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viernes, 11 de abril de 2014

El 14 de Nisán, un día para recordar

“Sigan haciendo esto en memoria de mí.”
(1 CORINTIOS 11:24.)
“¡COBREN ánimo! yo he vencido al mundo.” Con estas palabras de ánimo y estímulo, Jesús fortaleció a sus 11 apóstoles fieles la noche antes de que él muriera. ¡Jesús había resultado ser vencedor del mundo! Había logrado oponer resistencia a todo intento de su Adversario, Satanás el Diablo, por quebrantar su lealtad a Jehová. Y ahora que se encaraba a la muerte en un madero de tormento dentro de unas cuantas horas, tenía confianza en que mantendría su derrotero de integridad fiel hasta lo último. (Juan 16:33; Hebreos 12:2.)

Este acontecimiento de importancia universal tuvo lugar hace mil novecientos cincuenta y dos años, el día 14 de Nisán, el primer mes lunar del calendario sagrado judío. Los devotos seguidores de las pisadas de Jesús nunca habrían de olvidar aquel día. Para asegurarse de que sus seguidores leales nunca pasaran por alto el significado de lo que entonces iba a suceder, Jesús instituyó una cena conmemorativa especial, que el apóstol Pablo describió como “la cena del Señor”. Bajo inspiración divina, Pablo relata que en aquella ocasión Jesús mandó a sus discípulos que entonces estaban presentes: “Sigan haciendo esto en memoria de mí” (1 Corintios 11:20, 24). Si usted tiene interés en ser uno de los seguidores de Jesús, ¿comprende usted por qué dio él ese mandato, qué obligación pone éste sobre sus hombros, y qué puede significar para su porvenir?

Un día memorable

Aquélla no era la primera vez en la historia de la humanidad que el 14 de Nisán se había apartado como un día para recordar. En 1513 a. de la E.C., Jehová, mediante su siervo Moisés, mandó a los israelitas: “Este día [14 de Nisán] tiene que servirles de memorial, y tienen que celebrarlo como fiesta a Jehová durante todas sus generaciones”. ¿Qué dio origen a la celebración de aquel entonces? Jehová mismo respondió: “Es el sacrificio de la pascua a Jehová, que pasó por alto las casas de los hijos de Israel en Egipto cuando plagó a los egipcios”. (Éxodo 12:14, 27.)

Aquella impresionante liberación en Egipto de todo primogénito israelita, tanto de hombre como de bestia, tuvo lugar aquella noche del 14 de Nisán. Era la culminación de nueve golpes anteriores contra los dioses demoníacos que adoraban los egipcios, y recalcó el propósito que Jehová había declarado anteriormente al altanero Faraón: “En realidad, por esta causa te he mantenido en existencia, a fin de mostrarte mi poder y para que mi nombre sea declarado en toda la tierra”.

Algunos días después, el nombre y el poder de Jehová se manifestaron a un grado mayor cuando él liberó a millones de israelitas y a una gran compañía mixta en el mar Rojo, mientras ahogó a la flor y nata de los ejércitos de Faraón. ¡No es de extrañar que Moisés y los hijos de Israel hayan cantado: “Cante yo a Jehová, porque se ha ensalzado soberanamente”! (Éxodo 9:16; 15:1.)

Después que se establecieran en la tierra prometida a su antepasado Abrahán, los israelitas habían de celebrar la Pascua en escala nacional una vez al año en Jerusalén, conforme al mandato de Deuteronomio 16:1-8. Así, Jehová hizo arreglos para que el 14 de Nisán siempre sobresaliera en la mente de su pueblo típico. ¿Cuál sería el propósito? El 14 de Nisán había de ser un día para ensalzar el nombre de Jehová, para recordar sus grandes actos de liberación. De modo que, siglos después, el significado de la Pascua estaría en primer lugar en el corazón y el pensamiento de los padres de Jesús, quienes —se nos dice—, “acostumbraban ir de año en año a Jerusalén para la fiesta de la pascua”. Según la costumbre judía, su hijo Jesús estaría con ellos. (Lucas 2:41, 42.)

