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miércoles, 2 de octubre de 2013

Un vaso más débil

La primera vez que nos tocamos no sentí nada… La segunda vez me sentí mareada, la tercera vez fue cálida, fue como si el calor de tu mano atravesara el traje, pero la cuarta vez me sentí feliz, feliz porque te sentiste preocupado por mí

Rei Ayanami

. . .continúen morando con ellas de igual manera, de acuerdo con conocimiento, asignándoles honra como a un vaso más débil, el femenino, puesto que ustedes también son herederos con ellas del favor inmerecido de la vida, a fin de que sus oraciones no sean estorbadas.

(1 Pedro 3:7)

El día de Jehová: un tema importantísimo

Capítulo 3

“EL GRAN día de Jehová está cerca. Está cerca, y procede a apresurarse muchísimo.” (Sofonías 1:14.)

En múltiples ocasiones, los profetas de Dios anunciaron que se avecinaba ese día, indicaron las consecuencias de este hecho en la vida, los principios y la conducta de la gente. En todas sus proclamaciones se manifestaba un tono de urgencia. Si usted hubiera vivido en aquel tiempo ¿cuál habría sido su reacción?

Al leer los libros de los doce profetas: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías; verá que todos hablaron directa o indirectamente del día de Jehová. Repasemos primero el tema que aparece vez tras vez en sus escritos: el día de Jehová. Seis de los doce utilizaron esta misma expresión u otra muy semejante. Así, Joel pintó con mucha viveza el “día de Jehová, grande e inspirador de temor” (Joel 1:15; 2:1, 2, 30-32). Amós pidió a los israelitas que se prepararan para encontrarse con su Dios, pues el día de Jehová sería tenebroso (Amós 4:12; 5:18). Años después, Sofonías pronunció las palabras citadas en el párrafo anterior. Y cuando se aproximaba la destrucción de Jerusalén, Abdías dio esta advertencia: “El día de Jehová contra todas las naciones está cerca” (Abdías 15).

Los dos profetas que Jehová envió a los judíos que regresaron del exilio utilizaron expresiones parecidas. Así, Zacarías habló del día en que serían aniquiladas las naciones que se lanzaran contra Jerusalén y describió de forma muy gráfica lo que ocurriría en el “día que es conocido como perteneciente a Jehová” (Zacarías 12:9; 14:7, 12-15). Y Malaquías, por su parte, alertó al pueblo de Dios sobre la venida del “día de Jehová, grande e inspirador de temor” (Malaquías 4:1-5).

Los restantes de los doce profetas también hicieron varias alusiones al “día de Jehová”, Oseas dijo que el Altísimo ajustaría cuentas primero con Israel y luego con Judá (Oseas 8:13, 14; 9:9; 12:2). Jonás proclamó la sentencia contra Nínive, y Miqueas indicó lo que sucedería cuando Dios tomara medidas contra varios pueblos rebeldes (Jonás 3:4; Miqueas 1:2-5). Nahúm prometió que Jehová se vengaría de Sus adversarios (Nahúm 1:2, 3). Y Habacuc clamó por justicia y describió “el día de la angustia” (Habacuc 1:1-4, 7; 3:16).

Algunos de estos libros apuntaron claramente a sucesos en que estarían implicados los cristianos verdaderos. Este es el caso de Ageo, uno de los profetas posteriores al exilio, quien predijo que las naciones serían mecidas (Ageo 2:6, 7). Pues bien, el apóstol Pablo citó Ageo 2:6 para animar a los cristianos a estar espiritualmente sanos cuando Dios elimine los perversos cielos simbólicos (Hebreos 12:25-29; Revelación [Apocalipsis] 21:1).

¿QUÉ ES EL DÍA DE JEHOVÁ?

Según indicaron los profetas, es un día de batalla, un período en el que Jehová ejecuta la sentencia que ha dictado contra sus enemigos. “El sol y la luna mismos ciertamente se oscurecerán, y las estrellas mismas realmente retirarán su resplandor” (Joel 2:2, 11, 30, 31; 3:15; Amós 5:18; 8:9). Miqueas responde: “Las montañas tienen que derretirse bajo [Jehová], y las llanuras bajas mismas se henderán, como cera debido al fuego, como aguas que se derraman por un lugar empinado” (Miqueas 1:4). Aunque este pasaje tal vez emplee lenguaje figurado, indica que la intervención divina tendrá consecuencias para sus habitantes. Pero no para todos, pues los profetas señalan que algunos sobrevivirán y recibirán abundantes bendiciones por haber obedecido esta exhortación: “Busquen lo que es bueno” (Amós 5:14; Joel 3:17, 18; Miqueas 4:3, 4).

