Qué logró la deportación
Los soviéticos no tardaron en
aprender que suprimir la adoración de estos cristianos les iba a costar
mucho más de lo que creían. A pesar de las protestas de sus captores,
durante aquel viaje forzado cantaban alabanzas a Dios y exhibían en los
vagones el letrero: “Testigos de Jehová a bordo”. Uno de ellos explicó:
“En las estaciones ferroviarias del camino encontramos más trenes de
deportados cuyos vagones llevaban el letrero”. De este modo recibían
mucho ánimo.
Aquellos cristianos no se dejaban vencer por el desánimo
y reflejaban el espíritu de los apóstoles, quienes, como dice la
Biblia, “continuaban sin cesar enseñando y declarando las buenas nuevas
acerca del Cristo”, a pesar de haber sido azotados y habérseles
prohibido predicar (Hechos 5:40-42).
Como indicó Kolarz con respecto a
la deportación, “no fue el final de los ‘Testigos’ en Rusia, sino solo
el principio de un nuevo capítulo de sus actividades proselitistas.
Incluso intentaban propagar su fe cuando se detenían en las estaciones
camino del confinamiento”.
En sus lugares de destino se labraron la
reputación de ser laboriosos y obedientes, al tiempo que, al dirigirse a
sus opresores, se hicieron eco de las palabras de los apóstoles: “No
podemos dejar de hablar de [nuestro Dios]” (Hechos 4:20). Muchas
personas aceptaron lo que los Testigos enseñaban y comenzaron también a
servir a Jehová.
Kolarz explica cuáles fueron las consecuencias: “El
gobierno soviético no pudo hacer nada mejor para la diseminación de su
fe que deportarlos. Se les sacó del aislamiento de sus pueblos de las
repúblicas soviéticas occidentales y se les introdujo en un mundo mucho
más amplio, aunque este no fuera más que el mundo terrible de los
campos de concentración y trabajos forzados”.
Combaten el crecimiento
Al
pasar los años, las autoridades soviéticas trataron de frenar las
actividades de los Testigos con otros métodos. Dado que la atroz
persecución no había producido los frutos deseados, orquestaron un
programa de propaganda difamatoria con libros, películas y programas de
radio, e infiltraron en las congregaciones a agentes de la KGB que
habían recibido preparación especial.
Las calumnias que se lanzaban
contra los Testigos infundieron en muchas personas miedo y recelo, como
se ve en el libro de Vladímir Bukovsky Ese dolor lacerante de la
libertad, publicado en 1982. El autor, ciudadano ruso a quien se le
permitió emigrar a Inglaterra en 1976, escribió: “En Londres, una vez
iba yo de noche y, al pasar junto a un macizo edificio, eché
una mirada distraída al rótulo. Era una placa que ponía ‘Testigos
de Jehová’ y algo más que no llegué a leer, tal fue el fulminante
asombro, rayano en susto, que me invadió”.
Bukovsky explicó la causa
de su pánico infundado: “Son los ‘sectarios-verdugos’, con quienes
las autoridades asustan a nuestros hijos. No es posible ver
jehovistas vivos más que en las cárceles y los campos de
concentración. Y de pronto, aquí tienes: una casa, un rótulo.
Entonces, ¿cualquiera puede entrar aquí sin ambages, puede tomar con
ellos una taza de té?”, preguntó.
Para recalcar la razón de su alarma,
concluyó: “En nuestro país se persigue a los jehovistas casi con el
mismo encarnizamiento que a la mafia, y el misterio que los rodea es
casi idéntico”.
Pese a la atroz persecución y la propaganda
difamatoria, perseveraron y crecieron numéricamente. Algunos libros
soviéticos, como Las verdades sobre los testigos de Jehová (en ruso),
que en 1978 tuvo una tirada de 100.000 ejemplares, recomendaron que se
redoblara el ataque propagandístico contra ellos. Su autor, V. V. Konik,
tras explicar cómo predicaban bajo severas restricciones, dio este
consejo: “Los estudiosos de la religión soviéticos deberían aprender
métodos más eficaces para contrarrestar las doctrinas de los testigos de
Jehová”.
Por qué fueron el blanco del ataque
En pocas palabras,
fueron el blanco principal del ataque soviético por imitar a los
primeros discípulos de Jesús. En el siglo I, las autoridades ordenaron a
los apóstoles que “no siguieran enseñando sobre la base del nombre de
Jesús”. Pero luego, sus acusadores protestaron: “¡Miren!, han llenado a
Jerusalén con su enseñanza”. Sin negar que habían predicado pese a la
prohibición, los apóstoles respondieron respetuosamente: “Tenemos que
obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres” (Hechos
5:27-29).
