JUAN MARCOS parte para irse a casa, a Jerusalén, donde vive su madre María. Esto sucede durante el primer viaje misional de Pablo y Bernabé.—Hechos 13:13; 12:12, 25.
Al año siguiente encontramos que Pablo y Bernabé se están preparando para emprender el segundo viaje misional. Bernabé quiere que su primo Marcos vaya con ellos otra vez. Pero Pablo no quiere que él los acompañe. Dice: ‘Marcos se marchó la última vez que lo llevamos con nosotros’. No obstante, Bernabé insiste en que se dé a Marcos otra oportunidad.
Debido a esta diferencia de opinión, “ocurrió un agudo estallido de cólera, de modo que se separaron el uno del otro”. Bernabé tomó consigo a Marcos. Estos abordaron un barco y viajaron hacia la isla de Chipre para predicar allá. Pablo, en cambio, escogió a otro cristiano, a Silas, y emprendieron un viaje de predicación que los condujo primeramente a Siria.—Hechos 15:36-41.
¿Qué hay del problema que hubo entre Pablo y Bernabé? Si usted hubiera estado allí y hubiera visto aquel “agudo estallido de cólera”, ¿hubiera llegado a la conclusión de que Pablo y Bernabé no formaban parte del pueblo de Dios debido a la manera como se comportaron?
En realidad, no hubiera sido sabio llegar a dicha conclusión. Debemos reconocer que todos hemos heredado la imperfección de nuestros primeros padres, Adán y Eva. (Romanos 5:12) De modo que “todos tropezamos muchas veces”, dice la Biblia. (Santiago 3:2; Romanos 3:23)
Sin embargo, los cristianos verdaderos no permanecen enojados unos con otros ni se guardan rencor. Prestan atención al mandato bíblico que dice: “Continúen soportándose los unos a los otros y perdonándose sin reserva los unos a los otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión”.—Colosenses 3:13, 14.
Bueno, ¿resolvieron con amor sus dificultades los dos cristianos prominentes, Pablo y Bernabé? Mírelos en la lámina. ¡Están asociándose el uno con el otro nuevamente! (1 Corintios 9:5, 6) Y luego Pablo escribió a Timoteo: “Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para servir”.—2 Timoteo 4:11.
Sí, aunque los cristianos primitivos a veces tuvieron dificultades entre sí, las resolvieron con amor. Ciertamente podemos imitar su ejemplo.