Otros integrantes del grupo de doce profetas plasmaron imágenes más dramáticas del día de Jehová. Por ejemplo, Habacuc dijo de forma muy gráfica que Jehová desmenuzará “las montañas eternas” y aplastará “las colinas de duración indefinida”. Tales montañas y colinas son símbolos adecuados de las organizaciones humanas, que pudieran dar la apariencia de ser perdurables (Habacuc 3:6-12). En efecto, será un “día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas” (Sofonías 1:14-17).

¿POR QUÉ ACTÚA ASÍ UN DIOS DE AMOR?

Probablemente haya oído preguntar: “Si Dios es amor, ¿cómo es posible que vaya a enviar semejante catástrofe contra sus enemigos? ¿Es necesario que cause esos estragos en la Tierra? ¿Acaso no nos mandó Jesús que amáramos a nuestros enemigos y demostráramos así que somos hijos de nuestro Padre celestial?” (Mateo 5:44, 45). Fueron nuestros primeros padres —pese a ser perfectos y estar hechos a la imagen y semejanza de Dios— los que introdujeron el pecado y la muerte en la familia humana, sí, en nuestra vida. Así, en la disputa sobre quién tiene el derecho supremo a gobernar a la humanidad, ellos tomaron partido por Satanás (Génesis 1:26; 3:1-19). En el transcurso de los siglos, el Diablo ha intentado demostrar que, dándoles el incentivo adecuado, logrará que los seres humanos dejen de servir a Jehová.

Como bien sabemos, Satanás ha fracasado en su intento, pues Jesucristo y muchos otros se han mantenido fieles a Dios y han dado prueba de que le obedecen por amor (Hebreos 12:1-3). ¿Verdad que puede mencionar por nombre a muchas personas que sirven leales a Dios?

Cada uno de nosotros está implicado en esta disputa que llevará a que Jehová acabe con la maldad. Por ejemplo, al leer los escritos de los doce profetas, observará que varios de ellos denuncian las actitudes de algunos siervos de Dios que descuidan la adoración de Jehová y viven entregados al lujo. Además, los invitan a transformar sus vidas y les exhortan: “Pongan su corazón en sus caminos” (Ageo 1:2-5; 2:15, 18; Amós 3:14, 15; 5:4-6). En efecto, muestran a sus oyentes el camino que deben seguir en la vida. Todos los que acepten su invitación reconocerán a Jehová como su Soberano y de esta manera probarán que Satanás es un mentiroso. Jehová corresponderá a la lealtad que demuestran tomando medidas contra Sus enemigos, a los cuales aniquilará (2 Samuel 22:26).

Dios tiene otra razón para intervenir. Cuando Miqueas profetizó en Judá, dijo que era como una viña o un huerto tras la cosecha, cuando ya no tiene uvas ni higos. Así le ocurría a Judá: apenas le quedaban personas justas. Los israelitas andaban a la caza unos de otros, siempre al acecho para derramar sangre. Y sus dirigentes y jueces solo pensaban en su propio provecho (Miqueas 7:1-4). Si usted hubiera vivido en aquella sociedad, ¿cómo se habría sentido? Seguramente se habría compadecido de las víctimas inocentes. Pues bien, mucho más dolor siente Jehová cada vez que ve a los oprimidos. Hoy, cuando él examina a la humanidad, ¿qué cree usted que ve? Que los opresores se aprovechan sin piedad de la gente, atacándola con violencia. También ve que, en comparación con la población del mundo, son pocos los leales. Pero no perdamos la esperanza. Por amor a las víctimas, Jehová hará justicia (Ezequiel 9:4-7).

Es patente que el día de Jehová significa destrucción para los enemigos de Dios y liberación para las personas que temen a Jehová y le sirven. Miqueas predijo además que las naciones acudirían a la montaña de la casa de Jehová, lo que traería paz y unidad al mundo (Miqueas 4:1-4). Ahora bien, ¿qué hay de la gente que oyó a los profetas proclamar el día de Jehová? ¿Tuvo este hecho algún efecto en su vida? En el caso de algunas personas, sí. Recordemos lo que pasó cuando Jonás anunció que Nínive sería castigada: los habitantes de la ciudad “empezaron a poner fe en Dios” y se volvieron “de su mal camino”, dejando atrás toda su violencia y maldad. Como consecuencia, Jehová decidió no enviarles la calamidad predicha (Jonás 3:5, 10). Ciertamente, el mensaje sobre el inminente día de juicio de Jehová influyó en la vida de los ninivitas.

¿QUÉ TIENE QUE VER ESE DÍA CON USTED?