Hoy, los testigos de Jehová también tomamos muy en serio el
mandato de Jesús a sus discípulos: ‘predicar al pueblo y dar testimonio
cabal’ (Hechos 10:42). En su libro The Kremlin’s Human Dilemma (El
dilema humano del Kremlin), Maurice Hindus explicó que el “irreprimible
celo evangelizador” de los Testigos los convirtió en “una carga muy
pesada para Moscú y los [colocó] en confrontación constante con la
policía soviética”. Luego añadió: “No hay modo de detenerlos. Cuando se
les pone coto en un lugar, reaparecen en otro”.
“De acuerdo con la
información de que dispongo, la única organización religiosa que aumentó
numéricamente en la URSS, pese a estar proscrita y perseguida, fueron
los testigos de Jehová”, escribió el historiador ruso Sergei Ivanenko.
Es cierto que también se mantuvieron activas otras confesiones, entre
las que destaca la Iglesia Ortodoxa Rusa. Pero resulta muy interesante
ver lo que hicieron unos y otros para sobrevivir al ataque soviético.
“La colectividad perseguida con más saña”
A Concise Encyclopaedia of Russia (1964) señala que los testigos de
Jehová realizaban “un proselitismo muy activo” y constituían “la
colectividad religiosa perseguida con más saña en la URSS”.
Fyodor Kalin relata la deportación de su familia
Vivíamos en el pueblo de Vilshanitsa, en el oeste de Ucrania. El 8 de
abril de 1951, antes del amanecer, nos despertaron unos funcionarios
acompañados de perros y nos dijeron que, por orden del gobierno de
Moscú, nos enviarían a Siberia a menos que firmáramos un documento de
renuncia a los testigos de Jehová. Los siete miembros de mi familia (mis
padres, mis hermanos y yo, que tenía para entonces 19 años) estábamos
decididos a seguir siendo Testigos.
Uno de los hombres dijo:
“Llévense frijoles, maíz, harina, encurtidos y repollo. Si no, ¿qué van a
comer los niños?”. También nos permitieron matar algunos pollos y un
cerdo para tener carne. Trajeron dos carretas tiradas por caballos, y
cargamos todo en ellas para llevarlo a la localidad de Hriplin, donde
nos metieron a unos cuarenta o cincuenta en un vagón de carga y luego
cerraron la puerta.
En el vagón había algunos tablones sobre los
que nos podíamos acostar —aunque no bastaban para todos— y una estufa
con algo de carbón y leña, en la que cocinábamos con nuestros cacharros.
Pero no teníamos retrete, así que utilizábamos un balde; más tarde lo
encajamos en un agujero que abrimos en el suelo y colocamos unas mantas
alrededor para tener cierta intimidad.
Apiñados, hicimos el lento
viaje de miles de kilómetros hasta nuestro desconocido lugar de destino.
Al principio estábamos algo desalentados. Pero cuando nos pusimos a
entonar juntos cánticos del Reino —con tanta energía que casi se nos fue
la voz—, sentimos mucho gozo.
El comandante abría las puertas y nos
mandaba callar, pero seguíamos hasta terminar el cántico. Cuando nos
deteníamos en las estaciones durante el trayecto, mucha gente se
enteraba de que a los testigos de Jehová nos estaban deportando.
Finalmente, después de diecisiete o dieciocho días en aquel tren, nos
bajaron en Siberia, cerca del lago Baikal.
Armagedón
película propagandística soviética
Las autoridades produjeron la cinta Armagedón para desacreditar a los
testigos de Jehová. Contaba una historia de amor ficticia entre un joven
soldado soviético y una muchacha a la que captaban los Testigos. En el
desenlace, la hermana pequeña de la chica moría en un accidente causado
por un superintendente Testigo, que aparecía como instrumento del
servicio de espionaje de Estados Unidos.
Sobre esta película, que
agitaba las emociones del público, el 14 de mayo de 1963 se publicó el
siguiente comentario en el periódico ucraniano La Bandera Roja: “La
propaganda atea es eficaz, convincente y utilizable en otros pueblos del
país donde se exhiben producciones similares”.
Artículo publicado en la revista ¡Despertad! del 22 de Abril del 2001. Lea el comunicado de prensa: "Informe sobre la situación de los Testigos en Ucrania y Crimea"
Tantas cosas por decir, solo una vida para decirlo, creo que voy a empezar diciendo...
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miércoles, 13 de agosto de 2014
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