Después del bautismo de Jesús en el Jordán y el comienzo de su ministerio, él probablemente continuaría celebrando la Pascua con María, su madre terrestre, y los hijos de ella, sus medio hermanos. Sin embargo, para el 14 de Nisán de 33 E.C., Jesús hizo arreglos para celebrar la fiesta con sus 12 apóstoles. El registro de Lucas nos dice cuál era el parecer de Jesús respecto a aquella ocasión: “¡Cuánto he querido celebrar con ustedes esta cena de Pascua antes de mi muerte!” (Lucas 22:15, Versión Popular).

¿Por qué tenía Jesús tantos deseos de celebrarla? Debido a que sabía el significado de los acontecimientos que iban a tener lugar dentro de poco en aquel día memorable que había comenzado con la puesta del Sol. Jesús también sabía que aquellos acontecimientos eclipsarían por mucho a los que habían sucedido allá en 1513 a. de la E.C. Ensalzarían el nombre de Jehová más que nunca antes y colocarían el fundamento para la bendición final de todas las familias de la Tierra. Además, él tenía mucho que decir a sus discípulos antes de morir, a fin de infundirles ánimo para que siguieran siendo sus seguidores leales. Los registros detallados de los Evangelios nos permiten escuchar, por decirlo así, lo que Jesús dijo y presenciar lo que hizo. (Juan 12:31; 17:26.)

¿Qué sucedió? ¿Qué significó?


Mientras la cena estaba en progreso, Jesús se levantó y lavó los pies de sus discípulos; así dio un ejemplo perfecto de humildad. Entonces Jesús dijo: “Uno de ustedes me traicionará”. Poco después se volvió a Judas y dijo: “Lo que haces hazlo más pronto”. El registro de Juan relata: “[Él] salió inmediatamente. Y era de noche” (Juan 13:21, 27, 30). Fue después de esto cuando Jesús instituyó la Conmemoración de su muerte.

Oigamos cómo Mateo, testigo ocular, describe lo que sucedió: “Mientras todavía comían, Jesús tomó un pan y, después de decir una bendición, lo partió y, dándoselo a los discípulos, dijo: ‘Tomen, coman. Esto significa mi cuerpo.’ También, tomó una copa y, habiendo dado gracias, se la dio a ellos, diciendo: ‘Beban de ella, todos ustedes; porque esto significa mi “sangre del pacto,” que ha de ser derramada a favor de muchos para perdón de pecados. Pero les digo, que de aquí en adelante de ningún modo beberé yo de este producto de la vid hasta aquel día en que lo beba nuevo con ustedes en el reino de mi Padre.’ Por último, después de cantar alabanzas, salieron al monte de los Olivos”. (Mateo 26:26-30; véase también Marcos 14:22-26; Lucas 22:19, 20, y 1 Corintios 11:23-26.)

¿Cuál fue el significado cabal de lo que Jesús dijo e hizo en aquella ocasión? Pablo dio énfasis a la importancia de que todos los seguidores ungidos de Cristo comprendieran esto, cuando dijo: “Por consiguiente, cualquiera que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente será culpable con respecto al cuerpo y la sangre del Señor”. Sin duda, ninguno de los ungidos querría ser ‘indigno’ a los ojos de Jehová, lo cual resultaría en recibir Su juicio adverso. Además, los de la “grande muchedumbre” deberían querer que se les considere dignos compañeros del resto ungido. Así, puesto que se acerca otra celebración de la Conmemoración, es oportuno que todos juntos examinemos de nuevo este asunto detalladamente. (1 Corintios 11:27.)

Jesús dijo: “Esto significa mi cuerpo”. Al decir estas palabras, Jesús dio un significado especial al pan... éste era símbolo del propio cuerpo carnal sin pecado que Jesús dio “a favor de la vida del mundo” (Juan 6:51). De igual manera, cuando dijo respecto a la copa de vino: “Esto significa mi ‘sangre del pacto,’ [...] derramada [...] para perdón de pecados”, estaba utilizando el vino fermentado de la copa como símbolo de su propia sangre. Esta sangre iba a ser la base para poner en vigor “un nuevo pacto”. Su sangre derramada iba a ser también un medio de proveer “perdón de pecados”. (Mateo 26:28; Jeremías 31:31-33; Hebreos 9:22.)