“Pero esos profetas vivieron hace siglos —quizás replique alguien—. ¿Qué tienen que ver conmigo sus mensajes del día de Jehová?” Es cierto que ellos pertenecen a una época antigua, anterior incluso al nacimiento de Jesús. Sin embargo, si analizamos bien sus palabras sobre el gran día de Jehová, veremos por qué son muy oportunas en el siglo XXI. ¿Qué beneficios reales nos ofrecen? Para entender su importancia y sacarles provecho, es fundamental recordar algo: cuando repasamos todos los anuncios de que el día de Jehová vendría sobre Israel, Judá, las naciones vecinas y ciertas potencias mundiales de la época, ¿qué vemos? Que todas aquellas profecías se cumplieron sin falta. Así es: los asirios invadieron Samaria, Judá fue desolada en 607 antes de nuestra era, y las naciones vecinas hostiles fueron destruidas; hasta las potencias de Asiria y Babilonia terminaron cayendo. Y todo en cumplimiento de cada una de las profecías bíblicas que lo había anunciado.

Ahora centrémonos en el Pentecostés del año 33 de nuestra era, un tiempo muy posterior al cumplimiento inicial de muchas de estas profecías. Aquel día, el apóstol Pedro aplicó un pasaje de Joel al derramamiento del espíritu santo de Dios. Luego, prosiguió con estas palabras del profeta: “El sol será convertido en oscuridad y la luna en sangre antes que llegue el grande e ilustre día de Jehová” (Hechos 2:20). Así dio una indicación de que las profecías del día de Jehová tendrían otros cumplimientos. La predicción de Joel, por ejemplo, se cumplió por segunda vez en el año 70, con la destrucción de Jerusalén a manos de los romanos, sin duda un suceso tenebroso y sangriento.

Pero los anuncios sobre el día de Jehová que hicieron Joel y otros profetas aún no han tenido su cumplimiento definitivo. Y este cumplimiento está relacionado con nosotros, que vivimos en el siglo XXI. ¿Por qué decimos esto? Porque Pedro animó a los cristianos a vivir muy pendientes de “la presencia del día de Jehová”. Y agregó: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar” (2 Pedro 3:12, 13). Pues bien, sabemos que tras la destrucción de Jerusalén en el año 70 no se establecieron inmediatamente los nuevos cielos (el nuevo gobierno teocrático) sobre la nueva tierra (la sociedad de personas justas sometidas a dicho gobierno). Por lo tanto, las palabras proféticas acerca del día de Jehová han de tener otro cumplimiento. En realidad, nos atañen a nosotros, es decir, a quienes vivimos en estos “tiempos críticos” (2 Timoteo 3:1).

Además, estos doce libros bíblicos ofrecen un cuadro conjunto del día de Jehová, un cuadro que recuerda lo que dijo Jesucristo: “Habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder”. Luego él explicó lo que ocurriría “inmediatamente después” de que empezara la gran tribulación: “El sol será oscurecido, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y los poderes de los cielos serán sacudidos” (Mateo 24:21, 29). Estas palabras nos ayudan a determinar cuándo vendrá el día de Jehová, que tan cerca está. Las Escrituras indican que en la gran tribulación se destruirá a “Babilonia la Grande”, es decir, al imperio mundial de la religión falsa. Y como punto culminante de la gran tribulación, el día de Jehová eliminará de la faz de la Tierra a los enemigos de Dios (Revelación 17:5, 12-18; 19:11-21).

Los diversos elementos de la religión falsa aparecen prefigurados por la Jerusalén apóstata, la infiel Samaria, los edomitas hostiles, los violentos asirios y los babilonios. Dichos elementos serán destruidos en la etapa inicial de la gran tribulación. Luego vendrá el “día de Jehová, grande e inspirador de temor”, en el que encontrarán su fin los amantes políticos y comerciales de la religión falsa (Joel 2:31).

ESTEMOS LISTOS

Los mensajes de juicio se cumplen mayormente en la religión falsa. Por eso, algunos cristianos pudieran creer que la realización de estas profecías no tiene que ver con ellos. Sin embargo, la siguiente advertencia de Amós a los israelitas es útil para todos: “¡Ay de los que desean con vehemencia el día de Jehová!”. ¿Por qué tenían tantos deseos de que llegara ese día algunos israelitas de la época de Amós? Porque creían que ese día tan solo iba a traerles bendiciones, convencidos de que Dios intervendría a favor de su pueblo. Pero ¿qué iba a ser el día de Jehová para la gente satisfecha de sí misma? “Será oscuridad, y no luz”, contestó el profeta. Así que aquellos israelitas iban a recibir de lleno la cólera divina (Amós 5:18).

