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miércoles, 2 de octubre de 2013

El día de Jehová: un tema importantísimo

Capítulo 3

“EL GRAN día de Jehová está cerca. Está cerca, y procede a apresurarse muchísimo.” (Sofonías 1:14.)

En múltiples ocasiones, los profetas de Dios anunciaron que se avecinaba ese día, indicaron las consecuencias de este hecho en la vida, los principios y la conducta de la gente. En todas sus proclamaciones se manifestaba un tono de urgencia. Si usted hubiera vivido en aquel tiempo ¿cuál habría sido su reacción?

Al leer los libros de los doce profetas: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías; verá que todos hablaron directa o indirectamente del día de Jehová. Repasemos primero el tema que aparece vez tras vez en sus escritos: el día de Jehová. Seis de los doce utilizaron esta misma expresión u otra muy semejante. Así, Joel pintó con mucha viveza el “día de Jehová, grande e inspirador de temor” (Joel 1:15; 2:1, 2, 30-32). Amós pidió a los israelitas que se prepararan para encontrarse con su Dios, pues el día de Jehová sería tenebroso (Amós 4:12; 5:18). Años después, Sofonías pronunció las palabras citadas en el párrafo anterior. Y cuando se aproximaba la destrucción de Jerusalén, Abdías dio esta advertencia: “El día de Jehová contra todas las naciones está cerca” (Abdías 15).

Los dos profetas que Jehová envió a los judíos que regresaron del exilio utilizaron expresiones parecidas. Así, Zacarías habló del día en que serían aniquiladas las naciones que se lanzaran contra Jerusalén y describió de forma muy gráfica lo que ocurriría en el “día que es conocido como perteneciente a Jehová” (Zacarías 12:9; 14:7, 12-15). Y Malaquías, por su parte, alertó al pueblo de Dios sobre la venida del “día de Jehová, grande e inspirador de temor” (Malaquías 4:1-5).

Los restantes de los doce profetas también hicieron varias alusiones al “día de Jehová”, Oseas dijo que el Altísimo ajustaría cuentas primero con Israel y luego con Judá (Oseas 8:13, 14; 9:9; 12:2). Jonás proclamó la sentencia contra Nínive, y Miqueas indicó lo que sucedería cuando Dios tomara medidas contra varios pueblos rebeldes (Jonás 3:4; Miqueas 1:2-5). Nahúm prometió que Jehová se vengaría de Sus adversarios (Nahúm 1:2, 3). Y Habacuc clamó por justicia y describió “el día de la angustia” (Habacuc 1:1-4, 7; 3:16).

Algunos de estos libros apuntaron claramente a sucesos en que estarían implicados los cristianos verdaderos. Este es el caso de Ageo, uno de los profetas posteriores al exilio, quien predijo que las naciones serían mecidas (Ageo 2:6, 7). Pues bien, el apóstol Pablo citó Ageo 2:6 para animar a los cristianos a estar espiritualmente sanos cuando Dios elimine los perversos cielos simbólicos (Hebreos 12:25-29; Revelación [Apocalipsis] 21:1).

¿QUÉ ES EL DÍA DE JEHOVÁ?

Según indicaron los profetas, es un día de batalla, un período en el que Jehová ejecuta la sentencia que ha dictado contra sus enemigos. “El sol y la luna mismos ciertamente se oscurecerán, y las estrellas mismas realmente retirarán su resplandor” (Joel 2:2, 11, 30, 31; 3:15; Amós 5:18; 8:9). Miqueas responde: “Las montañas tienen que derretirse bajo [Jehová], y las llanuras bajas mismas se henderán, como cera debido al fuego, como aguas que se derraman por un lugar empinado” (Miqueas 1:4). Aunque este pasaje tal vez emplee lenguaje figurado, indica que la intervención divina tendrá consecuencias para sus habitantes. Pero no para todos, pues los profetas señalan que algunos sobrevivirán y recibirán abundantes bendiciones por haber obedecido esta exhortación: “Busquen lo que es bueno” (Amós 5:14; Joel 3:17, 18; Miqueas 4:3, 4).

Otros integrantes del grupo de doce profetas plasmaron imágenes más dramáticas del día de Jehová. Por ejemplo, Habacuc dijo de forma muy gráfica que Jehová desmenuzará “las montañas eternas” y aplastará “las colinas de duración indefinida”. Tales montañas y colinas son símbolos adecuados de las organizaciones humanas, que pudieran dar la apariencia de ser perdurables (Habacuc 3:6-12). En efecto, será un “día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas” (Sofonías 1:14-17).

¿POR QUÉ ACTÚA ASÍ UN DIOS DE AMOR?

Probablemente haya oído preguntar: “Si Dios es amor, ¿cómo es posible que vaya a enviar semejante catástrofe contra sus enemigos? ¿Es necesario que cause esos estragos en la Tierra? ¿Acaso no nos mandó Jesús que amáramos a nuestros enemigos y demostráramos así que somos hijos de nuestro Padre celestial?” (Mateo 5:44, 45). Fueron nuestros primeros padres —pese a ser perfectos y estar hechos a la imagen y semejanza de Dios— los que introdujeron el pecado y la muerte en la familia humana, sí, en nuestra vida. Así, en la disputa sobre quién tiene el derecho supremo a gobernar a la humanidad, ellos tomaron partido por Satanás (Génesis 1:26; 3:1-19). En el transcurso de los siglos, el Diablo ha intentado demostrar que, dándoles el incentivo adecuado, logrará que los seres humanos dejen de servir a Jehová.