En realidad, a medida que examinamos el significado cabal de las palabras que Jesús dijo en aquel memorable día, se nos recuerda enérgicamente el amor de Jehová al proveer a su amado Hijo. También se nos recuerda el amor de Jesús al dar su vida como rescate para toda la humanidad creyente (Juan 3:16; Romanos 5:8; 1 Timoteo 2:5, 6). No obstante, hay otras verdades preciadas que Jesús consideró con sus seguidores aquella noche. De los escritores de la Biblia, solo el apóstol Juan registra esta conversación muy íntima.

Gloria, amor y unidad


Jesús dijo: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado con respecto a él” (Juan 13:31). Desde que Israel fue liberado de Egipto, el 14 de Nisán ha estado relacionado con la vindicación del nombre de Dios, Su soberanía y Su poder. Ahora, después que Jesús había probado su fidelidad hasta la muerte y, subsiguientemente, había experimentado una resurrección gloriosa mediante el poder de Dios, se estaba dando aún más honra y gloria al nombre de Dios. (Compárese con Proverbios 27:11.)

Jesús dijo a sus discípulos que ellos darían prueba de que eran sus discípulos si guardaban “un nuevo mandamiento”, el de ‘amarse unos a otros tal como él los había amado’ (Juan 13:34, 35). La profundidad de nuestro amor fraternal es un reflejo de nuestro aprecio por el amor que Jesús expresó para con nosotros en aquel entonces. (1 Juan 4:19.)

La esperanza de algún día vivir en un hogar celestial es parte del gozo que se pone delante de los que han sido escogidos para ser cogobernantes con Cristo (Revelación 20:6). Jesús presenta esta esperanza al decir: “Voy a preparar un lugar para ustedes. [...] Vengo otra vez y los recibiré en casa a mí mismo” (Juan 14:2-4). ¡Qué acogida les espera en su hogar a todos los que permanezcan fieles hasta el fin! Por consiguiente, Jesús aconseja: “Si ustedes me aman, observarán mis mandamientos”. Esto significa todos sus mandamientos, incluso el mandato de enseñar y hacer discípulos. (Juan 14:15, 21; Mateo 28:19, 20.)

¡Cuán importante es que los seguidores de Jesús estén unidos con él y entre sí! Jesús utiliza la ilustración de una vid y sus ramas para subrayar este hecho. La unidad resulta en que se lleve fruto, y esto, a su vez, glorifica al Padre (1 Corintios 1:10; Juan 15:1, 5, 8). Todos los seguidores de Jesús se encaran a persecución y oposición. Pero ¡cuánto fortalece la fe el saber que Jesús mantuvo su integridad como vencedor del mundo a pesar de todos los ataques de Satanás! (Juan 15:18-20; 16:2, 33.)

Jesús termina la noche con una oración sincera a su Padre. La glorificación de su Padre ocupa el primer lugar en su petición. Él ora para que sus seguidores sean protegidos del inicuo, Satanás, mientras permanecen separados del mundo. Y también ora para que la misma unidad amorosa que existe entre él y el Padre pueda continuar creciendo entre los cada vez más numerosos seguidores de sus pisadas. (Juan, capítulo 17.)

Hemos considerado solo unas cuantas de las verdades y los pensamientos preciados que Jesús compartió con sus discípulos aquella noche, pero no hay duda de que nos ayudan a entender por qué el 14 de Nisán es ciertamente un día para recordar. No es de extrañar, que los testigos de Jehová y sus amistades hayan visto la importancia de reunirse para observar la Cena del Señor. La vasta mayoría de los testigos de Jehová hoy día se consideran parte de la “grande muchedumbre” que está de pie “delante del trono y delante del Cordero”. Esperan con anhelo vivir en el planeta Tierra como su hogar eterno, y no en los cielos, donde los 144.000 “gobernarán como reyes con [Cristo] por los mil años”. (Revelación 7:9; 20:6; Salmo 37:11.)

Artículo publicado en la revista "La Atalaya"del 15 de Febrero de 1985; editada por los testigos de Jehová. Para complementar el tema lea: "¿Cómo nos ha beneficiado la muerte de Jesús?