¿Le encuentra usted el valor práctico a esa comparación? Recuerde que Amós dirigía sus palabras a un pueblo dedicado a Dios. Sin embargo, era necesario que corrigieran algunas acciones y actitudes. De igual modo, vale la pena que cada uno de nosotros examine su propia vida, ¿no es cierto? El objetivo es determinar si estamos listos para ese día trascendental o si, por el contrario, debemos hacer cambios. ¿Cómo puede uno saber si está preparado? Como es obvio, no es cuestión de imitar a los llamados “supervivencialistas”, que en su afán de sobrevivir a toda costa construyen refugios, almacenan provisiones, aprenden a depurar agua o acumulan monedas de oro.

Notemos la advertencia que hace Sofonías: “Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová”. Es evidente, por lo tanto, que la preparación no consiste en acumular bienes materiales (Sofonías 1:18; Proverbios 11:4; Ezequiel 7:19). Más bien, se trata de mantenernos alerta espiritualmente y vivir cada día siempre listos, adoptando la debida actitud y obrando en consonancia. Así lo indicó Miqueas al decir: “En cuanto a mí, por Jehová me mantendré vigilante. Ciertamente mostraré una actitud de espera por el Dios de mi salvación” (Miqueas 7:7).

Si tenemos esta actitud de espera, demostraremos que estamos listos y que vivimos muy pendientes del día de Jehová. No nos perturbarán factores como la fecha en que vaya a venir o el tiempo que llevemos aguardándolo. Todas las profecías sobre ese día se cumplirán sin retrasos al llegar el momento fijado por Jehová. Así se lo indicó él a Habacuc: “La visión es todavía para el tiempo señalado, y sigue jadeando hasta el fin, y no dirá mentira. Aun si [al hombre le pareciera que] tardara, manténte en expectación de ella; porque sin falta se realizará. No llegará tarde [según el criterio de Jehová]” (Habacuc 2:3).

Porción del capítulo 3 del libro: "Vivamos muy pendientes del día de Jehová" editado por los Testigos de Jehová, el cual puede descargarse en audio en el siguiente enlace

Cántico 14: Todo Nuevo (Basado en Revelación 21: 1 al 5)

Las pruebas demuestran que Cristo está
sentado en su trono de majestad.
Luchó con el Diablo y lo venció;
vendrá pronto nuestra liberación.

La tienda de Dios estará
con toda la humanidad.
No habrá ya muerte ni lamento
ni llanto ni más sufrimiento.
Dios prometió que todo nuevo hará.
¡Lo dijo y lo cumplirá!

Contemplen a la Nueva Jerusalén,
la novia de Cristo, ¡qué bella es!
Las gemas y el oro su adorno son;
el Sol no la alumbra, su luz es Dios.

La tienda de Dios estará
con toda la humanidad.
No habrá ya muerte ni lamento
ni llanto ni más sufrimiento.
Dios prometió que todo nuevo hará.
¡Lo dijo y lo cumplirá!

Sus puertas jamás se tendrán que cerrar,
pues su Dios, Jehová, la defenderá.
A su luz los pueblos caminarán;
su gloria debemos hoy reflejar.

La tienda de Dios estará
con toda la humanidad.
No habrá ya muerte ni lamento
ni llanto ni más sufrimiento.
Dios prometió que todo nuevo hará.
¡Lo dijo y lo cumplirá!

La tienda de Dios estará
con toda la humanidad.
No habrá ya muerte ni lamento
ni llanto ni más sufrimiento.
Dios prometió que todo nuevo hará.
¡Lo dijo y lo cumplirá!


En el siguiente enlace se puede descargar el archivo en mp3, El libro de canticos aqui

¿Por qué denunciar lo que es malo?

“QUIEN pone un asunto al descubierto, se convierte en enemigo de la gente”, se dice en África occidental. Eso es lo que le ocurrió a Olu cuando acusó a su hermano mayor de haber cometido incesto con su hermana. “¡Mientes!”, le gritó su hermano. Luego lo golpeó brutalmente, lo echó de la casa familiar y quemó toda su ropa. Los aldeanos apoyaron al hermano mayor. Como ya no era bienvenido en la aldea, Olu tuvo que marcharse. Solo cuando se vio que la muchacha estaba embarazada, la gente se dio cuenta de que Olu había dicho la verdad. El hermano confesó, y volvieron a aceptar a Olu. La situación pudo haber sido bastante distinta. Olu pudo terminar asesinado.

Desde luego, no es probable que quienes no aman a Jehová agradezcan que se ponga al descubierto su error. La tendencia de los seres humanos pecadores es oponerse a la corrección y resentirse con quien la da. (Compárese con Juan 7:7.) No es sorprendente que muchos se queden completamente mudos cuando hay que revelar las malas acciones de otras personas a quienes tienen la autoridad para corregirlas.

