lo siguiente: Dios recuerda con tal exactitud a sus siervos fieles que puede resucitarlos recreando hasta el más mínimo detalle, incluidos sus complejos códigos genéticos y sus recuerdos y experiencias acumulados durante los años. Contar los cabellos de nuestra cabeza (que tiene un promedio aproximado de cien mil) sería algo sencillo en comparación. (Lucas 20:37, 38.)

¿Qué ve Jehová en nosotros?

En segundo lugar, la Biblia nos enseña por qué nos valora Jehová. Sencillamente, le complacen nuestras buenas cualidades y nuestros esfuerzos por servirle. El rey David dijo a su hijo Salomón: “Todos los corazones Jehová los está escudriñando, y toda inclinación de los pensamientos la está discerniendo”. (1 Crónicas 28:9.) Al escudriñar los miles de millones de corazones humanos que hay en este mundo violento y lleno de odio, ¡cuánto debe deleitarle encontrar un corazón que ame la paz, la verdad y la justicia! (Compárese con Juan 1:47; 1 Pedro 3:4.)

¿Qué sucede cuando Dios halla un corazón que lo ama intensamente y que quiere aprender de él e impartir ese conocimiento a otras personas? En Malaquías 3:16, Jehová nos dice que escucha a los que hablan de él, y que incluso tiene “un libro de recuerdo” para todos “los que [están] en temor de Jehová y para los que [piensan] en su nombre”. Esas cualidades son de gran valor para Dios.

Sin embargo, puede que el corazón que se autocondena se resista a aceptar que somos valiosos a los ojos de Dios. Tal vez se diga continuamente: ‘Pero hay muchas otras personas que demuestran esas cualidades de manera más ejemplar que yo. ¡Qué decepcionado debe sentirse Jehová cuando me compara con ellas!’. Jehová no hace comparaciones ni es un Dios rígido ni perfeccionista. (Gálatas 6:4.) Jehová lee con gran perspicacia el corazón y valora las buenas cualidades que se manifiestan en diversos grados.

Por ejemplo, cuando Jehová decretó que se ejecutara a toda la dinastía apóstata del rey Jeroboán, o se la removiera como “estiércol”, ordenó que el único hijo del rey que debía recibir un entierro digno era Abías. ¿Por qué? “Algo bueno para con Jehová el Dios de Israel se ha hallado en él.” (1 Reyes 14:10, 13.) ¿Significa esto que Abías era un fiel adorador de Jehová? No necesariamente, pues murió al igual que su casa inicua. (Deuteronomio 24:16.)

No obstante, Jehová vio “algo bueno” en el corazón de Abías, lo valoró y obró en consecuencia. Un comentario bíblico dice: “Aunque la persona tenga solo algo bueno, se hallará: Dios lo busca y lo ve, aunque sea muy pequeño, y se complace con ello” (Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible).

No olvide que si Dios halla en usted aunque solo sea cierto grado de una buena cualidad, puede hacerla crecer en tanto se esfuerce por servirle fielmente.

Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Abril de 1995, Si desea conocer acerca de como acercarse a Jehová lea: "Acerquémonos a Jehová". Ambos publicados por los testigos de Jehová"