En cierta ocasión, muchos discípulos se apartaron de Jesús y “ya no andaban con él” (Juan 6:66). La Biblia también explica que si un cristiano practica algún pecado craso y no muestra arrepentimiento, la congregación ha de ‘remover al hombre inicuo de entre sí’ y ‘cesar de mezclarse en la compañía de él’. (1 Corintios 5:9-13.)
Por eso, hoy día, si algún cristiano cae en un derrotero de pecado, un comité de ancianos capacitados en sentido espiritual se reúne con él. Ellos quieren ver si él está arrepentido y puede ser reajustado (Gálatas 6:1). De no ser así, los ancianos obedecen la instrucción bíblica de expulsar al pecador para que la congregación esté ‘libre de fermento’. (1 Corintios 5:7.)
O, como se mencionó en Juan 6:66, de vez en cuando un Testigo decide por iniciativa propia abandonar el camino de la verdad. Hasta pudiera dar a conocer su decisión después que un comité comience a investigar su mal proceder. Pudiera informar a los ancianos por escrito, o declarar ante testigos, que quiere desasociarse de la congregación y no ser conocido como Testigo. Entonces ya no sería necesario que los ancianos continuaran la investigación.
No obstante, los ancianos harán luego un breve anuncio de la desasociación de tal persona para que la congregación sepa que ella ‘salió de entre nosotros’ (1 Juan 2:19). Los que componen la congregación entonces se adherirán al mandato inspirado de ‘no recibir a tal persona en casa ni decirle un saludo, para que no se hagan partícipes en sus obras inicuas’. (2 Juan 10, 11.)
Por consiguiente, la gente no está obligada a seguir siendo parte de la congregación. Pero la gran mayoría de los testigos de Jehová tienen la misma actitud que los apóstoles, quienes voluntariamente permanecieron al lado de Jesús, recibieron su ayuda espiritual y disfrutaron del afectuoso compañerismo de la congregación de Dios. (Lucas 22:28.)