Reconozcamos el valor de la corrección

El pueblo de Jehová, en cambio, tiene una actitud distinta con respecto a la corrección. Las personas piadosas agradecen profundamente la provisión de Jehová para ayudar a quienes yerran dentro de la congregación cristiana. Reconocen que esa disciplina es una expresión de su bondad amorosa. (Hebreos 12:6-11.)

Este hecho puede ilustrarse mediante un incidente de la vida del rey David. Aunque fue un hombre justo desde su juventud, en una ocasión incurrió en un mal grave. Primero, cometió adulterio. Luego, al tratar de ocultar su error, se encargó de que muriera el esposo de la mujer.

Pero Jehová reveló el pecado de David al profeta Natán, quien con valor le planteó la cuestión cara a cara. Utilizó la impactante ilustración de un rico que tenía muchas ovejas, pero se había apoderado de la única cordera que tenía un pobre, su preciado animal de compañía, y la había sacrificado para agasajar a un amigo; entonces, preguntó a David qué debería hacerse al rico. David, que había sido pastor, se indignó y se encolerizó. Dijo: “¡El hombre que hizo esto merece morir!”. Natán entonces aplicó la ilustración a David: “¡Tú mismo eres el hombre!”. (2 Samuel 12:1-7.)

David no se encolerizó con Natán; tampoco trató de defenderse ni le recriminó nada. Por el contrario, la reprensión de Natán conmovió profundamente su conciencia. Herido en el corazón, confesó: “He pecado contra Jehová”. (2 Samuel 12:13.)

El que Natán pusiera al descubierto el pecado de David y la posterior reprensión de parte de Dios trajo buenos resultados. Si bien a David no se le protegió de las consecuencias de su mala acción, se arrepintió y se reconcilió con Jehová. ¿Qué pensó David de esta reprensión? Escribió: “Si me golpeara el justo, sería una bondad amorosa; y si me censurara, sería aceite sobre la cabeza, que mi cabeza no querría rehusar”. (Salmo 141:5.)

También en nuestros días, los siervos de Jehová pueden llegar a caer en un pecado grave, incluso quienes han sido fieles durante muchos años. Puesto que reconocen que los ancianos pueden ayudarlos, la mayoría toma la iniciativa de acudir a ellos en busca de ayuda. (Santiago 5:13-16.) Pero a veces el pecador quizá intente ocultar el pecado, como hizo el rey David. ¿De qué manera deberíamos actuar si llegáramos a enterarnos de que se ha cometido un mal grave en la congregación?

¿De quién es la obligación?
Cuando los ancianos saben de un mal grave, abordan a la persona implicada para darle la ayuda y la corrección necesarias. Es su obligación juzgar a tales personas dentro de la congregación cristiana. Se mantienen vigilantes con respecto a la condición espiritual de esta, y ayudan y amonestan a todo el que da un paso imprudente o incorrecto. (1 Corintios 5:12, 13; 2 Timoteo 4:2; 1 Pedro 5:1, 2.)

Ahora bien, ¿qué ocurre si no somos ancianos y nos enteramos de que otro cristiano ha cometido un mal grave? Las pautas se encuentran en la Ley que Jehová dio a la nación de Israel. Esta decía que si una persona era testigo de acciones apóstatas, sedición, asesinato u otros delitos graves, tenía el deber de informarlo y testificar sobre lo que sabía. Levítico 5:1 dice: “Ahora bien, en caso de que peque un alma por cuanto ha oído maldecir en público y es testigo, o lo ha visto o ha llegado a saber de ello, si no lo informa, entonces tiene que responder por su error”.

”En caso de que tu hermano, el hijo de tu madre, o tu hijo o tu hija o tu esposa estimada o tu compañero que es como tu propia alma, tratara de atraerte en secreto, diciendo: ‘Vamos y sirvamos a otros dioses’, que tú no has conocido, ni tú ni tus antepasados, algunos de los dioses de los pueblos que están todo en derredor de ustedes, los cercanos a ti o los lejanos de ti, desde un extremo del país hasta el otro extremo del país, no debes acceder a su deseo ni escucharle, ni debe tu ojo sentirse apenado por él, ni debes sentir compasión, ni cubrirlo protectoramente" (Deuteronomio 13: 6 al 8)

Por fin se halló escrito lo que Mardoqueo había informado acerca de Bigtana y Teres, dos oficiales de la corte del rey, guardas de la puerta, que habían tratado de echar mano al rey Asuero. (Ester 6:2)
El que es socio de un ladrón odia su propia alma. Quizás oiga un juramento que envuelve una maldición, pero no informa nada. (Proverbios 29:24.)

Aunque hoy los cristianos no estamos bajo la Ley mosaica, podemos guiarnos por sus principios subyacentes. (Salmo 19:7, 8.) Por tanto, ¿qué deberíamos hacer si nos enteráramos de que un compañero cristiano ha cometido un mal grave?