Como bien sabemos, Satanás ha fracasado en su intento, pues Jesucristo y muchos otros se han mantenido fieles a Dios y han dado prueba de que le obedecen por amor (Hebreos 12:1-3). ¿Verdad que puede mencionar por nombre a muchas personas que sirven leales a Dios?

Cada uno de nosotros está implicado en esta disputa que llevará a que Jehová acabe con la maldad. Por ejemplo, al leer los escritos de los doce profetas, observará que varios de ellos denuncian las actitudes de algunos siervos de Dios que descuidan la adoración de Jehová y viven entregados al lujo. Además, los invitan a transformar sus vidas y les exhortan: “Pongan su corazón en sus caminos” (Ageo 1:2-5; 2:15, 18; Amós 3:14, 15; 5:4-6). En efecto, muestran a sus oyentes el camino que deben seguir en la vida. Todos los que acepten su invitación reconocerán a Jehová como su Soberano y de esta manera probarán que Satanás es un mentiroso. Jehová corresponderá a la lealtad que demuestran tomando medidas contra Sus enemigos, a los cuales aniquilará (2 Samuel 22:26).

Dios tiene otra razón para intervenir. Cuando Miqueas profetizó en Judá, dijo que era como una viña o un huerto tras la cosecha, cuando ya no tiene uvas ni higos. Así le ocurría a Judá: apenas le quedaban personas justas. Los israelitas andaban a la caza unos de otros, siempre al acecho para derramar sangre. Y sus dirigentes y jueces solo pensaban en su propio provecho (Miqueas 7:1-4). Si usted hubiera vivido en aquella sociedad, ¿cómo se habría sentido? Seguramente se habría compadecido de las víctimas inocentes. Pues bien, mucho más dolor siente Jehová cada vez que ve a los oprimidos. Hoy, cuando él examina a la humanidad, ¿qué cree usted que ve? Que los opresores se aprovechan sin piedad de la gente, atacándola con violencia. También ve que, en comparación con la población del mundo, son pocos los leales. Pero no perdamos la esperanza. Por amor a las víctimas, Jehová hará justicia (Ezequiel 9:4-7).

Es patente que el día de Jehová significa destrucción para los enemigos de Dios y liberación para las personas que temen a Jehová y le sirven. Miqueas predijo además que las naciones acudirían a la montaña de la casa de Jehová, lo que traería paz y unidad al mundo (Miqueas 4:1-4). Ahora bien, ¿qué hay de la gente que oyó a los profetas proclamar el día de Jehová? ¿Tuvo este hecho algún efecto en su vida? En el caso de algunas personas, sí. Recordemos lo que pasó cuando Jonás anunció que Nínive sería castigada: los habitantes de la ciudad “empezaron a poner fe en Dios” y se volvieron “de su mal camino”, dejando atrás toda su violencia y maldad. Como consecuencia, Jehová decidió no enviarles la calamidad predicha (Jonás 3:5, 10). Ciertamente, el mensaje sobre el inminente día de juicio de Jehová influyó en la vida de los ninivitas.

¿QUÉ TIENE QUE VER ESE DÍA CON USTED?


“Pero esos profetas vivieron hace siglos —quizás replique alguien—. ¿Qué tienen que ver conmigo sus mensajes del día de Jehová?” Es cierto que ellos pertenecen a una época antigua, anterior incluso al nacimiento de Jesús. Sin embargo, si analizamos bien sus palabras sobre el gran día de Jehová, veremos por qué son muy oportunas en el siglo XXI. ¿Qué beneficios reales nos ofrecen? Para entender su importancia y sacarles provecho, es fundamental recordar algo: cuando repasamos todos los anuncios de que el día de Jehová vendría sobre Israel, Judá, las naciones vecinas y ciertas potencias mundiales de la época, ¿qué vemos? Que todas aquellas profecías se cumplieron sin falta. Así es: los asirios invadieron Samaria, Judá fue desolada en 607 antes de nuestra era, y las naciones vecinas hostiles fueron destruidas; hasta las potencias de Asiria y Babilonia terminaron cayendo. Y todo en cumplimiento de cada una de las profecías bíblicas que lo había anunciado.

Ahora centrémonos en el Pentecostés del año 33 de nuestra era, un tiempo muy posterior al cumplimiento inicial de muchas de estas profecías. Aquel día, el apóstol Pedro aplicó un pasaje de Joel al derramamiento del espíritu santo de Dios. Luego, prosiguió con estas palabras del profeta: “El sol será convertido en oscuridad y la luna en sangre antes que llegue el grande e ilustre día de Jehová” (Hechos 2:20). Así dio una indicación de que las profecías del día de Jehová tendrían otros cumplimientos. La predicción de Joel, por ejemplo, se cumplió por segunda vez en el año 70, con la destrucción de Jerusalén a manos de los romanos, sin duda un suceso tenebroso y sangriento.

