La historia de Alicia
Miembro de cocainómanos anónimos
Empecé a consumir drogas cuando tenía más o menos catorce años.
Todo me aterrorizaba, y las drogas y el alcohol hacían que no
tuviera miedo. Llegué a un punto, cuando tenía cerca de veinticinco
años, en el que no había nada más en mi vida aparte de las drogas
y el alcohol. Tomaba drogas y luego alcohol para volver a aterrizar.
Utilizaba cocaína, acido, éxtasis, todo tipo de drogas, pero lo que
realmente me engancho fue el crack; lo consumí durante ocho meses.
Me ponía a conducir calle abajo con el deseo de estrellarme contra
un muro, pero como tengo un hijo, no lo podía hacer.
En vez de eso, me destroce a mí misma. Tenía un negocio de masajes
terapéuticos y decidí que si no respondía a mi celular no tendría
que trabajar. Después, pensé que si no tuviera automóvil no
tendría que conducir, de modo que vendí mi automóvil de ocho mil
dólares por cinco piedras de crack. No deseaba nada mas, solo quería
drogarme. El momento decisivo llego una noche en una habitación de
hotel, donde estaba preparando crack con una amiga. Había ido a un
par de encuentros de Cocainómanos Anónimos, y algunas de las cosas
que oí hicieron mella en mí. Aunque nunca me había quedado durante
todo un encuentro, tenía esa sensación dentro de mí de que ya
había tenido bastante. Así que cuando mi amiga me dijo: Vamos por
mas crack-, salí con ella por su automóvil, pero me pare y le dije
-Yo ya he tenido suficiente- Y entonces pensé: -¿De dónde me salió
eso?-
Volví a casa de mi madre; ella me abrazo, y me dijo: -¿Ya has
tocado fondo?- Yo solo la mire, y le dije: -No sé qué es lo que he
hecho, pero tengo mucho miedo- Así que empecé a acudir con mayor
frecuencia a los encuentros de Cocainómanos Anónimos, y me quedaba
hasta el final; a veces iba a tres o hasta cuatro veces en un mismo
día. Ya fuera Cocainómanos Anónimos, Alcohólicos Anónimos, o
cualquiera que encontrara.
Nueve días más tarde fui a un centro de tratamiento a las
adicciones donde hay gente con los mismos problemas que se ayudan
unos a otros, y donde has personas que acuden a decir su experiencia.
Un chico nos conto la historia de -el adicto en el agujero-:
Hay un adicto y está en un agujero. Un foso. Y él esta gritando
para que la gente le ayude. Pasa un sacerdote, y el adicto grita:
-¡Ayúdame! ¡Ayúdame a salir de este agujero!- El sacerdote le
arroja una cuerda, y el adicto salta una y otra vez, pero no puede
alcanzarla. Así que el sacerdote se encoge de hombros y se marcha.
Poco después pasa un medico, y el adicto grita: -¡Ayúdame!
¡Ayúdame a salir de este agujero!- El médico le arroja otra
cuerda, y el adicto nuevamente trata de alcanzarla pero no puede. El
médico al igual que el sacerdote se encoge de hombros y se aleja.
El hombre desesperado le grita a otro adicto pero que se está
rehabilitando y que se encuentra cerca de allí. El adicto que se
está rehabilitando salta al foso con él. El primer adicto no lo
puede creer y dice: -¿Porque has hecho eso? ¡Ahora estamos los dos
atrapados!- Pero el adicto que se está rehabilitando le responde: -
Yo he estado aquí, y conozco la salida-
Cuando oí esa historia, me brotaron las lágrimas. Supe que
finalmente había encontrado la ayuda adecuada y que podía combatir
mi hábito. Después del programa de desintoxicación en el centro
contra las adicciones, me hice miembro regular de Cocainómanos
Anónimos, lo cual me ha proporcionado una relación con Dios que
nunca imagine que pudiera existir; con una constancia en una vida que
carecía de todo. Dios existe; para mí existe. En medio de la noche,
cuando aun grito y lloro, allí está El conmigo.
Mi madre murió el día después de que completara mi primer año de
rehabilitación. Ella llego a verme lucida, y a ver el cambio que
Dios había provocado en mi vida. Aunque ella no era adicta a las
drogas ni a nada, deseaba para sí misma ese tipo de iluminación.
Entonces, cuando ella estaba a punto de morir, lo primero que vi fue
una estrella fugaz en el cielo. Entonces pensé: -Estoy viendo una
estrella fugaz, y yo voy camino al hospital a ver a mi madre que se
está muriendo- Y entonces añadí:
-Hágase tu voluntad-.
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