Cómo obrar

En primer lugar, es importante que exista una razón válida para creer que realmente ha habido un mal grave. “No llegues a ser testigo contra tu semejante sin base —dijo el sabio—. Entonces tendrías que ser tonto con tus labios.” (Proverbios 24:28.)

Tal vez decidamos ir directamente a los ancianos. No está mal hacerlo, aunque por lo general el proceder más amoroso es abordar a la persona implicada. Quizá los hechos no sean lo que parecen. O puede que los ancianos ya estén tratando la situación. Hable calmadamente del asunto con la persona. Si sigue habiendo razón para creer que se ha cometido un mal grave, anímela a pedir ayuda a los ancianos y explíquele por qué es sabio hacerlo. No hable a otros del asunto, pues estaría chismeando.

En caso de que la persona no lo informe a los ancianos en un período razonable, entonces nosotros debemos hacerlo. Luego, uno o dos ancianos hablarán del asunto con el acusado. Los ancianos tienen que “escudriñar e investigar e inquirir cabalmente” para asegurarse de que se ha cometido un mal. Si es así, se ocuparán del caso conforme a las directrices bíblicas. (Deuteronomio 13:12-14.)
Se requieren al menos dos testigos para probar la acusación de que ha cometido un pecado. (Juan 8:17; Hebreos 10:28.)

Si la persona lo niega y solo se cuenta con nuestro testimonio, se deja el caso en manos de Jehová. (1 Timoteo 5:19, 24, 25.) Se actúa así sabiendo que todas las cosas están “abiertamente expuestas” a Jehová y que si la persona es culpable, con el tiempo sus pecados la ‘alcanzarán’. (Hebreos 4:13; Números 32:23.)
Ahora bien, supongamos que la persona niega la acusación y que somos los únicos testigos en su contra. ¿Nos arriesgamos entonces a que se nos acuse de calumnia? No, a menos que hayamos hablado del asunto con quienes no tienen nada que ver en él.

No es calumnia informar de las condiciones que afectan a la congregación a quienes tienen la autoridad y el deber de supervisar y corregir los asuntos. De hecho, está en armonía con nuestro deseo de hacer siempre lo que es correcto y leal.

de concedernos, después de haber sido librados de la mano de nuestros enemigos, el privilegio de rendirle servicio sagrado sin temor, con lealtad y justicia delante de él todos nuestros días.
(Lucas 1:74, 75.)

Cómo mantener la santidad en la congregación

Una razón para denunciar el mal es que sirve para conservar la limpieza de la congregación. Jehová es un Dios limpio, santo. Requiere que todos los que lo adoren sean limpios espiritual y moralmente. Su Palabra inspirada amonesta: “Como hijos obedientes, dejen de amoldarse según los deseos que tuvieron en otro tiempo en su ignorancia, y más bien, de acuerdo con el Santo que los llamó, háganse ustedes mismos santos también en toda su conducta, porque está escrito: ‘Tienen que ser santos, porque yo soy santo’”. (1 Pedro 1:14-16.)

Las personas que practican la inmundicia u otro tipo de maldad pueden contaminar toda una congregación y traerle la desaprobación de Jehová, a menos que se tome acción para corregirlas o echarlas. (Compárese con Josué, capítulo 7.)

Las cartas del apóstol Pablo a la congregación cristiana de Corinto indican que la denuncia de un pecado sirvió para que el pueblo de Dios de esa ciudad se limpiara. En la primera carta Pablo escribió: “De hecho, se informa que hay fornicación entre ustedes, y tal fornicación como ni siquiera la hay entre las naciones: que cierto hombre tiene la esposa de su padre”. (1 Corintios 5:1.)

La Biblia no nos dice quién dio el informe al apóstol. Puede ser que Pablo se enterara de la situación por Estéfanas, Fortunato y Acaico, que habían viajado de Corinto a Éfeso, donde se encontraba Pablo. Este también había recibido una carta de la congregación cristiana de Corinto, en la que le pedían información. Fuera cual fuese la fuente del informe, una vez que un testigo confiable denunció la situación a Pablo, él podía dar la dirección necesaria. “Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes”, escribió. El hombre fue expulsado de la congregación. (1 Corintios 5:13; 16:17, 18.)

¿Produjo buenos resultados la instrucción que dio Pablo? Por supuesto que sí. Por lo visto, el pecador entró en razón. En la segunda carta a los corintios, Pablo instó a la congregación a ‘perdonar bondadosamente y consolar’ al hombre arrepentido. (2 Corintios 2:6-8.) De modo que el que se informara del mal cometido llevó a que se tomaran medidas, lo que resultó en la limpieza de la congregación y en que recuperara el favor de Dios una persona que había dañado su relación con él.

