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lunes, 17 de febrero de 2014

“El amor que tenías al principio” (Primera parte)

“Tengo esto contra ti: que has dejado el amor que tenías al principio. Por lo tanto recuerda de qué es que has caído, y arrepiéntete.” (REVELACIÓN 2:4, 5.)

¿ES USTED un testigo de Jehová con muchos años de servicio fiel? Si lo es, ¿cómo se sentiría usted si alguien a quien usted respetara muchísimo le hablara de dicha manera? ¿Se resentiría usted, o pensaría que él ha cometido un error y que se ha equivocado al dirigirse a usted?

Pues bien, hace unos 1.900 años dichas palabras fueron dirigidas a la congregación (eclesia) de Éfeso, Asia Menor, en un mensaje que le dirigió nada menos que el resucitado Jesucristo. Sus palabras tienen que haber causado conmoción en aquella congregación.

 
Los cristianos de Éfeso habían aguantado en el nombre de Jesús y habían resistido la influencia de los apóstatas por más de 40 años (Hechos 18:18, 19; Efesios 1:1, 2). Jesús les dijo: “Conozco tus hechos, y tu labor y perseverancia, y que no puedes soportar a hombres malos, y que pusiste a prueba a los que dicen ser apóstoles, pero no lo son, y los hallaste mentirosos” (Revelación 2:2).
 


Todavía estaban “en la verdad”, como solemos decir. Entonces, ¿cuál era el problema?
Habían perdido ‘el amor que una vez habían tenido’. Ya no servían como al principio, con el mismo fervor de amor cristiano a Jehová. En consecuencia, habían aflojado el paso. Por eso, Jesús les advirtió: “Recuerda de qué es que has caído, y arrepiéntete y haz los hechos de antes”. (Revelación 2:5.)

Esto encierra una advertencia para todos los siervos de Jehová hoy día. Es patente que hasta los que tienen mucha experiencia como cristianos activos pueden llegar a enfriarse. En lo exterior quizás todavía parezcan firmes, pero en su interior quizás hayan perdido el amor profundo que en un tiempo le tenían a Jehová. En una carta a los corintios, Pablo advirtió: “El que piensa que está en pie, cuídese que no caiga” (1 Corintios 10:12). Para ayudarnos a este respecto, veamos cómo los efesios adquirieron su amor y cómo se les ayudó a mantenerlo.

El cristianismo en Éfeso
En el primer siglo de nuestra era común la ciudad de Éfeso era una metrópolis rica y bulliciosa, además de ser el centro de una floreciente adoración a la diosa pagana Artemis (o Diana). La enseñanza de que Jesús era el Mesías de Jehová se oyó por primera vez en aquella ciudad a más tardar en el año 52 E.C., cuando Pablo llegó allí desde Corinto junto con Aquila y Priscila. Pablo mismo no pudo quedarse en la ciudad, pero Aquila y Priscila sí pudieron. Cuando un sobresaliente orador llamado Apolos comenzó a enseñar “con exactitud” acerca de Jesús, esta pareja cristiana le ayudó a aclarar los conceptos erróneos que él tenía sobre el bautismo. Apolos continuó progresando y se convirtió en un ferviente trabajador en la congregación del primer siglo. (Hechos 18:24-28.)

Algunos meses más tarde, Pablo regresó a Éfeso y halló un grupo de unos 12 discípulos que habían sido bautizados en el bautismo de Juan. En respuesta a las palabras de Pablo se volvieron a bautizar. Entonces, por tres meses Pablo predicó en la sinagoga. Pero debido a la indiferencia de la mayoría de los judíos, Pablo y los nuevos discípulos se mudaron a la sala de conferencias de la escuela de Tirano, y allí Pablo comenzó a pronunciar discursos diariamente. (Hechos 19:8-10.)

Entonces comenzó un período de vigorosa actividad en Éfeso. Jehová ejecutó obras poderosas de curación mediante Pablo. Las personas se curaban con solamente tocar las prendas de vestir de él; además, el mensaje que predicaba se esparció por toda aquella región (Hechos 19:11-17). En una carta que escribió en aquel entonces, Pablo dijo lo siguiente a la congregación de Corinto, que se hallaba al otro lado del mar Egeo: “Mas permanezco en Éfeso hasta la fiesta del Pentecostés; porque una puerta grande que conduce a la actividad se me ha abierto, pero hay muchos opositores”. (1 Corintios 16:8, 9.)

Pablo permaneció en Éfeso por más de dos años. Muchas personas aprendieron acerca del amor extraordinario que Jehová había mostrado al enviar a su hijo unigénito para que todos los que ejercieran fe alcanzaran la vida eterna. Aceptaron la verdad y expresaron amor intenso por Jehová y por su Hijo.

Personas que habían practicado artes mágicas “juntaron sus libros y los quemaron delante de todos. Y calcularon en conjunto los precios de ellos y hallaron que valían cincuenta mil piezas de plata. Así de una manera poderosa la palabra de Jehová siguió creciendo y prevaleciendo” (Hechos 19:19, 20). ¡Imagínese el gran testimonio que se dio!
 

La intensidad del amor de los efesios fue sometida a prueba pronto. En Éfeso, muchos plateros ganaban una gran cantidad de dinero haciendo templetes de Artemis. Uno de ellos, llamado Demetrio, consideró que la joven congregación cristiana era una amenaza a la subsistencia de los plateros, y por eso pronunció un discurso que enardeció a sus compañeros de profesión y provocó un motín.

La vida de los cristianos se halló en peligro hasta que el registrador de la ciudad calmó a la muchedumbre (Hechos 19:23-41). Puede que los cristianos hallan tenido otras pruebas semejantes a éstas que no estén registradas en la Biblia, puesto que el apóstol Pablo hace alusión a haber ‘peleado con bestias salvajes en Éfeso’ (1 Corintios 15:32). Sin embargo, el amor fervoroso que los efesios sentían por Jehová los ayudó a perseverar.


Artículo publicado en la revista "La Atalaya" del 01 de Junio de 1984. Para leer mas acerca de la vida de los primeros Cristianos lea el libro "Testimonio cabal" del Reino de Dios, también disponible en audiolibro.
El hombre es una infinitamente pequeña copia de Dios. Bastante gloria es ésta para el hombre. A pesar de mi insignificancia, reconozco que Dios está en mí.
 
Victor Hugo
 
Si sigues buscando esto como a la plata, y como a tesoros escondidos sigues en busca de ello, en tal caso entenderás el temor de Jehová, y hallarás el mismísimo conocimiento de Dios. Porque Jehová mismo da la sabiduría; procedentes de su boca hay conocimiento y discernimiento.
(Proverbios 2: 4 al 6)