Pero los anuncios sobre el día de Jehová que hicieron Joel y otros profetas aún no han tenido su cumplimiento definitivo. Y este cumplimiento está relacionado con nosotros, que vivimos en el siglo XXI. ¿Por qué decimos esto? Porque Pedro animó a los cristianos a vivir muy pendientes de “la presencia del día de Jehová”. Y agregó: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar” (2 Pedro 3:12, 13). Pues bien, sabemos que tras la destrucción de Jerusalén en el año 70 no se establecieron inmediatamente los nuevos cielos (el nuevo gobierno teocrático) sobre la nueva tierra (la sociedad de personas justas sometidas a dicho gobierno). Por lo tanto, las palabras proféticas acerca del día de Jehová han de tener otro cumplimiento. En realidad, nos atañen a nosotros, es decir, a quienes vivimos en estos “tiempos críticos” (2 Timoteo 3:1).

Además, estos doce libros bíblicos ofrecen un cuadro conjunto del día de Jehová, un cuadro que recuerda lo que dijo Jesucristo: “Habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder”. Luego él explicó lo que ocurriría “inmediatamente después” de que empezara la gran tribulación: “El sol será oscurecido, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y los poderes de los cielos serán sacudidos” (Mateo 24:21, 29). Estas palabras nos ayudan a determinar cuándo vendrá el día de Jehová, que tan cerca está. Las Escrituras indican que en la gran tribulación se destruirá a “Babilonia la Grande”, es decir, al imperio mundial de la religión falsa. Y como punto culminante de la gran tribulación, el día de Jehová eliminará de la faz de la Tierra a los enemigos de Dios (Revelación 17:5, 12-18; 19:11-21).

Los diversos elementos de la religión falsa aparecen prefigurados por la Jerusalén apóstata, la infiel Samaria, los edomitas hostiles, los violentos asirios y los babilonios. Dichos elementos serán destruidos en la etapa inicial de la gran tribulación. Luego vendrá el “día de Jehová, grande e inspirador de temor”, en el que encontrarán su fin los amantes políticos y comerciales de la religión falsa (Joel 2:31).

ESTEMOS LISTOS

Los mensajes de juicio se cumplen mayormente en la religión falsa. Por eso, algunos cristianos pudieran creer que la realización de estas profecías no tiene que ver con ellos. Sin embargo, la siguiente advertencia de Amós a los israelitas es útil para todos: “¡Ay de los que desean con vehemencia el día de Jehová!”. ¿Por qué tenían tantos deseos de que llegara ese día algunos israelitas de la época de Amós? Porque creían que ese día tan solo iba a traerles bendiciones, convencidos de que Dios intervendría a favor de su pueblo. Pero ¿qué iba a ser el día de Jehová para la gente satisfecha de sí misma? “Será oscuridad, y no luz”, contestó el profeta. Así que aquellos israelitas iban a recibir de lleno la cólera divina (Amós 5:18).

¿Le encuentra usted el valor práctico a esa comparación? Recuerde que Amós dirigía sus palabras a un pueblo dedicado a Dios. Sin embargo, era necesario que corrigieran algunas acciones y actitudes. De igual modo, vale la pena que cada uno de nosotros examine su propia vida, ¿no es cierto? El objetivo es determinar si estamos listos para ese día trascendental o si, por el contrario, debemos hacer cambios. ¿Cómo puede uno saber si está preparado? Como es obvio, no es cuestión de imitar a los llamados “supervivencialistas”, que en su afán de sobrevivir a toda costa construyen refugios, almacenan provisiones, aprenden a depurar agua o acumulan monedas de oro.

Notemos la advertencia que hace Sofonías: “Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová”. Es evidente, por lo tanto, que la preparación no consiste en acumular bienes materiales (Sofonías 1:18; Proverbios 11:4; Ezequiel 7:19). Más bien, se trata de mantenernos alerta espiritualmente y vivir cada día siempre listos, adoptando la debida actitud y obrando en consonancia. Así lo indicó Miqueas al decir: “En cuanto a mí, por Jehová me mantendré vigilante. Ciertamente mostraré una actitud de espera por el Dios de mi salvación” (Miqueas 7:7).

Si tenemos esta actitud de espera, demostraremos que estamos listos y que vivimos muy pendientes del día de Jehová. No nos perturbarán factores como la fecha en que vaya a venir o el tiempo que llevemos aguardándolo. Todas las profecías sobre ese día se cumplirán sin retrasos al llegar el momento fijado por Jehová. Así se lo indicó él a Habacuc: “La visión es todavía para el tiempo señalado, y sigue jadeando hasta el fin, y no dirá mentira. Aun si [al hombre le pareciera que] tardara, manténte en expectación de ella; porque sin falta se realizará. No llegará tarde [según el criterio de Jehová]” (Habacuc 2:3).

Porción del capítulo 3 del libro: "Vivamos muy pendientes del día de Jehová" editado por los Testigos de Jehová, el cual puede descargarse en audio en el siguiente enlace

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