Encontramos otro ejemplo en la primera carta de Pablo a la congregación cristiana de Corinto. En esta ocasión el apóstol da el nombre de los testigos que habían denunciado el asunto. Escribió: “Se me hizo saber acerca de ustedes, hermanos míos, por los de la casa de Cloe, que existen disensiones entre ustedes”. (1 Corintios 1:11.)

Pablo sabía que esta disensión, junto con que se diera honra indebida a ciertos hombres, había originado una actitud sectaria que amenazaba con romper la unidad de la congregación. Por tanto, motivado por un profundo interés en el bienestar espiritual de sus compañeros de creencia corintios, Pablo obró con rapidez y escribió consejo correctivo a la congregación.

Hoy día, la gran mayoría de los hermanos y las hermanas de las congregaciones por toda la Tierra se esfuerzan mucho por conservar la limpieza espiritual de la congregación, manteniendo individualmente la aprobación de Dios. Algunos sufren por ello; otros hasta han muerto por guardar integridad. No cabe duda de que tolerar u ocultar la maldad indicaría falta de aprecio por ese empeño.

Ayuda para quienes yerran

¿Por qué algunos que han cometido un pecado grave no abordan a los ancianos de la congregación? Muchas veces es porque no están al tanto de los beneficios de acudir a ellos. Algunos creen erróneamente que si confiesan, sus pecados se expondrán a toda la congregación. Otros se engañan en cuanto a la gravedad de su proceder. Y por último hay quienes creen que pueden reajustarse sin la ayuda de los ancianos.

Pero esos pecadores necesitan la ayuda amorosa de los ancianos de la congregación. Santiago escribió: “¿Hay alguno enfermo entre ustedes? Que llame a sí a los ancianos de la congregación, y que ellos oren sobre él, untándolo con aceite en el nombre de Jehová. Y la oración de fe sanará al indispuesto, y Jehová lo levantará. También, si hubiera cometido pecados, se le perdonará”. (Santiago 5:14, 15.)

¡Qué maravillosa provisión para ayudar a quienes yerran a recuperar su espiritualidad! Al aplicar el balsámico consejo de la Palabra de Dios y orar a favor de los enfermos espiritualmente, los ancianos pueden ayudarlos a recuperarse de sus caminos erróneos. Así, en lugar de sentirse condenados, los que se arrepienten suelen sentirse refrescados y aliviados cuando hablan con ancianos amorosos. Un joven de África occidental había cometido fornicación y había ocultado su pecado durante algunos meses. Después que su pecado salió a la luz, dijo a los ancianos: “Cuánto me gustaría que alguien me hubiera preguntado sobre mi relación con esa chica. Me alivia tanto confesarlo”.

Cuando me quedé callado, se me gastaron los huesos por mi gemir todo el día.
Porque día y noche tu mano estaba pesada sobre mí.
La humedad de mi vida se ha cambiado como en el calor seco del verano.
Por fin te confesé mi pecado, y no encubrí mi error.
Dije: “Haré confesión acerca de mis transgresiones a Jehová”.
Y tú mismo perdonaste el error de mis pecados.
(Salmo 32:3-5.)

Un acto de amor basado en principios

Los siervos bautizados de Dios han “pasado de muerte a vida”. (1 Juan 3:14.) Pero si cometen un pecado grave, vuelven al camino de la muerte. Si no se les ayuda, pueden llegar a endurecerse en la maldad, y no desear arrepentirse ni volver a la adoración del Dios verdadero. (Hebreos 10:26-29.)

Denunciar un pecado es un acto de verdadero interés por el pecador. Santiago escribió: “Hermanos míos, si alguno de entre ustedes se deja extraviar de la verdad y otro lo hace volver, sepan que el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará su alma de la muerte y cubrirá una multitud de pecados”. (Santiago 5:19, 20.)

Entonces, ¿por qué denunciar lo que es malo? Porque produce buenos resultados. En realidad, informar de un pecado es un acto de amor cristiano basado en principios: amor a Dios, a la congregación y al pecador. Si todos los miembros de la congregación mantienen lealmente las normas justas de Dios, él bendecirá abundantemente a la congregación en conjunto. El apóstol Pablo escribió: “Él [Jehová] también los hará firmes hasta el fin, para que no estén expuestos a ninguna acusación en el día de nuestro Señor Jesucristo”. (1 Corintios 1:8.)

Articulo de la revista "La Atalaya" del 15 de agosto de 1997, publicada por los Testigos de Jehová; pueden descargarse mas articulos de la pagina oficial en audio y pdf.

Dios no muestra favoritismo

Analiza la escena (Lee Hechos 10:1-35, 44-48).


Describe como te imaginas a Cornelio.

Cornelio era un oficial de alto rango en el ejercito Romano (tenia personas a su cargo), fisicamente debia ser alguien imponente, curtido por las guerras en las que habia participado. Pero no por eso era una persona dura: tenia buena reputacion entre los judios y era temeroso de Jehová.

En los versıculos 3 a 6 se narra la conversacion de un angel con Cornelio. ¿Que crees que sintio Cornelio en ese momento?

Debio sentirse privilegiado y a la vez temeroso, aun asi demostro fe al obedecer al angel y buscar a Pedro sin dudar nada. 

¿Como te imaginas la conversacion que, segun los versıculos 7 y 8, tuvo despues Cornelio con sus sirvientes?

Mostro alegría pues se sentia dichoso de que a pesar de no ser judio, un angel de Jehová le dijera que sus hechos le daban valor ante los ojos de Dios y que las escrituras le iban a ser abiertas. Por eso quiso compartirlo con toda su casa incluidos sus sirvientes, tambien entendio que debia seguir el ejemplo de Jehová de tomar en cuenta a todos.

¿Por que crees que Pedro pudo entender la vision descrita en los versıculos 10 a 16? (Una pista: En el versıculo 14 se menciona un rasgo clave de la cultura de Pedro.)


Al principio se muestra desconcertado porque no logra comprender el significado, pero señala que era obediente a la ley y a la palabra de Jehová aunque no la entendiera totalmente; eso demuestra humildad de parte de Pedro para dejarse instruir.

Fıjate en el versıculo 25, donde se describe a Cornelio recibiendo a Pedro. ¿Que cualidad demostro Cornelio? ¿Por que es raro que alguien de su posicion se comporte ası? (Una pista: Repasa el versıculo 1.)

Al igual que Pedro, Cornelio demostro humildad. Pues como oficial del ejercito estaba acostumbrado a mandar.

Averigua cuantos soldados formaban la seccion de la banda italiana que dirigıa Cornelio.
Es probable que fuera una cohorte, denominada así para distinguirla de las legiones romanas regulares. Cuando estaba al completo, una cohorte constaba de unos seiscientos hombres, es decir, más o menos una décima parte del tamaño de una legión. Según se deduce de su nombre, esta cohorte probablemente estaba formada por voluntarios alistados en Italia que tenían ciudadanía romana, bien por haber nacido libres o por ser libertos.

¿Que tuvo de especial la conversion de Cornelio al cristianismo? 

A pesar de que los Judios hablaban bien de él, Cornelio no era un proselito, pues no habia sido circuncidado; tanto el como los que recibieron espiritu santo en esa ocasión eran totalmente gentiles, es decir no eran ni judios, ni proselitos; eran gente comun de las naciones. Por lo que para que una persona fuera cristiana y recibiera el llamado no era necesario que se convirtiera al judaismo.

Aprovecha la información.
Anota lo que aprendiste sobre...

... lo utiles que son los ejemplos y las comparaciones.


Imitamos a Jehová. Pues Él explica verdades profundas a humanos imperfectos, y al igual que Jesucristo utiliza ejemplos e ilustraciones para llegar al corazón, no son simples historias para entretener, pues aquellos que no estan listos para escuchar no buscaran el significado, los humildes y hambrientos en sentido espiritual se esforzaran por aprovechar el conocimiento para aplicarlo en su vida. Los ejemplos y comparaciones son herramientas que utiliza el esclavo fiel para enseñar y ayudar a los estudiantes para llegar a la madurez.

... la manera como Dios ve a todas las personas.

En la palabra de Jehová se nos explica que esta dispuesto a perdonar nuestros errores y dar la oportunidad de ser parte de su pueblo a gente de toda clase, antecedente o nación. Por supuesto esto no significa que una vez que conocemos a Dios ya no hay que hacer nada. Por el contrario tenemos una lucha contra las fuerzas espirituales inicuas. Pero no se nos deja a solas, tenemos muchas ayudas: la palabra de Jehová que escribio en la BIblia, el espiritu santo, el ejemplo y fortaleza de nuestro Señor Jesucristo, los angeles, los ungidos, el esclavo fiel y nuestra hermandad.

... como puedes imitar a Dios y no mostrar
favoritismo.


En este mundo se da mucha importancia a la posicion social, economica, edad o a la apariencia fisica, no debe ser así en la congregación pues todos vamos tras la misma meta; sin embargo el aire de este mundo puede influir en nuestro trato hacia las personas interesadas o en el servicio, podemos y debemos imitar a nuestro Señor Jesucristo quien hablaba con gente de toda condición.

Respuestas personales basadas en "actividades para estudiar la Biblia" que consta de un cuestionario descargable en formato pdf.